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JOSÉ IBARROLA
Un poco de sosiego, por favor
DÍA TRAS DÍA

Un poco de sosiego, por favor

GINÉS CONESA

Martes, 19 de febrero 2008, 01:53

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Hay demasiado ruido. Si durante cuatro años estamos asistiendo a una de las legislaturas con mayores exabruptos y descalificaciones de las que se tiene memoria en nuestros treinta últimos años de democracia, lo de la campaña electoral ya me resulta insufrible. La táctica es dudar de todo y a ver quién grita más. De verdad que cada vez me alejo más de páginas y espacios informativos referidos a la cosa política. No sé si será por el escepticismo que te proporcionan los años. Quizá se deba al tedio que provoca la rutina, pero en cualquier caso para personas como el arriba firmante, cuyo grado de felicidad terrenal está en proporción directa con la paz que respire en su derredor, esto de la discrepancia furibunda les (nos) viene demasiado ancho. Y todo porque los principales protagonistas de la película no practican lo que dicen. Predican pero no dan trigo.

Veamos algún ejemplo: «Todas las personas son iguales ante la Ley sin distinción de sexo ». Mentira. La mujer sigue siendo discriminada. Por los restos del machismo tantos años imperante, la mujer sufre maltrato. No ya con la salvaje espiral de violencia bajo el cavernícola lema de «pa mí o pa nadie» sino, de modo cotidiano, en el trabajo. Misma tarea y peor sueldo. Y eso que ya viene demostrando durante años que, por término medio, sus méritos curriculares son superiores a los de los hombres. Y eso que, puesto que son las únicas que pueden parir, de ellas depende que la clásica pirámide poblacional no termine de convertirse en una circunferencia y, finalmente, en pirámide invertida que se desplomará por la falta de base. Adiós pensiones.

Otro: «El voto iguala a las personas. Todos los votos valen lo mismo». Falso. El sistema electoral español permite que un mismo escaño en el Congreso de los Diputados valga menos votos que otros. Depende de la provincia y de su número de electores. Lograr un escaño por una provincia poco poblada puede valer más de diez veces menos número de votos que por otra de más población. Por ahí se explica que nacionalistas catalanes y vascos tengan o hayan tenido menos votos, pero más escaños que Izquierda Unida. De ahí proviene la incoherencia de que un partido político pueda tener más sufragios y, sin embargo, tenga menos representación institucional.

¿Y por qué no se cambia la ley? Porque no les conviene a los dos grandes partidos españoles que son los que se benefician de esa falta de proporcionalidad, que son los que hacen las leyes y que son los que deciden sus propios sueldos que reciben subidas manifiestamente superiores a la del IPC. Es en lo único que no se pelean. En lo demás, a ver quién dice la barbaridad más gorda. O la conclusión más simplista. Nos tratan como a tontos. Tal vez lo seamos. Lo somos.

Y bajo ese paraguas partidista, todo cabe. Los afectados por la estafa de Forum Filatélico quieren que se les restituya el dinero perdido y echaban pestes el otro día contra Zapatero. Pidieron el voto para el PP porque Rajoy les ha enviado una carta prometiéndoles compensaciones. Con el dinero de todos, claro. Hasta su esclavejío, el Forum llevaba 30 años funcionando y durante ese tiempo no tengo noticia de que quienes pudieran haber recibido alguna renta por sus inversiones hayan salido en manifestación para compartir sus dividendos con el resto de compatriotas. No digo yo que se les deje tirados. A ver qué puede hacerse. Pero de ahí a que el Gobierno de turno sea el culpable hay un trecho egoísta muy grande.

Hay más ejemplos, muchos más, pero me detendré en uno especialmente repugnante, cual fue el de los insultos y el «¿que te maten!» dirigido a María San Gil en Santiago de Compostela. Ya saben, también es culpa de Zapatero, según se ha dicho y escrito por parte de políticos y afectos. Una simpleza más que viene a engrosar la lista de actitudes en las que, precisamente los políticos, no han sido arquetipo de tolerancia ni buen gusto.

A Zapatero se le ha denigrado llamándole «bobo solemne», «traidor», «cobarde», «visionario» y varias lindezas más. Desde el otro lado, a Rajoy se le calificado de «radical», «extremista», «xenófobo»

Y así es como van creando este ambiente tan desapacible. Abonan el terreno. El personal va tomando apuntes y luego los pasa a limpio repitiendo opiniones exaltadas o, como en el caso de Santiago, unos incontrolados radicales dicen esa serie de barbaridades que culminan deseando la muerte.

Odio al discrepante, vaticinio de un nuevo Apocalipsis si ganan los otros. Es la indeseable espiral a la que conducen quienes practican el todo vale por lograr un voto. Como el mío también cuenta, les pido, por favor, un poco de sosiego. Y si se tercia, lo exijo.

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