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MERCEDES GALLEGO
Jueves, 14 de febrero 2008, 01:30
A Hillary Clinton no le faltaban ayer motivos para esconder frustración detrás de la enorme sonrisa que exhibió en El Paso (Texas), pero el principal no estaba en haber perdido las tres primarias del martes, que ya se veía venir, sino en las encuestas de salida. Ahí se descubrió que Barack Obama le está comiendo terreno entre su electorado natural: las mujeres, los latinos y los mayores de 65 años.
Era el dato más preocupante. Según los analistas, el impacto psicológico de las cinco victorias que cosechara Obama durante el fin de semana ha convencido a muchos de que será el ganador. Según un análisis de CNN, apenas una semana antes Obama se llevó sólo un 35% de los mayores de 65 años, mientras que este martes, en Maryland, cosechó el 51%. Entre las mujeres ha subido su marca del 43% al 59%, y entre los latinos del 47% al 53%. Los jóvenes de entre 18 y 29 años ya estaban ganados, pero incluso entre ellos se ha superado: del 57% al 68%. El consuelo de Clinton es que el porcentaje de latinos en los estados que votaron el martes es mínimo, comparado con los que la aclaman en Texas. Allí, suponen la mitad del electorado demócrata.
Otro dato que escocía en su derrota era el porcentaje. Obama ganó la capital federal por un abrumador 74% a 24%, Maryland por 62% a 35% y Virginia, el único estado en que sus asesores veían posibilidades de dar la sorpresa, por 64% a 36%.
Y lo que es peor, la racha no va a parar. El martes vota Hawai, el estado natal de Obama y Wisconsin, donde la ex primera dama parece haber tirado la toalla, inexplicablemente para los analistas.
Muchos creen que Clinton tenía posibilidades de ganar este estado vecino a Michigan, donde ganó en solitaria competición. Ella ha preferido saltárselo y apostar por Texas, que junto con Ohio es el premio gordo del 4 de marzo (Bill Clinton hace campaña en Ohio, mientra ella se ha parapetado en Texas). La estrategia es considerada sucida por algunos analistas, que no creen que la campaña de Clinton pueda aguantar tanto tiempo sin anotarse una victoria, y opinan que debe parar a Obama en Wisconsin. Ella no los escucha, tiene su propia estrategia, que en esta campaña suena familiar. «Hay dos palabras que deberían meterle el miedo en el cuerpo», opinó el analista Jeffrey Toobin: «Rudy Giuliani».
Relevos
La crisis electoral de Clinton se cobró ayer una nueva cabeza, la de Mike Henry, el director adjunto de sus campaña. Sus asesores lo vendieron como una dimisión natural después de que la víspera se retirase la directora Patti Solis. Al frente se ha situado una vieja amiga de la exprimera dama Maggie Williams, que fue llamada a filas durante la crisis de New Hampshire. Ese día, cuando las encuestas le auguraban una derrota de 13 puntos, Clinton dio sacudió su equipo.
Dicen que el mensaje de la experiencia que ha vendido la ha encasillado dentro del «establishment» y le ha abierto camino a la arrolladora «esperanza» de Obama, que está inspirando a una nueva generación. La senadora está dispuesta a hacerse fuerte en Texas, donde empezase a trabajar para el Partido Demócrata hace 35 años registrando a votantes hispanos de la frontera. Allí tendrá una oportunidad de repunte la semana que viene en el debate organizado por la cadena Univisión.
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