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La calle Ángel Bruna, con Severo Ochoa al fondo. :: A. G. / AGM
El alcalde que abrió las puertas al Ensanche
CARTAGENEROS EN EL CALLEJERO

El alcalde que abrió las puertas al Ensanche

JOSÉ MONERRI

Lunes, 25 de enero 2010, 01:16

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El 8 de abril de 1905, en el Pleno del Ayuntamiento de Cartagena se leyó una moción firmada por varios concejales que recordaba «con inmenso júbilo, el acto realizado el 17 de mayo de 1902 por el malogrado alcalde de esta ciudad don Ángel Bruna Egea, dando comienzo al derribo de las murallas, con lo cual esta población ha conseguido una de sus mayores aspiraciones, permitiéndole ensanchar y mejorar notablemente la higiene de la misma. En pocas ocasiones se ha mostrado la opinión pública tan unánime en sus alabanzas como al tratar del acto referido anteriormente y con él puede perpetuar el nombre querido del que fue alcalde de Cartagena y demostró siempre actividad y celo en el desempeño de tan importante cargo y sus constantes sacrificios y gran entusiasmo en pro de los intereses de esta población».

Los ediles proponían llamar a la calle catorce del Ensanche calle Ángel Bruna, y se aprobó por unanimidad. La vía nace en la plaza de López Pinto y acaba en la plaza de Severo Ochoa. Es una de las más largas de Cartagena.

Ángel Bruna Egea nació en Cartagena el 23 de marzo de 1850 y falleció en ella el 7 de marzo de 1905. El solemne acto de su entierro fue una sentida manifestación de duelo. Todas las clases sociales rindieron el último tributo a tan ilustre patricio, como escribió Federico Casal. Por el partido liberal dinástico de Sagasta presidió el general Ángel Aznar, jefe del comité local.

Ángel Bruna ocupó la alcaldía del 6 de marzo de 1901 al 7 de diciembre de 1902, y efectuó en tan corto espacio de tiempo una plausible labor a favor de los intereses generales de la población que culminó en las gestiones altamente trascendentes que fueron los jalones para la expansión de la urbe y su progreso cultural.

Escuelas industriales

Nos referimos al derribo de las murallas, a lo que hay que añadir el envío de dos ilustres maestros nacionales, don Enrique Martínez Muñoz y don Félix Martí Alpera, a recorrer y estudiar los principales centros escolares de Europa para implantar en las escuelas cartageneras novísimos procedimientos pedagógicos. Otros afirman que el derribo hizo posible la expansión de la ciudad y constituyó su gran éxito.

Sin embargo, fue censurado al cometer el error de no conservar las puertas de acceso a las murallas como elementos ornamentales de la ciudad. Durante su mandato promocionó la apertura de un concurso de proyectos para la construcción de un barrio obrero en el Ensanche y se fundaron las Escuelas Industriales.

Relleno para el puerto

Pérez Rojas escribe que en 1888 se llevaron a cabo las negociaciones entre el ramo de guerra y el municipio para que aquél cediese por un millón de pesetas los terrenos de la Muralla del mar y su zona. Una Real Orden de 15 de noviembre de 1888 aprobó la permuta, pero el primer derribo del lienzo de la muralla no se inició hasta que el Ministerio de la Gobernación lo permitió en 1891. Era alcalde Cirilo Molina Cros.

Desde 1900 hubo una demolición más sistemática de las murallas hasta el derribo en 1902 con Bruna. Se derribó la parte Este, la más sujeta a la servidumbre de las zonas militares. Con el fin de darle mayor énfasis y solemnidad a un hecho considerado como de tan gran trascendencia para la ciudad, se hizo coincidir la fecha del derribo con la proclamación de Alfonso XIII y la Jura de la Constitución el 17 de mayo de 1902.

Esto aumentó la animación y la importancia de unos espléndidos festejos que duraron varios días. En sus más mínimos aspectos el derribo de las murallas era también un hecho económico y especulativo. Los mismos materiales de los glacis eran cotizados en una ciudad donde el material constructivo tenía un alto precio.

Entre otros usos, las murallas fueron aprovechadas como relleno para las obras del puerto. No hay ninguna queja, muy al contrario se definía como «todo júbilo». De manera lenta, la ciudad iniciaba un proceso de transformación urbana: en 1902, empezaban las obras del Ensanche.

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