Raquel Jódar: «La ley del Mar Menor sigue sin desarrollarse tras año y medio»

– Puede que muchas personas no tengan claro cuáles son las diferencias entre un biólogo y un ambientólogo.

– La titulación de Ciencias Ambientales surgió como respuesta a la necesidad de formar profesionales especializados en todos los aspectos multisectoriales que confluyen en el estudio y análisis del medio ambiente. Biólogos y ambientólogos tenemos una base común, pero en los últimos años de la carrera de Ciencias Ambientales, a diferencia de los biólogos, la formación en biodiversidad se complementa con otras materias como el Derecho, la Economía, la contaminación atmosférica, la gestión de residuos, la gestión del agua, la evaluación ambiental, la ordenación del territorio y otras herramientas de gestión.

– A su juicio, ¿cuál es el principal problema medioambiental de la Región de Murcia?

– Evidentemente, la situación del Mar Menor. Se trata de un ecosistema en el que intervienen diversos factores e intereses, y cuya mejora va a requerir el esfuerzo de todos los sectores implicados: político, social y económico.

– El 'shock' del Mar Menor es tan mediático que parece no existir otro problema ambiental en la Región. ¿Cuáles preocupan también en el Colegio?

– Claro está que medio ambiente no es solo medio natural. La contaminación atmosférica y la calidad del aire, la afección al territorio del cambio climático y la gestión de residuos de forma ilícita también preocupan a nuestro colegio profesional.

– ¿Cree que se está abordando adecuadamente la crisis del Mar Menor? ¿Qué habría que hacer?

– Desde el Colegio de Ambientólogos siempre hemos defendido la necesidad de abordar la problemática del Mar Menor desde un punto de vista multidisciplinar, y por ello consideramos de vital importancia la incorporación de ambientólogos en los equipos de trabajo e investigación, por lo mucho que podemos aportar.

– ¿Qué opinión le merecen la hoja de ruta del Ministerio para el Mar Menor y las iniciativas del Gobierno regional?

– Valoramos positivamente que desde el Gobierno de la nación y el Gobierno regional se lleven a cabo iniciativas para la recuperación y conservación de un espacio natural tan singular. Pero no debe ser una acción puntual; el medio ambiente tiene unos plazos amplios y requiere de un cuidado continuo y una perspectiva en términos de décadas o lustros. Desde nuestro punto de vista, el Mar Menor precisa de una interacción y una actuación conjunta y unida entre todas las administraciones públicas implicadas. El conocimiento técnico de los empleados públicos debería tener una presencia continuada y aunando esfuerzos en la ejecución y coordinación de medidas, evitando púlpitos y centrados en el trabajo de prevención y de corrección continua.

– Para el Mar Menor, ¿son más acertadas las actuaciones basadas en la naturaleza o es partidaria de infraestructuras como el anillo protector, desalobradoras y salmueroductos que proponen las empresas agrícolas y la Fundación Ingenio?

– Las acciones que afectan al Mar Menor son amplias y numerosas, con sinergias y relaciones que interactúan entre ellas. Es un equilibrio delicado en el que los intereses económicos y sociales deben abordarse con las máximas garantías. Afortunadamente, existen numerosos científicos que están estudiando en profundidad cuáles serían las medidas más idóneas para proteger y mejorar los valores naturales del Mar Menor.

– ¿Piensa que la agricultura y la ganadería intensiva son compatibles con la recuperación del Mar Menor, o cree necesarias medidas más drásticas para limitar estas actividades en el entorno de la laguna?

– El fin del titulado en Ciencias Ambientales es la defensa del medio ambiente, promover la utilización racional de todos los recursos naturales y la protección y mejora de la calidad de la vida de las personas. Bajo esa premisa, hemos de trabajar para que el desarrollo económico no sea incompatible con la conservación de los valores ambientales, y la única forma de garantizarlo es mediante el cumplimiento exhaustivo de la legislación ambiental de todas las índoles, y el desarrollo y puesta en marcha de lo contemplado en leyes como la Ley 3/2020, de 27 de julio, de recuperación y protección del Mar Menor, que tras año y medio continúa sin desarrollarse.

– ¿Por qué cree que el Gobierno regional ha excluido a biólogos y ambientólogos del cuerpo de operadores agroambientales del Mar Menor?

– En agosto de 2020 se presentó una justificación detallada de la capacidad del titulado en Ciencias Ambientales para cumplir las funciones del operador agroambiental. Hemos tenido varias reuniones con responsables técnicos y políticos relacionados con la Ley del Mar Menor al hilo de esta cuestión. Pero, incomprensiblemente, parece ser que los licenciados y graduados en Ciencias Ambientales no van a ser habilitados para asesorar a los agricultores en el cumplimiento de la legislación ambiental en el desarrollo de su actividad. Desconocemos el motivo, y mantenemos la esperanza de que finalmente, y por lógica, nuestra titulación, sin menoscabo de otras, sea incluida como una de las habilitadas, más aún teniendo en cuenta las últimas noticias, en las que se pone de manifiesto que las empresas se topan con la falta de ingenieros agrónomos para cumplir exigencias ambientales.

– Biólogos y ambientólogos se quejan de que están en minoría en la Administración regional frente a ingenieros agrícolas y forestales.

– Es difícil de comprender que a las alturas del desarrollo en materia de medio ambiente en el que nos encontramos, menos de la mitad de los municipios de la Región dispongan de un técnico ambiental. Y de igual modo ocurre en la Administración regional, donde los ambientólogos ni siquiera son el 1% de los profesionales del sector ambiental: tan solo hay dos ambientólogos funcionarios frente a más de dos centenares de ingenieros agrónomos, por ejemplo. Estamos trabajando en lograr el incremento de plazas ofertadas para titulados en Ciencias Ambientales, y aunque en la oferta pública de la Comunidad Autónoma para el presente año se ofertan siete, las consideramos insuficientes.

– ¿Cómo calificaría el estado ambiental de la Región?

– En este momento se está abriendo una nueva etapa de desafíos ambientales en la que hay que llevar a cabo una nueva fase de revisión del Plan de Residuos y del Plan de Calidad del Aire, además del desarrollo y ejecución de la diferentes estrategias regionales, como la de cambio climático, agenda 2030, energía fotovoltaica, economía circular, etc.

– La contaminación del Mar Menor, la bahía de Portmán treinta años sin regenerar, suelos contaminados cerca de núcleos habitados... ¿Qué dice todo esto de la Región, sus dirigentes políticos y sus habitantes?

– La defensa y cuidado del medio ambiente es una disciplina relativamente joven que surgió a consecuencia de una necesidad. Con ello quiero decir que el gran desarrollo industrial y urbano que experimentó nuestro país se llevó a cabo sin prejuicios ni contemplaciones proteccionistas sobre el medio ambiente. Debido a los problemas que de ello se derivaron, surgió la conciencia ambiental y la necesidad de regular el uso de los recursos naturales. Muchos de los problemas ambientales que hoy tratamos de mitigar y solucionar tienen su origen en aquel desarrollo en el que todo valía, y por desgracia, algunos con complicada solución. Afortunadamente, la mentalidad en la población ha cambiado, y la sensibilización, gracias a la labor de profesionales, entre los que se encuentran los ambientólogos, han contribuido a este cambio de rumbo.

– Los fondos Next Generation son una buena oportunidad para reformular la economía tras la sacudida de la pandemia. ¿En qué deberían emplearse?

– Principalmente en la puesta en marcha de las medidas para la implantación de la economía circular en empresas y sociedad en general; medidas de adaptación al cambio climático para empresas y administraciones locales; medidas para el cumplimiento de objetivos ambientales en los recursos hídricos... Todo ello redundará en la mejora del estado ambiental de la Región y el cambio de modelo productivo.

– ¿Qué medidas habría que tomar urgentemente, o qué líneas de actuación habría que priorizar, para que no nos arrolle la emergencia climática?

– En primer lugar, la adaptación de planes urbanísticos y ordenación del territorio. En segundo, medidas para continuar impulsando la transición a energías renovables. Estas dos patas son primordiales para comenzar la adaptación al cambio climático.

– La pandemia nos ha recordado que salud y buen estado del medio ambiente van unidos. ¿Qué lecciones debemos sacar?

– Si algo nos ha enseñado la pandemia es que es necesario resolver las situaciones de crisis que afecten a nuestra sociedad con apoyo de la ciencia. La figura del ambientólogo aparece aquí con gran protagonismo en la resolución de problemas ambientales desde una perspectiva científica. Y prevenir y gestionar con profesionalidad nuestro medio ambiente puede ayudarnos a paliar o evitar los efectos derivados de crisis ambientales actuales y futuras, como el cambio climático.