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El Padre Ángel García Rodríguez, en el Hotel Nelva de Murcia, durante la inaguración de las Jornadas de Gerontología.
«Los mayores presidían antes la mesa y ahora los mandan a cenar a la cocina»

«Los mayores presidían antes la mesa y ahora los mandan a cenar a la cocina»

«Es tremendo que una persona no tenga a quién querer ni a nadie que le diga 'te quiero'». Padre Ángel García Rodríguez Presidente Fundador de Mensajeros de la Paz

J. P. PARRA

Lunes, 30 de junio 2014, 12:46

Niños y ancianos son la gran preocupación del Padre Ángel (Mieres, Asturias, 1937). El fundador de Mensajeros de la Paz, organización que recibió el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia en 1994, alerta de la soledad que atenaza a muchas personas mayores, pero también a los más jóvenes. En una sociedad arrasada por la crisis, este sacerdote ve signos de esperanza. Por ejemplo en el Papa Francisco, llegado para «revolucionar la Iglesia». El pasado miércoles, el Padre Ángel inauguró en Murcia el I Congreso Internacional de Gerontología, organizado por la Asociación Edad Dorada Mensajeros de la Paz. Fue una visita fugaz, porque el jueves ya estaba de vuelta en Madrid asistiendo a la recepción que los nuevos Reyes ofrecieron en el Palacio Real. Respetado por los poderosos, no se calla sin embargo ante ellos: «Sale el Rajoy de turno y dice: 'Estoy haciendo cosas que no me gustan'. Pues no las haga».

-¿Vivimos en una sociedad que ensalza el valor de la juventud mientras desprecia lo que pueden aportar las personas mayores?

- Sí. El Papa Francisco lo dice muy claro, habla de los excluidos, los apartados. Es cierto, los mayores no tienen ya valor porque no producen, solamente conservan un valor si disponen de una cuenta corriente en el banco. Los mayores nuestros presidían las mesas en Nochebuena, y ahora a veces los mandan a la cocina a cenar porque se les cae la baba o huelen mal.

- ¿Reivindica la palabra anciano frente a los eufemismos que tratan de ocultar el hecho de la vejez?

- La Biblia habla con un cariño especial de los ancianos. Depende de cómo lo digas. En Argentina les llaman viejos, pero lo dicen con un cariño especial: 'mi viejo'. Es importante la terminología, pero sobre todo cómo se dice. Y, desde luego, que no digan tercera edad, residente, usuarios... Lo más normal es tener un lenguaje normal.

- En el Congreso de Gerontología se ha intentado responder a la pregunta de «cómo envejecer en el siglo XXI». ¿Qué pueden aportar las personas mayores a la sociedad actual?

- Hay una realidad: si vas por los ayuntamientos, por los parlamentos, incluso por los obispados, no hay gente mayor. Bueno, entre los obispos hay muchos más que en los parlamentos, porque no les elige la gente. Si los eligiesen, no habría obispos tan mayores. ¿Por qué? Porque están de moda las personas jóvenes. Pero tenemos un hecho precioso: salió un Papa con 77 años que está revolucionando la Iglesia. Ni yo ni nadie lo hubiéramos imaginado. En la sociedad pueden aparecer personas con 70 u 80 años que también revolucionen la política. Hay muchos que tienen mucha edad -los conocemos- y podrían gobernar.

- ¿Es la soledad el gran mal que afecta a los ancianos hoy en día?

- Los mayores podemos vivir sin casa, sin techo, casi sin comer y sin beber. Necesitamos poco. Lo que no puede vivir uno es sin cariño, sin tener quien te quiera o a quién querer. Por eso a veces tenemos eso que se llama animales de compañía. Hemos tenido que llegar a buscar animales o plantas de compañía, porque es a quien el abuelo o la abuela pueden decirle: 'cariño' o 'te quiero mucho'. Muchas personas no tienen a quién decirle 'te quiero mucho', y tampoco tienen quien les quiera. Eso debe ser tremendo. Por eso, nuestra sociedad tiene que volver a buscar todos los valores que hemos perdido.

- ¿La crisis está agravando las situaciones de soledad?

- Sí, doy un dato que es tremendo: hay muchos más suicidios que accidentes de tráfico en España. De esos suicidios, entre el 20 y el 30% son de niños. Se suicidan porque están solos, porque no tienen perspectiva. Es terrible pensar que si hay mil muertes por accidente de tráfico, hay otras cuatro mil por suicidios, y de esos una gran parte son niños.

- ¿Cómo afecta la crisis a las personas mayores?

- De una manera... a veces se las saquea. Aquello que habían ahorrado se lo quitan los bancos, y en ocasiones los mismos hijos o nietos. Muchas veces ellos, que son tan generosos, dedican sus ahorros a que las familias aguanten y soporten la crisis. Por eso la familia sigue teniendo mucho valor, no es verdad que esté en crisis. Si no llega a ser por la familia, esta situación en la que estamos metidos hubiera terminado en un estallido social. Algunos se han empeñado en decir que estaba en crisis o que la familia solo son los que están casados canónicamente. Pero la familia también son incluso los que están divorciados o separados y siguen queriendo y ayudando a los hijos, a la exmujer o el exmarido. La familia tiene unos valores muy especiales que son los que permiten aguantar la crisis.

- Habla de la familia pero, ¿qué hay de las administraciones, qué deberían hacer?

- No recortar en lo más esencial, en la atención a los mayores y a los más desfavorecidos. Lo repetimos una y otra vez, lo que pasa es que cuando lo dice un cura parece que estamos haciendo demagogia o metiéndonos en política. Después sale el Rajoy de turno, el presidente de turno, y dice: 'Estoy haciendo cosas que no me gustan'. Pues no las haga. A veces hay quien niega la realidad, niega que sean necesarios los comedores (sociales) o que España siga siendo uno de los países donde la pobreza ha sacudido tanto que hay gente que no puede comer ya no digo cuatro veces al día, sino una vez al día. Y se molestan, y les dices que vengan a nuestros comedores, a estar un rato con nosotros para ver lo que es el sufrimiento de una madre que no tiene un yogur para su hijo, una madre que durante un año entero no ha sido capaz de comprarle un chuche a su hijo porque antes hay que pagar la luz y el alquiler o la hipoteca.

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