«Me preguntó si le ayudaba a matarlo»
Salvador H. reconoce que degolló al esposo de su amante y afirma que ella le indujo. El procesado asegura en la vista que la mujer llegó a ponerle una rodilla encima a su esposo para que él pudiese asesinarlo
Alicia Negre
Miércoles, 28 de octubre 2015, 01:45
Salvador H. C. se desnudó ante el jurado. El autor confeso del 'crimen de Puente Tocinos' habló ayer de sus problemas de drogadicción, que arrastra desde la adolescencia; de la obesidad mórbida, que durante años le mantuvo acomplejado; y de su escaso éxito con el sexo femenino. Una espiral de soledad e inseguridades que se complicó el día en que su camino se cruzó con el de la joven Fabiola M.B.
Ambos se conocieron en la red social Badoo y no tardaron en convertirse en amantes. Ella le habló de los malos tratos y las vejaciones a los que, según sostiene -nunca los denunció y no existen pruebas-, le sometía su marido y le marcó supuestamente el camino. «Ella quería que yo lo hiciera», recalcó el procesado en el transcurso de la segunda sesión del juicio ante la Audiencia Provincial. «Consciente o inconscientemente hizo todo lo posible para que yo llegase a ello».
Con voz calma y en ocasiones casi ineludible, Salvador H.C. reconoció haber degollado con un cuchillo al esposo de su amante, el vigilante de seguridad Ángel Navarro. El procesado, para el que el fiscal pide 17 años de prisión, sostuvo, sin embargo, que en el momento del crimen contó con la ayuda de Fabiola -que se enfrenta a 20 años de cárcel-. Salvador relató, incluso, que la acusada, que en ese momento le practicaba una felación a su esposo en el coche, le ayudó a sujetar a la víctima, que trató de defenderse, poniéndole una rodilla encima. Su versión choca directamente con la que ofreció la joven en la primera sesión del juicio. Fabiola explicó al jurado que el ataque de Salvador a su marido le pilló por sorpresa y que ella trató de que él desistiera de su intención homicida.
Salvador puso sobre la mesa una versión totalmente opuesta y mantuvo que la idea de acabar con la vida de Ángel partió de Fabiola. El acusado aseguró no tener ninguna duda de que el fallecido sometía a su mujer a malos tratos, vejaciones y agresiones sexuales. «Su estado era de histeria, de una persona que era agredida», sostuvo. «Me hizo compadecerme de ella». Los episodios de violencia que, según sostuvo, protagonizó el matrimonio en las semanas previas al asesinato fueron la gota que colmó el vaso. Salvador llegó a describir un vídeo que su amante le enseñó el día previo al crimen en el que el difunto conducía a su mujer hasta un conocido lugar de prostitución de la capital para que le observase cómo tenía sexo con otra mujer. «Ella me dijo que no iba a aguantar más y que se lo haría pagar por ella misma», relató. «Me preguntó '¿me vas a ayudar a matarlo?' y yo le dije 'llevátelo donde vamos'».
El lugar que el procesado le indicó no era otro que un callejón sin salida de Puente Tocinos utilizado, habitualmente, de «picadero» y para el consumo de drogas. El procesado explicó al jurado que, tras ponerse ropa vieja y coger un cuchillo, se dirigió en bicicleta a la zona. Una vez allí, según relató, observó a Ángel y Fabiola forcejeando dentro del coche. «Él le cruzó la cara tres veces y la forzó», explicó. Minutos después, degolló a Ángel con sus manos.
El procesado sostuvo que actuó en todo momento influenciado por un consumo masivo de drogas que arrastra desde su adolescencia. «Mi cabeza era una psicosis constante», recalcó. «Yo estaba en una película». El fiscal mostró su extrañeza, no obstante, por el hecho de que el análisis que la Policía hizo de su cabello diese negativo en sustancias estupefacientes. Los peritos deberán aclarar hoy esa cuestión, que podría determinar la aplicación o no al procesado de la atenuante de drogadicción.