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Norberto G.V., este lunes, saliendo del juzgado.
«¿Por qué no me ha tocado a mí?»

«¿Por qué no me ha tocado a mí?»

Dolores, la cuñada del conductor imputado, asegura que Norberto no para de preguntar por los heridos. «No puede hablar porque está muy mal y destrozado psicológicamente», se excusaba ayer Encarna, su mujer

Jorge García Badía

Miércoles, 12 de noviembre 2014, 01:16

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Si estuviese en sus manos, Norberto G. V. se prestaría voluntariamente a que se lo tragase la tierra. Pero tras declarar en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Cieza por el trágico accidente de la Venta del Olivo como imputado por los presuntos delitos de homicidio imprudente y lesiones, y quedar luego en libertad provisional, sus familiares y amigos se están afanando en tratar de aislarlo de la presión que existe a su alrededor.

De hecho, su mujer, Encarna R.T., aseguraba ayer a 'La Verdad' que «el abogado le ha ofrecido la posibilidad de convocar una rueda de prensa en Murcia, pero mi marido no está en condiciones. No puede hablar; psicológicamente está destrozado».

La esposa aseguró que «Norberto declaró llorando en los juzgados de Cieza». Según ha podido saber este diario, ante la juez María Dolores Sánchez López defendió por activa y por pasiva que antes de que el autocar volase hacia un descampado paralelo a la A-30, no le respondieron ni el pedal de freno ni el freno electrónico -de emergencia- que hay a la derecha del volante. «Él tiene la conciencia bien tranquila y todos los compañeros le están apoyando», sentenciaba Encarna, emocionada, al tiempo que advertía en conversación telefónica de que «no vamos a atender a ningún medio; nos hemos ido de Caravaca de la Cruz».

En ese municipio, Norberto trabaja como taxista. «Pero mi marido no está para nadie; estamos sin descansar». En su domicilio de la calle Juan de Robles Corbalán nadie respondía ayer al timbre y vecinos como Antonio Pérez, que regenta el comercio Enmarcaciones Alameda, justo al lado del piso del matrimonio, aseguraba que «después del accidente se marcharon; estarán en un hotel. Están mal».

Antonio subrayaba que en el barrio, tras conocer el resultado del accidente que se cobró las vidas de catorce personas y que le ha supuesto a Norberto estar imputado como principal sospechoso, «nos quedamos asombrados». Este comerciante indicó que «es un hombre raro en el trato; le da 'pesambre' cuando ve mal aparcado un coche, pero es un buen profesional». En el municipio caravaqueño ha trabajado para Autobuses Hidalgo y también trasladaba a usuarios de la Asociación de Familias de Personas con Discapacidad Intelectual del Noroeste (APCOM).

«Ese hombre no bebe ni agua. Todo lo llevaba siempre en condiciones en su taxi: los papeles, la limpieza... es muy pijotero». Pero ayer también estaba desaparecido el Citröen Xsara Picasso, de color gris, que suele estacionar en la parada de Gran Vía o en la calle Encomienda de Santiago a la espera de clientes. Una ausencia que no pasaba inadvertida para compañeros del gremio, como José. «Es un conductor experimentado porque lleva toda su vida dedicado al transporte de viajeros. Se cogía un GPS y siempre se preparaba todas las rutas con antelación, porque alternaba el taxi con los viajes en autobús. También tiene experiencia con el transporte escolar».

Este taxista caravaqueño defendía que la Venta del Olivo «es una salida en pendiente; si te quedas sin frenos es normal que hablen de exceso de velocidad». Algunos compañeros apuntaban a que se había refugiado en la casa de su padre, en su Cehegín natal, en la calle La Tría, pero el inmueble estaba cerrado a cal y canto. Otra profesional que ahora está en excedencia por maternidad, Eva, reconocía que «una cosa es que Norberto no fuera afectuoso con los clientes, pues es muy rancio en el trato, y otra cosa es su forma de conducir. Es muy bueno en su trabajo; yo pongo la mano en el fuego de que no fue por su culpa».

Esta taxista subrayó que «mi hermano habló con su mujer y le dijo que él está aturdido y colapsado. Están escondidos en el término municipal de Caravaca». En concreto, se dice, en el domicilio de su cuñada Dolores y de su marido, Modesto, ya que fue el hijo de ambos quien recogió en coche a Norberto cuando abandonó los juzgados.

Sin embargo, la cuñada del conductor negó ayer a 'La Verdad' que estuviese en su casa. «Está en la costa porque necesita descansar unos días; es lo único que le puedo decir. Se marcharon la noche del lunes. He estado hablando con mi hermana Encarna y no para de llorar».

Dolores explicó que «mi hijo fue a recogerle tras declarar. Norberto preguntaba cómo estaban los heridos, y no paraba de repetir: '¿Por qué no me tocó a mí?'. Toda la familia estamos sufriendo, pero Norberto mucho más porque nunca ha tenido un accidente. No solía trabajar con esa empresa -J. Ruiz de Calasparra-, pero le llamaron para hacer este viaje y le ha tocado a él». Extremo que corroboraban ayer a 21 kilómetros de distancia, en el municipio calasparreño, donde residen los propietarios de la empresa, José Ruiz, y su hijo José Manuel. «La empresa iba ese fin de semana a llevar a una peña madridista a ver un partido del Real Madrid», comentaban Esperanza y Josefa, dos vecinas de los propietarios.

«Está 'tragando saliva'»

Ambas defendían que «esa familia se ha dedicado toda la vida al mundo del transporte; les han salido los dientes al volante. Hacen los viajes de los colegios, del Ayuntamiento y de la tercera edad». Estas vecinas lamentaban que desde la tragedia de la Venta del Olivo, «están malísimos; a la mujer le subió la tensión y el padre dice que desde entonces está 'tragando saliva'».

Es más, en las cocheras de J. Ruiz no se registra movimiento desde el pasado fin de semana, según confirmaba desde el anonimato un trabajador de la empresa vecina Gasóleos de Calasparra. «Están desaparecidos en combate». La tensión se hace palpable al llegar a la calle Juan de Borbón, donde reside el empresario del transporte y donde una de sus hijas se limitaba a reseñar: «Estamos destrozados». A la vez, otro familiar gritaba: «¿Es que no nos podéis dejar en paz?». Ni José Ruiz ni su hijo José Manuel quieren «hablar con nadie».

La familia se remite al resultado que ofrecerán las pruebas periciales que se le practicarán al vehículo siniestrado para determinar si existieron problemas técnicos. «Ya se verá», resumen, después de que se conociese que el autocar había sufrido otro accidente en un viaje a Castellón, en 2010, por un fallo en los frenos. Una circunstancia que coincide con el hecho de que el chófer imputado, Norberto G. V., asegurara que no le respondieron los frenos. También el copiloto, Ginés Martínez, declaró a la Guardia Civil que él «venía durmiendo cuando Norberto empezó a gritar: '¡Ginés, esto no frena!, ¡Dios mío!, ¿cómo lo paro?'».

Tales afirmaciones apuntan a un hipotético fallo mecánico, pese a que ha trascendido que el autobús había pasado la ITV y los vecinos recuerdan que «después de que se produjese el accidente con el equipo de fútbol de Calasparra en 2010, se gastaron mucho dinero en arreglarlo».

En casa de su suegra

Los dos frentes de esta tragedia, el conductor imputado y los dueños de la empresa de autobuses, están llevando el duelo enclaustrados junto a sus familiares en Caravaca de la Cruz y Calasparra, respectivamente. Aunque a lo largo de la tarde de ayer, según pudo saber este diario, Norberto reapareció brevemente por su casa, en la calle Juan de Robles Corbalán, y defendió ante algunos vecinos que «los frenos han fallado; yo tengo que salir y vivir».

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