Borrar
Joaquín, vecino de La Albatalía, muestra ayer cómo le tiró una silla a los tres ladrones que entraron a robar a su casa.
«Cierro los ojos y veo los palos»

«Cierro los ojos y veo los palos»

Vecinos de La Albatalía denuncian casi una decena de asaltos en la última semana. Los ladrones, de origen magrebí, visten de negro y llevan pasamontañas, evitan hablar y acceden a las casas de madrugada, con los dueños dentro

Juan Ruiz Palacios

Sábado, 9 de abril 2016, 01:12

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Sábado del Entierro de la Sardina. Los vecinos de La Albatalía descansan tranquilamente en sus casas. Es madrugada y hay una calma absoluta, hasta que tres hombres provocan el pánico en el número 91 de la Senda Martínez. Rompen una reja, acceden a la casa por la ventana trasera y agreden a Joaquín, de 81 años, y a su hijo, de 50. La madre lo ve todo, hasta que no puede más y consigue salir a la puerta para pedir auxilio. Los cacos huyen con un joyero. Pero en la escapada se percatan de que el cofre solo contiene enseres personales; nada de valor. Lo tiran a la carretera.

El robo en la casa de Joaquín es solo uno de la decena que se han cometido en esa pedanía de la huerta oeste de Murcia en la última semana. Los vecinos denuncian los continuos asaltos que sufren en sus domicilios «cuando se acerca esta época del año». Además, denuncian que la vigilancia policial es escasa: «Aquí estamos vendidos». Los rateros consiguieron en siete días saquear cinco viviendas, una farmacia, el centro del menor Santo Ángel y un taller de la pedanía.

«Eran las doce y media de la noche. Habíamos visto por televisión el desfile del Entierro de la Sardina, y mi mujer y yo nos fuimos a dormir. Mi hijo se quedó viendo el resumen del fútbol en el sofá», cuenta Joaquín, aún asustado. «Me quedé dormido. Mi hijo se asomó por la ventana porque escuchó unos ruidos y vio a dos personas. Habían roto las rejas de la ventana de la cocina con una viga que tengo en el patio. Pero a la casa ya se había colado uno de los ladrones. Estaba escondido. Cuando mi hijo miró por la ventana, el ladrón se abalanzó sobre él, y entonces los otros dos accedieron al interior. Llevaban un destornillador. El pobre -dice, refiriéndose a su vástago- fue el que se llevó la peor parte», señala.

«Les lancé una silla»

Joaquín continúa el relato, consternado: «Me levanté a ver lo que pasaba, y encontré a tres encapuchados que no paraban de golpear a mi hijo. Si cierro los ojos, todavía veo cómo le daban palos y cómo sangraba».

Este vecino de La Albatalía explica que cogió una silla y se la lanzó a los malhechores con el ánimo de que los dejaran en paz. «Se la tiré, y luego ellos me la devolvieron a mí. Está completamente rota por la fuerza con la que me la arrojaron», cuenta. Añade que «uno de ellos me dio un empujón que me lanzó al suelo del salón. Mientras tanto, veía cómo le daban cabezazos a mi hijo. Le partieron la nariz», recuerda, entre lágrimas. En aquel instante, su mujer consiguió salir de la casa y empezó a gritar. Los cacos entraron al dormitorio y cogieron un joyero. «Durante el forcejeo, mi hijo no paraba de decirles que no me pegaran a mí, que cogieran lo poco que teníamos y que se lo llevaran, pero que no nos pegaran», se desahoga.

«Tenemos miedo cuando llega la noche. Mi zagal todavía está recuperándose de los golpes que le propinaron los ladrones». Eran tres, no hablaron en ningún momento. Iban vestidos de negro, con guantes y pasamontañas. Confiesa, con impotencia, que «mi mujer y yo tomamos ahora unas pastillas para las palpitaciones; desde entonces tenemos miedo a que vuelvan a robarnos». Para esta familia, el peor momento del día es cuando el sol empieza a caer. «Lo pasamos fatal cuando se acerca la noche. Se me ha quedado metido en la cabeza todo lo que pasó. Es muy duro». Y Joaquín muestra su rabia: «Si en aquel momento hubiera tenido... me hubiera cargado a los tres. Para la edad que tengo...».

Dos horas retenidas

Tres ladrones -probablemente los mismos-, accedieron esa misma madrugada a las instalaciones del Centro de Protección del Menor Santo Ángel, en La Albatalía. Dos de ellos penetraron en el local abriendo una ventana de la parte de atrás. El tercer caco se quedó vigilando. Allí retuvieron durante dos horas a las dos monitoras que estaban en el centro. Les robaron el móvil, se llevaron 100 euros y estuvieron a punto de hacerse con los coches. «No se los llevaron porque tienen el logotipo de la Comunidad Autónoma. Las chicas dicen que los ladrones tenían acento marroquí, que les pidieron la caja fuerte. Creemos que no sabían que esto es un centro de protección de menores. Pensaban que era un chalé particular», asegura Diego Martínez, uno de los responsables. Cuenta que «abrieron las dieciocho taquillas en busca de dinero».

La Policía Nacional confirmó ayer a 'La Verdad' que «se han cometido varios robos en La Albatalía en la última semana. Dos de ellos, en la misma calle». Fuentes de este cuerpo aseguraron que «se ha abierto una investigación y estamos realizando controles continuos por la mañana, por la tarde y por la noche para dar con los sospechosos». Sin embargo, los vecinos siguen con el miedo metido en el cuerpo. Explican que «solo vemos un coche dar una vuelta por las noches, sobre las 21.30 horas. Por la mañana no hay patrullas, y por la tarde, tampoco. La noche es lo que más nos preocupa». Porque para ellos, el miedo llega al anochecer.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios