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Junto a las antenas repetidoras hay un altozano desde el que se observa el paso de la cabra montés y los muflones.
El paso del Oro
LA RUTA CON UN PAR

El paso del Oro

El Mirador de la Cruz es excelente para observar la migración de aves entre África y Europa, y el Valle de Ricote

PEPA GARCÍA FOTOS: GUILLERMO CARRIÓN www.laverdad.es

Viernes, 28 de marzo 2014, 17:35

La propuesta de hoy anima a los andarines lectores a aprovechar las migraciones prenupciales de las aves para avistarlas desde un punto estratégico, el Mirador del Mortero o de la Cruz, en la Sierra del Oro, y lo hacemos de la mano de dos abaraneros, profundos conocedores del entorno natural de su pueblo y sus amantes defensores: Héctor Quijada y Domingo Gómez.

El recorrido comienza en el paraje de Malojo que, apunta Héctor, quizá provenga del roble malojo, aunque hasta el momento no lo han encontrado. Zona muy transitada por senderistas, corredores y ciclistas, lo mejor es dejar el coche en un claro que hay junto al cartel de Fuente del Madroño y echar pie a tierra para recorrer esta maravillosa sierra, plagada de valores no solo naturales, sino también culturales y etnográficos.

Siguiendo la pista forestal ascendente (hacia el Collado del Mortero y por el PR-MU 12) se llega a los primeros pinos y uno se adentra en el Barranco del Malojo. Un mojón de monte público advierte que transitamos un espacio que es de todos. Y bien merece la pena, ya que estas sierras pertenecen a la ZEPA Sierra del Molino, Embalse del Quípar y Llanos del Cagitán, por los halcones peregrinos, búhos reales y chovas piquirrojas.

Lo mejor para encontrarse por el camino con los animales es guardar silencio; enseguida, se cruza una perdiz huidiza pero que se deja mirar antes de esconderse en el frondoso pinar. Esta masa forestal se taló casi entera en los 70, aunque conserva rodales maduros y también baladres, e incluso palmitos, bayón y acebuches en sus zonas más soleadas.

Éste también es territorio del mediano cárabo y, en la zona baja, del mochuelo. Continuando por la pista, a la derecha, en un pequeño abrigo, verán una Virgen puesta por Antonio Templado y junto a ella y agarrados a las rocas, los zapaticos de la virgen, una planta rupícola con diminutas y deliciosas flores. Más adelante, antes del cartel de confirmación del itinerario de PR, en la curva y bajo la cresta rocosa, hay que seguir recto, hacia las antenas repetidoras. Es el primer punto de observación de esta deliciosa ruta. Desde ahí y por la mañana se ve a las cabras montés subir tras saciar su sed de pasto, hierba fresca y agua en el valle. En los apriscos rocosos que se observan desde ese altozano, se mueven las cabras y también es fácil avistar al muflón. También se ven los diques de mampostería construidos a principios del siglo pasado. Hoy, totalmente integrados en el paisaje, albergan madrigueras de animales y dan soporte a helechos y doradillas.

Ya de vuelta a la pista, enseguida se entra en el barranco de la Bellota, el trazado va paralelo a la Cañada Real de la Sierra del Oro y el canto de un herrerillo capuchino anuncia el imponente Pico del Águila, otro más en la Región.

Aunque la falta de agua no ha hecho explotar del todo la primavera, en la umbría se deja notar y llama la atención un manojo de azulonas coronillas de fraile. Ya solo hay que seguir ascendiendo hasta llegar al collado de los Morteros. En este punto y junto a un bebedero para fauna vacío y abandonado, parte un estrecho sendero que desciende por el barranco del Mortero. Si lo siguen, podrán llegar al famoso mortero que le da nombre. Una cazoleta tallada por el hombre en la Edad del Piedra, que sirvió para recoger agua de lluvia y garantizar el suministro o la caza, atrayendo a la fauna como bebedero. Junto a este calderón de tierra adentro se encontró en su día industria lítica, aunque nunca se ha hecho una prospección arqueológica. Es BIC, así que respeten este testigo de la relación del hombre con la Sierra del Oro desde sus primeros pasos.

Cucos y oropéndolas

Vuelvan de nuevo a la pista y sigan subiendo hasta llegar al Mirador de la Cruz o del Mortero, nuestro destino y el lugar donde observar a las aves migrando, pero también el paisaje que circunda: La Viñica, con sus huertas y palmeras; el cabezo Ainás, en medio de los Llanos del Cagitán; la Sierra de Ricote, La Navela, el Azud de Ojós, Blanca, la Sierra del Solán y el Castillo de Ricote.

Con paciencia (como la de los surferos que esperan la gran ola) y unos prismáticos o telescopio, desde este mirador excepcional podrá ver el paso del águila culebrera, la calzada, los ratoneros, los milanos, el halcón abejero y el peregrino, el arrendajo, el pito real o el garrapino, abejarucos, oropéndolas, cucos, críalos, golondrinas y vencejos, los aviones roqueros y también cuervos, escucharán al mito y verán sobrevolar la zona por el cernícalo.

Cuando hayan cumplido su objetivo, no tienen nada más que volver sobre sus pasos y acudir al fresco Parque de Abarán a reponer fuerzas.

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