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Dimas Ortega. Nacho García / AGM
«Hay que actualizar la lista de obispos y depurarla de fantasías»

«Hay que actualizar la lista de obispos y depurarla de fantasías»

Dimas Ortega Nuevo cronista de la Diócesis de Cartagena

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Martes, 1 de agosto 2017, 08:50

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Habrá quien discrepe del obispo en según qué nombramientos de sacerdotes designe para esta o aquella parroquia. Pero en lo que existe unanimidad es en su acierto al elegir como nuevo cronista de la Diócesis de Cartagena a Dimas Ortega. Las razones son evidentes. A su contrastada formación humanística se suma el conocimiento de la investigación y, para acabar, su responsabilidad como cronista de Ricote, que también lo es. Reconoce Dimas la trayectoria de su antecesor, Candel Crespo, quien ahora será cronista honorario. Y adelanta que, entre las cosas que desea acometer, se encuentra la actualización de la lista de obispos cartageneros «depurándolo de las fantasías producidas por los falsos cronicones».

-¿Que ha supuesto para usted este nombramiento?

-Al comunicármelo el obispo sentí un profundo agradecimiento hacia su persona y ministerio. Aún más al suceder al actual cronista, Candel Crespo, hombre de gran capacidad intelectual. Me dedicaré a la investigación de la historia diocesana y a poner por escrito los acontecimientos más importantes de la actualidad para que sean aprovechados por los futuros historiadores.

-La historia de la Diócesis es tan antigua como nutrida, ¿qué época le atrae más?

-Riquísima historia en todos los aspectos que entronca con los orígenes del cristianismo. El cronista debe conocer minuciosamente toda la historia en sus diversas etapas, si bien, debido a mi formación académica, me atrae mucho el mundo tardorromano y toda la Edad Media, también la espiritualidad sufí del islam murciano medieval.

-Cronista oficial, que ya lo era, está familiarizado con la investigación, ¿cree necesario impulsarla en nuestra región?

-La Facultad de Letras, en la que me formé, y la Real Academia Alfonso X, a la que pertenezco, han sido baluartes en la producción de estudios históricos. No obstante, el Gobierno regional debe hacer un mayor esfuerzo en su ayuda a jóvenes investigadores y a las muchas fundaciones y asociaciones que dedican su actividad al conocimiento del patrimonio cultural murciano.

-¿Qué parte de la historia murciana, en general, le gusta investigar con mayor gusto?

-La antigüedad tardía y la Edad Media, aunque me centraré ahora en la Diócesis. Hay que actualizar el episcopologio, depurándolo de las fantasías producidas por los falsos cronicones. Me atrae mucho la figura del obispo Liciniano y su tiempo, así como el recorrido histórico hasta la restauración de la diócesis por Alfonso X y su primer obispo, Pedro Gallego, en el siglo XIII.

-¿Tiene alguna opinión sobre la sede del obispado en Murcia o en Cartagena?

-Nuestra diócesis tiene el título de Cartagena, pero la sede legítimamente está en Murcia en virtud del breve pontificio de Nicolás IV, de 1289, y la orden real de Sancho IV, de 1291. Ambos documentos los he tenido yo en mis manos en el archivo Vaticano, en el Nacional y en el de la Catedral. No hay duda de su autenticidad. No son documentos falsos ni inventados como recientemente se ha dicho.

-¿Qué grandes murcianos han llevado el nombre de Murcia dentro de la Iglesia a todo el mundo?

-Innumerables. Necesitaríamos varias páginas para exponer solo el catálogo. Pero ahí quedan nombres tan elocuentes como Isidoro y sus hermanos, especialmente Leandro, Salzillo y su escuela, Belluga, Liciniano y su equipo de eminentes autores eclesiásticos. También el cabildo catedralicio ha tenido canónigos de altísima calidad intelectual a lo largo de su historia.

-¿Sería interesante impulsar la catalogación y escaneado de la biblioteca de los obispos?

-Ya existe un catálogo y parece ser que se está estudiando la fórmula de abrirla a los investigadores como siempre ha hecho la Diócesis con su patrimonio. Recordemos los grandes centros académicos del máximo rango puestos al servicio de la sociedad murciana: San Esteban, La Purísima y el Convento de San Francisco, archivo catedral, museos y San Fulgencio, que fue en el XVIII un centro pionero de la Ilustración.

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