José Perona y Arturo Pérez-Reverte, fotografiados en junio de 2008 en Santillana del Mar. / JOSÉ BELMONTE
Sociedad

La muerte arrebata a José Perona en pleno apogeo vital e intelectual

Un ictus cerebral mantuvo varias semanas ingresado al autor de 'Manual de descreencias', cuyo funeral tendrá lugar hoy en Espinardo

ANTONIO ARCO

Miércoles, 4 de marzo 2009, 09:42

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Un día amargo y lluvioso el de ayer, un día ácido. Tenía José Perona, natural de Cuenca pero afincado en Murcia desde hace décadas, un hermano, Jesús, al que cuidaba y quería como a un hijo; un hijo, Manuel, al que cuidaba y quería como a un hermano; y una mujer, Belén, que era el principio y el fin de todo para él, la tienda del desierto en la que moraba agradecido en esta vida de paso; y tenía también un puñado selecto de amigos, entre los que se encontraba orgulloso de serlo Arturo Pérez-Reverte, que ayer estaban derrotados. Porque, ayer, José Perona, quien recorría sin prisa alguna la parte final de su década de los 50 años, murió, en el Hospital Virgen de la Arrixaca, tras permanecer allí ingresado varias semanas a raíz de padecer el ictus cerebral que ha acabado con su vida y el apogeo intelectual del que disfrutaba este maestro de Gramática, como él quería ser llamado, catedrático de la Universidad de Murcia y amante del saber y la existencia a sorbos.

El rector de la UMU, José Antonio Cobacho, dijo ayer que con la muerte de José Perona, cuyo funeral tendrá lugar hoy, a las 11.00 horas, en el Tanatorio de Jesús, en Espinardo, «nuestra institución pierde a uno de sus personajes más destacados y de una gran valía».

Perona, autor de libros sabrosos y extraños como su , fue hasta el final colaborador de Opinión de y, entre 1994 y 1998, director del Aula de Cultura del periódico, en el que su último artículo apareció el 26 de agosto de 2008. Titulado , en él hacia unas reflexiones a partir del trágico accidente de un avión de Spanair, ocurrido en Barajas, que costó la vida a 153 personas. Perona, durísimo en este artículo en su crítica a políticos y medios de comunicación, concluía sus notas con la siguiente exclamación:

Unos meses antes, en julio de 2008, quiso dejar clara, a través de estas mismas páginas, su adhesión «al manifiesto en defensa de la lengua castellana (que yo adjetivo de española, faltaría más) firmado por Savater y otros escritores».

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Muy crítico con , entre las cosas que le repateaban figuraban las , título del artículo que publicó el 23 de febrero de 2008 y en el que se podía leer: «El abajo firmante promete, por su conciencia y honor, no leer, escuchar ni ver ningún debate en la radio, en la televisión y en la prensa ni nada que tenga que ver con las elecciones del 9 de marzo».

«Occidente ha desaparecido, hace falta cuanto antes un apocalipsis», decía enérgico el maestro de Gramática cuando arremetía contra la cultura de masas y los bárbaros contemporáneos. Sin pudor alguno, José Perona reconocía abiertamente no sentir ningún respeto por muchos de sus semejantes. Autor del libro , con todas las páginas en blanco, y responsable de una edición crítica de la obra latina de Nebrija , su visión de Europa era demoledora/desoladora. «Que llegue el apocalipsis de una vez», proponía. Pero no era tan fiero el león -culto, escéptico, amargamente lúcido- como lo pintaban. «Me enternece cuando mi mujer compra un ramo de rosas en el mercado», contaba. Sabía latín y griego, era pacífico pero , y solía decir: «Yo pertenezco al pasado».

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Contra las masas

José Perona ponía certero el acento en un mal perturbador que se ha hecho con el control. Y no hay agente 007 que pueda con él. «El peor cáncer de este tiempo es que las masas hayan aprendido a leer, porque así la inteligencia se ha puesto a su servicio y se ha degradado. Hay que escribir lo que el vulgo pide», se lamentaba tras denunciar que «el pensamiento tiende hoy a ser autista, antisocial. Si las masas saben leer o saben ver la televisión habrá que darles lo que éstas piden».

Era radical, no le gustaban ni las medias tintas, ni los tibios, ni los sumisos. «La conclusión es que no hay solución. Toda la cultura europea se ha ido a la mierda, lo cual no deja de ser ni bueno ni malo, pero para mí es una catástrofe. Occidente ha desaparecido». No podía con la ignorancia, aunque la soportaba mejor siempre que, eso sí, la cerveza estuviese casi helada. No habrá otro maestro de Gramática como José Perona, irónico, divertido, vital. Dijo a sus amigos: «He soñado siempre con vivir en un mundo que se acaba, y donde sólo me quedan el buen vino y la buena cerveza que no sean muy caros, porque yo soy pobre. Los bárbaros son la solución: venían, arrasaban y se pasaban quinientos años otra vez».

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Los bárbaros ya no podrán cruzarse en su camino, que ha recorrido como le ha dado la gana.

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