Andreo, mágica geometría
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El poeta José Hierro admiraba de la alhameña María Dolores Andreo la «geometría mágica» de sus obras. «No es fácil conseguir la gradación geométrica de los colores», creía ella. El periodista y crítico de arte de LA VERDAD Pedro Soler el 17 de abril de 2006 dio fe de que ella lo consiguió, si bien acabaría abandonándolo: «Nunca me ha gustado acomodarme. Hay que idealizar, imaginar el sentido de las cosas, transformarlas incluso para que adquieran un protagonismo esencial, por muy ordinarias que sean. La manzana que a veces aparece en el centro de cuadros míos es para mí como un personaje esencial, que consta de estímulos suficientes para expresar belleza. Ya sé que es más fácil volcarse en un paisaje lleno de flores o en la provocación que puede transmitir un desnudo, pero lo fácil nunca me ha gustado, ni me ha atraído».
María Dolores Andreo Maurandi (1934-2006), hija predilecta de Alhama de Murcia, decía que si no disponía de sentimiento suficiente, no disfrutaba cuando pintaba. «Y esta es una situación que me resulta contradictoria, porque hacia todas las cosas, se amen o no se amen, siempre se vuelca el sentimiento. Por eso, en mi pintura he volcado todo el que he sido capaz de sentir». Andreo, «nada dada a la ostentación ni a los concursos», anotaba Soler, fue distinguida en 2001 por la Comunidad Autónoma como Murciana del Año, y por la Asociación Murciana de Críticos en 2004, que le concedió su insignia de oro. Su obra, enumeraba Soler, ha embellecido las salas del Reina Sofía, del Mubam, del Museo del Grabado de Buenos Aires, y de espacios de Macedonia a Miami. «Autora de un expresionismo entre tierno y descarado» (Salvador Jiménez), para ella todo era curiosidad: «Me gusta descubrir».
