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DANIEL ROLDÁN
Miércoles, 16 de agosto 2017, 11:04
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Ni drogas prohibidas ni un exceso de copas ingeridas en un bar de moda de Florida. En el cuerpo de Tiger Woods no había rastro de estas sustancias cuando el 29 de mayo los agentes de Policía lo encontraron en su coche dormido y sin tener ni idea de dónde estaba. La culpa de la desorientación del otrora mejor golfista del mundo fue por la combinación de fármacos -hasta cinco- que Woods tomó. Ni se leyó los prospectos con los efectos secundarios imposibles de doblar una vez abiertos ni escuchó las recomendaciones de los médicos. La Policía del condado de Palm Beach, en el Estado de Florida, fue la encargada de hacer público el informe médico después de que se cerrara la vía judicial a la que estaba inmerso Woods. El golfista aceptó el pasado miércoles la condena por conducir de forma irresponsable y se comprometió a acudir a un programa para ser más consecuente al volante.
Y una vez cerrado todo, la oficina del sheriff no ha tenido problemas en desvelar el informe toxicológico. Woods ingirió ese 29 de mayo fármacos con hidrocodona -usado para aliviar el dolor-, hidromorfona -un fuerte analgésico-, alprazolam -utilizado para combatir la falta de sueño-, zolpidem -también para intentar llegar a los brazos de Morfeo- y tetrahidrocannabinol (THC), incluido en un relajante muscular. Todos de venta en Estados Unidos y de forma legal, según recalcaron las autoridades floridianas, las mismas que lo detuvieron hace más de dos meses cerca de su casa en Júpiter. Estaba estacionado en un camino y se había quedado dormido. Preguntado por los agentes, el golfista de 41 años estaba totalmente perdido, desorientado y no conseguía dar una respuesta coherente. Además, fue incapaz de superar las pruebas de sobriedad que se aplican en Estados Unidos, como estirar el brazo y tocarse la nariz, mantener el equilibro con una pierna o andar por una de las líneas de la carretera. Woods fue arrestado. Reconoció a los agentes que había mezclado un relajante para combatir el dolor causado por una operación de espalda -ocurrida en abril- y otro fármaco para poder dormir y que no se esperaba «una reacción de este tipo». Tampoco se opuso -no tenía muchas opciones- a que le realizaran pruebas de todo tipo. En la de alcohol, sorprendió por el 0.0 que dio.
Después de la detención, el golfista, que está de baja hasta 2018, decidió acudir a una clínica para aprender a no depender tanto de los medicamentos para el dolor y para dormir. El ingreso duró todo el mes de junio y el propio Woods aseveró que lo había superado. «Intenté por mi cuenta tratarme el dolor de espalda y el insomnio. Fue un error hacerlo sin asistencia profesional», reconoció 'el Tigre'.
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