La Seda olió a arroz y yuca
Varios centenares de bolivianos celebraron ayer en Murcia la fiesta nacional de su país
J. P. PARRA
Lunes, 11 de agosto 2008, 10:06
Juana Miranda ofrece, hospitalaria, un vaso de chicha, una bebida cuya base es el maíz y que, con más de 35 grados a la sombra, corre por el jardín de la Seda haciendo las veces de refrescante sangría. «Al principio puede que tenga un sabor extraño, como ocurre con todo lo nuevo», advierte Juana instantes antes de abandonar la conversación para encaramarse a un banco dispuesta a mover el esqueleto con un baile de la región de Cochabamba. Arranca la música y todo el parque es ya una fiesta.
Varios centenares de bolivianos se acercaron ayer a La Seda para disfrutar de un encuentro cultural organizado por el consulado de este país en Murcia con motivo del Día Nacional de Bolivia, que se conmemora el 6 de agosto. Según los datos del padrón municipal, en la Región viven más de 20.000 bolivianos. Ayer pudieron sentirse por un día más cerca de su país. La música se mezcló con el olor a choclo (maíz) y al chicharrón de cerdo, mientras los más valientes se atrevían con los locotos (pimientos picantes) del pique macho, un plato explosivo. Algunos aprovecharon para sacar del ropero los trajes tradicionales de su tierra. Judith López, vestida como las campesinas de La Paz, dio rienda suelta a la nostalgia. «Llevo tres años en Murcia y estoy muy contenta, pero volveré a mi país en el futuro; es mi casa». Trabaja cuidando a una pareja de ancianos a la que adora -«me tratan como si fuese de la familia»- y de momento consigue capear la crisis económica, que en los últimos meses ha empezado a azotar con fuerza a los trabajadores inmigrantes de la Región.
Ayer, sin embargo, no había lugar para el pesimismo. Sí lo había, en cambio, para el mestizaje cultural. Viviana Medina, embutida en un colorido vestuario, se preparaba para bailar caporales -una danza que hunde sus raíces en los ritmos que introdujeron los esclavos negros- mientras su marido, un murciano, repartía yuca asada entre los espectadores. «Nos casamos hace tres años y nuestra idea es ir algún día a vivir a Bolivia -explicaba Viviana-; a mi marido le encanta la idea». Su matrimonio tiende puentes, una obsesión que también comparte Dalva César, vicepresidenta de la asociación Pueblos del Sol y comerciante con espíritu emprendedor. Lleva cuatro años en España, tiene dos hijos y acaba de abrir su propio negocio de bisutería, con el que anda entusiasmada. «La unión entre todos es el espíritu de esta fiesta», resumía entre platos de arroz y yuca.
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