El regocijo de García Aguilar
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La fama le llegó a Salvador García Aguilar (Rojales, 1925-Molina de Segura, 2005) en 1983 tras alzarse con uno de los premios literarios de mayor prestigio en España, el Nadal. Fue por la novela 'Regocijo en el hombre', «un caluroso himno a la belleza y a la vida», según Ramón Jiménez Madrid. Pero no le habría importado continuar en el anonimato: «Escribiendo soy feliz». Esto decía Salvador García Aguilar en mayo de 1995, días antes de presentar 'Epílogo para una reencarnación' (Editora Regional). Ya había regalado a los lectores 'Granada Cajín', la obra que «algunos consideran mi mejor novela, no sé», y 'Clama el cielo', con la que completaba la trilogía iniciada con 'Regocijo en el hombre', donde quiso plasmar «mi fe y mi esperanza, mi confianza absoluta en Dios, y al mismo tiempo, reunir la suficiente bibliografía para conocer a los vikingos».
En 1984, cuando presentó en Murcia la obra ganadora del Nadal, confiaba en que de la situación de crisis y hundimiento social en el que veía a España saldría «una nueva fórmula de convivencia» e imaginaba que el proceso evolutivo conduciría a la Humanidad a la perfección.
De su estilo, el alicantino arraigado en Molina destacaba la estética, la ironía y «confundir la realidad con la irrealidad, tratando la irrealidad con la misma seriedad que si fuera real»
Bien temprano, a las seis de la mañana, este antiguo director de ventas y exportaciones de La Molinera tomaba asiento en la biblioteca de su refugio literario, 'Los vientos', para dar rienda suelta a su capacidad creativa. Tras 50 años trabajando, la literatura por fin ocupaba todo su tiempo: «Lo de escribir ya me ha cogido viejo, y no estoy dispuesto a cambiar. Me conformo con hablar de lo que escribo con unas cuantas personas».