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Varios lugareños caminan por las calles destruidas de Petobo, Palu. Efe
Indonesia prohíbe la presencia de trabajadores humanitarios extranjeros en la zona del seísmo

Indonesia prohíbe la presencia de trabajadores humanitarios extranjeros en la zona del seísmo

El país siempre se ha mostrado reacio a que se le considere como dependiente de la ayuda exterior a la hora de hacer frente a desastres naturales

EUROPA PRESS

Madrid

Martes, 9 de octubre 2018, 12:37

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Las autoridades indonesias han ordenado este martes que todos los trabajadores humanitarios extranjeros que se encuentran en la zona afectada por el terremoto y el tsunami en Célebes la abandonen y ha advertido a las ONG internacionales que quieran ayudar de que para ello deberán contar con los permisos pertinentes y trabajar con organizaciones locales.

La Agencia Nacional para la Gestión de Desastres (BNPB) ha publicado un aviso con las «regulaciones para las ONG internacionales que quieren ofrecer asistencia en Célebes Central», donde el terremoto y el posterior tsunami del pasado 28 de septiembre han dejado ya al menos 2.100 muertos, según el último balance.

Según ha advertido el organismo en un mensaje publicado en su cuenta de Twitter, «las ONG extranjeras no están autorizadas para ir directamente a terreno» sino que deben llevar a cabo «todas sus actividades en asociación con socios locales». Aquellas que ya se encuentran en la zona afectada y ya han ofrecido ayuda o se disponen a hacerlo «tienen que registrar su asistencia con los ministerios o agencias pertinentes» y recibir autorización para llevar a cabo dicho trabajo junto a socios locales, ha precisado la BNPB.

«Los ciudadanos extranjeros que están trabajando con ONG extranjeras no están autorizados para realizar ninguna actividad en los lugares afectados por los desastres», ha advertido el organismo, subrayando que «se aconseja a las ONG extranjeras que han desplegado a su personal extranjero que lo retire inmediatamente». Según ha precisado la BNPB, «es necesario un monitoreo de los voluntarios extranjeros».

Por último, ha aclarado, «las ONG extranjeras que quieran ofrecer ayuda pueden hacerlo a través de la Cruz Roja Indonesia, con las directrices de los ministerios o agencias respectivos o socios locales».

Según recuerda la agencia Reuters, Indonesia se ha mostrado de forma tradicional reacio a que se le considere como dependiente de la ayuda exterior a la hora de hacer frente desastres naturales y el Gobierno ya rechazó ayuda exterior tras los terremotos que sacudieron en verano la isla de Lombok. Sin embargo, había aceptado dicha ayuda tras la tragedia ocurrida en Célebes.

Brotes de enfermedades

Los trabajadores sanitarios en Indonesia se están esforzando por atender a los decenas de miles de desplazados por el terremoto y el posterior tsunami, ante la falta de cobijo y agua potable, lo que hace temer que pueda producirse brotes de enfermedades.

El balance oficial de muertos del terremoto de 7,5 de magnitud y el tsunami que golpearon la isla de Célebes se eleva ya a 2.010 mientras que otras 10.000 personas resultaron heridas. Unas 70.000 personas se han visto desplazadas y muchas están viviendo en campamentos improvisados con restos de madera y plástico en Palu, la localidad más golpeada, y sus alrededores.

«Francamente, no tenemos la capacidad para organizar y centrar nuestros esfuerzos ahora mismo», reconoce la doctora Jumriani, jefa de los servicios de salud del departamento de Sanidad provincial, en declaraciones a Reuters en una tienda de campaña instalada frente a lo era su oficina, que resultó dañada. «Los campamentos de evacuados están dispersos por todas partes y también nuestros voluntarios», añade. Las pizarras blancas instaladas en su tienda están llenas de cifras de varios casos médicos en distintas zonas.

El plan para trasladar a los desplazados a comunidades más organizadas está siendo redactado y la agencia de gestión de desastres está buscando 10.000 tiendas de campaña. Por ahora, los desplazados están instalados bajo lonas junto a las carreteras, la mayoría sin letrinas adecuadas, en medio de montones de basura. Cuando hay una letrina disponible, decenas de personas dependen de ella. «Ahora estamos recibiendo suficientes suministros, hay comida y agua, pero muchos niños han comenzado a enfermar con diarrea y gripe», cuenta Megawati, de 31 años, mientras acuna a su hijo.

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