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Sábado, 22 de septiembre 2018, 02:32
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El Mar Menor ha superado la prueba del verano: las altas temperaturas de los meses de julio y agosto no han empeorado el estado de sus aguas, como se temía, y el humedal sigue avanzando en su lenta recuperación después del episodio de eutrofización que lo tiñó de verde en la primavera de 2016. Los últimos análisis, con datos de hace solo unos días, muestran un descenso en los niveles de nutrientes y de clorofila. También se aprecia una clara recuperación de la vida marina, con una extensión creciente de los fondos ocupados por praderas marinas y de los organismos asociados a la vegetación sumergida, que en el peor momento del 'bloom' de fitoplancton llegó a perder el 85% de su superficie.
Esta información se expuso ayer, con todas las cautelas, en una reunión del Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor que se celebró en la sede del Consejo Económico y Social, en Murcia. El portavoz de este órgano consultivo, el catedrático de la UMU Ángel Pérez Ruzafa, fue el encargado de desgranar el último informe sobre el estado ecológico de la laguna. Según la información recogida por técnicos de la Consejería de Empleo, Universidades, Empresa y Medio Ambiente, la evolución de los diferentes parámetros analizados demuestra que la laguna sigue recobrando su capacidad de autorregulación, explicó el investigador.
5 metros de media alcanza la transparencia en las aguas del Mar Menor. El año pasado, solo uno.
40 / 50 centímetros es ahora más profundo el Mar Menor, debido a la pérdida de las praderas marinas.
85% de las praderas marinas perdió la laguna entre los años 2016 y 2017 por el 'bloom' de fitoplancton.
86 fondeos ecológicos alrededor de las islas no han bastado para proteger a la colonia de nacras.
Todo un respiro para un ecosistema que ha llegado a estar al borde del colapso y para el que se esperaba un verano complicado: investigadores de la Politécnica de Cartagena y del Instituto Español de Oceanografía (IEO) vaticinaron a principios de agosto un posible aumento de la turbidez, por el aporte de nutrientes desde el sedimento hasta la columna de agua, en caso de una fuerte subida del termómetro. Por suerte, la temperatura del agua se contuvo un grado y medio por debajo de los niveles del año pasado.
Más señales positivas que apuntan a la esperanza: comienza a verse más vida en los fondos, con una presencia relativamente abundante de las especies más relevantes de vegetación y fauna. El estudio destaca la presencia de extensiones amplias de fondos arenosos con zonas colonizadas por el alga 'Acetabularia calyculus', que ha prosperado hasta ocupar praderas extensas. Estos signos vitales «corroboran una recuperación de las condiciones previas a la crisis de eutrofización», en opinión del director general de Medio Ambiente y Mar Menor, Antonio Luengo.
La menor presencia de sustancias procedentes de los efluentes de la intensa actividad agrícola que soporta este espacio natural ha propiciado unos mayores índices de transparencia, asegura el Gobierno regional, que se mantienen entre los 4,5 y 5 metros de media, «un dato muy superior al del año pasado por estas fechas, cuando apenas superaba un metro», señala Antonio Luengo. «La mayor transparencia favorece que la luz alcance más profundidad, lo que a su vez tiene un efecto muy beneficioso para el conjunto de este ecosistema y el desarrollo de la vida submarina», añade.
«Al no producirse entradas significativas de nutrientes, la concentración de clorofila se ha mantenido baja durante todo el periodo estival y mucho más estable que en años anteriores, lo que ha permitido al Mar Menor superar los efectos de las elevadas temperaturas durante el mes de agosto», insiste el director general.
La intrusión de efluentes en el ecosistema, sin embargo, no se cuantifica desde el pasado mes de enero, como confirma a 'La Verdad' el investigador del Cebas-CSIC Gonzalo González Barberá, encargado de hacer las mediciones por encargo de la Consejería. Este científico estima, no obstante, que la menor presencia de nutrientes en el Mar Menor obedece no solo al cese de los vertidos en superficie sino también a un descenso en los caudales subterráneos por una más que probable bajada del nivel freático.
Buena parte de la reunión del Comité de Asesoramiento Científico se dedicó a la exposición de un detallado estudio del Instituto Español de Oceanografía-Centro Oceanográfico de Murcia, que ha desarrollado cuatro campañas de investigación en la laguna para estudiar su evolución en cada una de las estaciones del año, en las que se producen cambios en el ecosistema debido a los cambios de temperatura, corrientes y otros condicionantes.
Uno de los resultados más llamativos del estudio de batimetría es que el Mar Menor es ahora más profundo, concretamente entre 40 y 50 centímetros de promedio, seguramente por el colapso de las praderas marinas sufrido entre 2016 y 2017. Los datos que se han manejado tradicionalmente sitúan su profundidad máxima en algo menos de siete metros, y la media en cuatro.
Otra conclusión llamativa es que el intercambio de agua con el Mediterráneo es muy intenso. Los aparatos de medición instalados en las golas han registrado una gran actividad, en principio suficiente para garantizar la regeneración natural de las aguas de la laguna.
Este dato se opone a estudios que maneja la Consejería que justificarían una intervención en los canales encaminada a aumentar la entrada de agua al Mar Menor procedente del Mediterráneo. Los científicos siempre se han mostrado muy cautelosos a la hora de dragar las golas por la necesidad de garantizar las condiciones hipersalinas de un humedal que comenzó a recibir especies invasoras precisamente cuando se abrió el canal del Estacio en los años setenta del siglo pasado.
Los 86 fondeos ecológicos habilitados a principios de agosto por la Comunidad Autónoma en torno a las islas del Mar Menor no han bastado para garantizar la conservación de la colonia de nacras ('Pinna nobilis'), algunos de cuyos ejemplares han resultado dañados este verano por las anclas de las embarcaciones. Una situación que obliga a endurecer las medidas para proteger a este molusco bivalvo de gran tamaño, endémico del Mediterráneo, que se encuentra en peligro crítico de extinción y que cuenta en la laguna con un pequeño reservorio que podría resultar vital para el futuro de la especie.
La solución adoptada por la Consejería de Empleo, Universidades, Empresa y Medio Ambiente es declar como Reserva Ecológica Especial la zona del Mar Menor en la que se localizó la colonia de nacras, y donde también sobrevive una población destacable de caballitos de mar ('Hippocampus guttulatus'). El Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor decidió ayer impulsar esta figura de protección, que se aplicará a varios puntos alrededor de las islas y a otra zona localizada al sur del Puerto de Tomás Maestre.
Un estudio exhaustivo de los fondos marinos entre los islotes determinará en qué lugares se prohibirán actividades que puedan afectar a estas poblaciones amenazadas, como el fondeo de embarcaciones, la pesca, la navegación y el baño, siempre «en zonas concretas y acotadas», puntualiza el Gobierno regional. Esta declaración se produjo a petición del Grupo de Trabajo de Ecología Lagunar del Comité de Asesoramiento.
El director general de Medio Ambiente y Mar Menor, Antonio Luengo, destacó tras la celebración de la reunión del Comité de Asesoramiento Científico la importancia de este tipo de medidas «para preservar y proteger la rica biodiversidad de la laguna. La mejora de la calidad de las aguas que se ha registrado en estos últimos meses se está traduciendo en una progresiva recuperación de la flora y fauna submarinas, como es el caso de las nacras y caballitos, el fartet, las doradas y las praderas de 'Cymodocea nodosa», declaró.
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