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TRIUNFADOR. Juan Belda, durante su afortunada actuación de ayer en Fortuna. / NACHO GARCÍA / AGM
Juan Belda, profeta en su tierra, corta cuatro orejas y un rabo en Fortuna
SOCIEDAD

Juan Belda, profeta en su tierra, corta cuatro orejas y un rabo en Fortuna

F. OJADOS

Lunes, 31 de marzo 2008, 03:31

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El buen juego de los novillos de Martín Lorca lidiados ayer en Fortuna acompañó a que la tarde acabara con los tres novilleros saliendo por la puerta grande, después de repartirse nueve orejas y un rabo. Abrió el plaza el toledano José Germán, que sorteó un buen lote destacando el novillo lidiado en cuatro lugar, de juego excelente y que fue premiado con la vuelta al ruedo. De su primero, cortó una oreja por una faena en la que puso ganas e incluso sufrió una voltereta. La rubrica a su trasteo fue una entera y tres descabellos.

No era fácil estar a la altura del segundo de su lote. José Germán hizo una faena larga, en la que no se cansó de torear, por uno y otro pitón. Las cosas, a veces, no salieron con la limpieza y la brillantez deseada, pero no se le puede negar al chaval ganas de torear y valor. El paisano Juan Belda contó con el apoyo del público que llenó la plaza en más de su mitad. Su primero fue un novillo que siguió con clase los engaños.

El de Fortuna puso raza desde la larga cambiada de recibo, seguida de un ramillete de verónicas, y la revolera hasta el final de su actuación. Su faena de muleta la planteó citando de largo en los medios y dejándose venir al novillo en dos pases cambiados por la espalda. Continuó dando distancias en los cites para iniciar las series que tuvieron transmisión y calaron fácilmente en el tendido. La segunda oreja fue algo generosa después de cinco descabellos.

La algarabía general vino a la muerte del quinto, que rodó sin puntilla tras la estocada de Belda. Este astado no tuvo la clase de sus hermanos y se quedó a media embestida. Atropelló el joven murciano a veces la razón y sufrió un revolcón al medirlo el de Martín Lorca.

Dámaso González paseó las dos orejas del tercero de la tarde por una faena larga que resultó sosa y larga, donde lo más entonado vino al final en una tanda con la derecha, con el torero despatarrado y llevando larga la embestida del animal. El sexto dio menos opciones de lucimiento, por mansito y distraído. Acabó rajado.

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