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EDITORIAL

Más confianza

PPLL

Jueves, 4 de septiembre 2008, 03:22

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El aumento durante el mes de agosto del Índice de Confianza de los Consumidores no puede soslayar el dato más relevante: la caída ininterrumpida de dicho índice a lo largo del último año, pasando de 86,5 en agosto de 2007 a 51,4 doce meses después. La recuperación de la confianza de los consumidores -que en julio había descendido a 46,3- obedece probablemente a que el drástico decaimiento de la confianza ciudadana había llegado a tocar suelo y a la disposición subjetiva a encarar el futuro con optimismo valiéndose de aquellos indicadores -como la contención a la baja de la inflación, el precio del dinero o el del petróleo- que contrastan con la preocupación generalizada por el paro. Aunque también a la propia moderación de las perspectivas personales y familiares en cuanto al ahorro o al consumo. A la espera de los resultados de la encuesta que en el mismo sentido publique el CIS, todo parece indicar que la sociedad española está encarando las consecuencias de la crisis consciente de lo que ocurre, pero con la templanza necesaria para afrontar un prolongado período de incertidumbre. Pero sería deplorable que las instituciones, el Gobierno y las demás administraciones, lleguen a interpretar esa tranquilidad social como si les permitiera ahorrarse esfuerzos o posponer actuaciones. La tentación de cifrar las esperanzas en la recuperación económica a partir de 2009 puede resultar coherente con las dificultades que ha mostrado el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero para aceptar la gravedad de la crisis. La reanudación ayer del diálogo social entre el Gobierno, los sindicatos y las organizaciones empresariales brinda el ámbito más adecuado para procurar una acción pública concertada. Pero la lentitud y la cautela con la que parecen desarrollarse los contactos entre las tres partes permite pensar que todas ellas se encuentran a la espera de las noticias que la economía de las empresas vaya ofreciendo a la vuelta de las vacaciones. Horas antes del encuentro en el Ministerio de Trabajo, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, advertía de que «las familias no pueden pagar la crisis por los cuatro costados», refiriéndose con ello a la concurrencia de la inflación, el desempleo, las hipotecas y el ajuste salarial. Pero aunque la inflación y el euríbor aporten mejores noticias, el mercado laboral quedará irremisiblemente sujeto a los efectos de una crisis que pondrá a prueba el sentido mismo del diálogo social. Los compromisos del Ministerio de Trabajo de revisar los planes de empleo vigentes, mejorar los Servicios Públicos de Empleo, reformar la Formación Profesional y desarrollar el Estatuto del Trabajador Autónomo son iniciativas de antemano necesarias que en estos momentos adquieren carácter de urgencia. Pero la confianza que la sociedad y los actores de la economía precisan exige que el Gobierno pase de una vez de la fase de estudio al de la aplicación, a poder ser consensuada, de medidas que contribuyan a reactivar el empleo.

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