«Nunca me di por vencida»

A sus 39 años, María del Carmen Villaescusa afronta la vida con fuerzas renovadas. Desde que el 7 de septiembre se sometió al largamente esperado trasplante de riñón, ya no tiene que engancharse a diálisis tres días a la semana, durante cuatro horas. «El día me parece ahora mucho más largo; me da tiempo a hacer un montón de cosas», confiesa. La diálisis ha formado parte de su vida desde los 13 años, cuando le diagnosticaron un síndrome nefrótico que la dejó sin función renal. A esa edad, depender de una máquina «te marca», reconoce. Pero María Carmen siempre ha sido optimista, y no dejó que se le cayese el mundo a los pies. «Nunca me he dado por vencida», confiesa.

«Fui la primera paciente de La Arrixaca en usar una diálisis peritoneal», recuerda. Frente a la tradicional hemodiálisis, esta otra técnica permite utilizar una membrana natural -el peritoneo- como filtro. Este tipo de diálisis es ambulatoria. María del Carmen se enganchaba por las noches, mientras dormía. Así pudo llevar una adolescencia normalizada y continuar con sus estudios.

A los 20 años se sometió a un primer trasplante de riñón, pero a los cinco días fue intervenida de urgencia porque su sistema inmune había rechazado el órgano. «Nada más darme el alta me preguntaron si quería ponerme otra vez en lista de espera; no lo dudé», cuenta. Transcurrieron 19 años hasta que el pasado 7 de septiembre la llamaron para anunciarle que había un riñón disponible para ella.

Desde entonces, todo ha ido bien. El seguimiento posterior al trasplante al que le está sometiendo su nefrólogo, Santiago Llorente, es el mismo que el de cualquier otro trasplantado. «Hay que tener en cuenta que con el programa PATHI para pacientes hipersensibilizados, el riesgo posterior de rechazo no es mayor que con otras personas. Porque el proyecto consiste precisamente en buscar un órgano compatible», aclara Llorente.