«Me decían que tenía una enfermedad mental y me inflaban a pastillas»
Álvaro González, un chico transexual que regenta un bar en el barrio murciano de San Andrés, cuenta su proceso y pide respeto frente a «los mensajes de odio»
Javier Pérez Parra
Viernes, 10 de marzo 2017, 01:22
Álvaro González siempre supo que algo no cuadraba. «Me miraba en el espejo y rechazaba mi cuerpo, no me reconocía. Era como ver una imagen distorsionada de mí mismo», cuenta. Pero a aquello no sabía ni qué nombre ponerle: la transexualidad era una palabra que sonaba poco menos que a chino. «Durante mi infancia no había internet, y en un pueblo pequeño como Mula, donde me crié, no tienes referencias. Iba al psicólogo y me decían: 'Tienes una enfermedad mental', y me inflaban a pastillas».
Con 28 años -ahora tiene 33- dio el paso y comenzó el proceso para adecuar su cuerpo a su sexo sentido, el masculino. De nuevo, tuvo que empezar a dar tumbos por las consultas de los psicólogos. De ahí fue derivado por fin al endocrino, en La Arrixaca. Y allí todo cambió. El hospital cuenta con la única consulta realmente especializada de toda la sanidad pública regional. No es, sin embargo, unidad de referencia para el resto de la Región. «La ausencia de una unidad regional es un problema, porque hay otras personas transexuales que no tienen tanta suerte como yo. Les tocan especialistas que no están tan preparados en este tema, o tienen incluso problemas para acceder al endocrino», advierte Álvaro.
«Se negó a atenderme»
Tras varios años con el tratamiento hormonal -en su caso, testosterona-, ha entrado en lista de espera para someterse a cirugía en Málaga. No le queda más remedio que armarse de paciencia. «Ya veremos cuándo me llaman», comenta resignado. El momento de mayor humillación en todo el proceso lo vivió poco antes del verano, cuando su endocrino lo derivó a Ginecología para una revisión imprescindible. La médico se negó a atenderlo. «Le faltó escupirme. Encima, me envió a Salud Mental, algo que ella no podía hacer». La actuación de esta profesional incumple no solo la nueva Ley de Igualdad LGTB, aprobada por la Asamblea Regional hace casi un año, sino toda la legislación básica de los derechos del paciente. Álvaro puso una reclamación y enseguida recibió una llamada de La Arrixaca. Fue derivado a otro ginecólogo. No consta, sin embargo, que a la profesional que se negó a atenderle se le haya impuesto alguna sanción.
El gesto de intolerancia de la ginecóloga recuerda a los autobuses de Hazte Oír que estos días recorren Madrid. «Es un mensaje de odio. Hablan de ideología, pero yo no tengo ideología; soy como soy y ya está», protesta. Más allá de malas experiencias, Álvaro ha recibido sobre todo el calor de mucha gente. Empezando por sus clientes del bar El Saladillo, que regenta en San Andrés. La mayoría, profesionales y pacientes del centro de salud del barrio. «Aquí todo el mundo ha visto el cambio con mucha naturalidad», cuenta. Pero ese apoyo contrasta con la frialdad que el Grupo de Transexualidad de No te prives, al que pertenece Álvaro, detecta en la Administración. «No están cumpliendo la ley y vamos a luchar para que lo hagan -advierte-; no ya por nosotros, sino por quienes vendrán detrás».