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El exlíder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) Nigel Farage . EFE
El eurófobo Nigel Farage amenaza con una «revolución británica» en las urnas

El eurófobo Nigel Farage amenaza con una «revolución británica» en las urnas

El exlíder del UKIP, que ganó las europeas en 2014, lanza el Partido del Brexit dando por hecha una nueva convocatoria y advierte que ya no será «un buen tipo»

Iñigo Gurruchaga

Corresponsal. Londres

Viernes, 12 de abril 2019, 20:20

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Nigel Farage dice que ganó dinero con una apuesta 4 a 1 a que ganaba el 'brexit' en el referéndum de 2016 y que ha dejado mil libras, que ahora no llegan a 1.160 euros, en una casa de Londres cuando vio que ofrecían 3 a 1 a que su nuevo partido, Brexit Party, es el que más votos tiene en las elecciones europeas del 23 de mayo. El último sondeo dice que obtendrá el 10% de los votos.

Tres a uno por tal victoria parece un timo, pero Farage, que acaba de cumplir 55 años, es apostador, domina el cálculo mental porque trabajó como intermediario en la bolsa de Londres y no se le puede considerar un chalado después de que su anterior partido, el de la Independencia de Reino Unido (UKIP), realmente ganase las elecciones europeas de 2014 y la consulta sobre la marcha de la UE.

En la presentación de algunos candidatos en una factoría de Coventry- «la lista más impresionante» de cualquier un partido, según él-, utilizó el lenguaje enérgico y aguerrido que estila. Con la emergencia del nuevo partido comienza el 'fightback', el contraataque contra «la terca traición del más grande ejercicio democrático en la historia de la nación».

«La política está rota», sentencia, porque la ejercen «políticos de carrera». Tras la Universidad de Oxford, ingresan en un departamento de investigación de un partido, y llegan al Parlamento o al Gobierno «sin pasión ni causa». «No saben de nada», según Farage. La victoria del Partido Brexit el 23 mayo será «el primer paso de una revolución democrática».

«Es sobre la democracia y la competencia», afirma, aunque su partido no tiene un programa con políticas concretas, que se elaborarán «a su debido tiempo». Los candidatos presentados son variados. Un empresario de origen asiático, una conservadora profesora de Pedagogía en la Universidad de Cambridge también de origen asiático, una mujer que hace campañas contra la política pesquera común en Norfolk,…

Annunziata, hija

Y Annunziata Rees-Mogg. Farage la presentó con sobriedad y, cuando llegó al micrófono, ella confirmó su presencia: «Como ha dicho Nigel, me llamo Annunziata Rees-Mogg». Hay en familias católicas inglesas amaneramiento, quizás para contrarrestar la sospecha histórica de deslealtad hacia la corona y el país anglicanos. Los Rees-Mogg- padre, William, periodista ya fallecido; hijo, Jacob, diputado tory; e hija, Annunziata, candidata- son católicos y amanerados.

Para Farage tener allí a una miembro del Partido Conservador desde 1983, que en su primera frase afirma que está allí «con tristeza, pero nuestra democracia ha sido tan traicionada que siento la necesidad de estar aquí», no es motivo de risa- a pesar de ser fumador, bebedor y golfo, nunca partidario de tristezas- sino la excusa para afirmar que este partido es «un vehículo respetable».

El UKIP fue una jaula de grillos que él lideró hasta la victoria en 2014- pero sin ganar nunca su escaño en Westminster- y está ahora asociado con un movimiento de corte fascista. Farage se desentiende de aquel pasado y con fondos aún no identificados- según él, más de 800.000 mil euros se habrían recaudado por pequeñas donaciones, en los diez primeros días de la página web- aspira ahora a una revolución respetable.

Las elecciones europeas pueden no celebrarse finalmente si May logra la ratificación del Acuerdo de Retirada en mayo y aún con unos cuantos eurodiputados en Estrasburgo- si la incertidumbre sobre el 'brexit' se prolonga-, una revolución británica ocurriría en Westminster. Quién sabe si el Partido Brexit tendrá vuelo y quién sabe qué quiere decir Nigel Farage cuando afirma que ya advirtió que, si tenía que regresar a la política, ya no sería «Mr. Nice Guy», un buen tipo.

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