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EDITORIAL

Descuento turístico

PPLL

Lunes, 15 de septiembre 2008, 03:11

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La crisis económica no ha afectado al turismo tanto como a otros sectores de la economía. Pero es evidente que la revisión de las prioridades de gasto de los ciudadanos y de las familias ha modificado ya durante el verano algunas pautas en la organización de las vacaciones en el conjunto de Europa. Viajar más cerca del domicilio habitual y hacerlo durante menos días ha sido el recurso por el que muchas personas han optado para asegurarse unas vacaciones más acordes con estos momentos de zozobra, además de prescindir de determinados consumos y servicios. A la espera de que el próximo mes de octubre tanto las organizaciones del sector como las instituciones responsables ofrezcan el balance de la temporada alta en España, cabe suponer que junto a una reducción general, aunque moderada, de la facturación turística se han producido cambios en la demanda que la oferta existente no debería pasar por alto. Porque si bien han podido producirse variaciones en los deseos del turista y del viajero que pudieran resultar coyunturales y pasajeras, es probable que otras tiendan a afianzarse gracias a la crisis. El transcurso de lo que queda del año dará cuenta de la evolución del turismo de negocios y del que se realiza fuera del verano. Pero tanto el incremento en la demanda de la fórmula del «todo incluido» como el retraimiento en los gastos de restauración o en servicios complementarios a la estancia hotelera o residencial pueden reflejar cambios de calado. Además, la posibilidad creciente de concertar viajes en el último momento, el recurso a las previsiones meteorológicas para adoptar la decisión final sobre unas breves vacaciones, los efectos que la crisis inmobiliaria conlleve en la determinación de la oferta turística, las consecuencias que acarreen en tarifas y vuelos las dificultades por las que atraviesan numerosas compañías aéreas o la previsible reordenación del sector de grandes operadores componen un cuadro extenso de factores que van a obligar a la oferta turística de nuestro país a una gestión más flexible de su catálogo y a su constante mejora y profesionalización. Un empeño en el que ni las grandes cadenas hoteleras ni el más modesto establecimiento pueden quedarse a la espera de lo que depare una crisis cuyo impacto se suma a la fuerte competencia que ejercen otros países tan atractivos como el nuestro para los europeos.

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