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Toda la familia Sola; Anabel, Idoia, Juan Mi y Raquel, el alma del restaurante. LADRA
Los pimientos de Richard Gere

Los pimientos de Richard Gere

¿Qué tendrá la cocina de Juan Mi Sola? El actor americano acaba de levitar con ella durante su escala en Madrid. Paul Auster, Lou Reed, Moneo o Almodóvar la descubrieron antes

IRMA CUESTA

Sábado, 5 de diciembre 2015, 00:34

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Hay que imaginarse la escena: 14 de julio de 2009. Puerta del Ángel, una inmensa explanada situada en el Recinto Ferial de la madrileña Casa de Campo, y un público enfervorizado esperando nada menos que al padre del rock alternativo. Lou Reed sale al escenario, se mete la mano en el bolsillo, saca un papelito y suelta: «Me tendrán que disculpar, pero si esta noche tengo algún problema con la voz, la culpa es de las piparras de 'La Manduca de Azagra'». Dice Juan Miguel Sola (Azagra, 1959) que unas horas antes de aquel concierto el líder de la Velvet Underground entró en su restaurante con Laurie Anderson y un grupo de amigos y pidió que le dieran de comer. «Aquel día teníamos una buena ración de nuestros famosos pimientos de cristal, así que los incluimos en el menú previo aviso de que aquellas magníficas guindillas podían picar». Está claro que alguna le tocó porque, antes de marchar, Reed le pidió que le escribiera en un papel el nombre de aquello que había estado a punto de hacerlo llorar.

Debe ser la monda, para alguien que pertenece a una generación que creció entrando en éxtasis con los tres primeros acordes del bajo de 'Walk on the Wild Side', ver entrar por la puerta de su restaurante al responsable de tanta emoción; sobre todo si seis años antes de sentar a tu mesa a un tipo que es historia, eres un simple navarro dispuesto a dejar el pueblo e instalarse en Madrid con una maleta llena de ilusión y muy pocos contactos.

Doce años han bastado para que el restaurante de este emprendedor, que siempre ha contado con el apoyo incondicional de su mujer, Anabel, su prima Raquel y ahora también de su hija Idoia, se haya convertido en una suerte de lugar de culto para los amantes de la buena comida de todo los rincones del mundo. Desde que se instalaron en el número 14 de la calle Sagasta, por 'La Manduca de Azagra' ha pasado una lista interminable de personalidades de todos los ámbitos: el deporte, la política, la música, el cine, la literatura, el periodismo... El último en disfrutar de esos pimientos de cristal que cada día asan su madre y sus amigas sobre un lecho de brasas de sarmiento ha sido Richard Gere. El protagonista de 'American Gigolo', al que le recomendó el sitio un amigo de Nueva York, llegó hace solo unos días al restaurante con su novia española, Alejandra Silva, para compartir el almuerzo y un par de achuchones a la puerta del baño una vez finalizado el banquete. Pero, aunque entre los habituales esté gente de la talla de Juan Manuel Serrat, Paul Auster, Almodóvar, Alejandro Sanz, Cristina Iglesias, Julian Dafoe, Xabi Alonso o Zidane, Juan Mi mantiene que el secreto está en tratar a todo el mundo por igual y hacer que sus clientes siempre se sientan cómodos y puedan disfrutar de la comida tranquilos y en armonía. «Este es un sitio muy plural, viene mucha gente conocida entre los que, con el tiempo, puedo decir que he encontrado grandes amigos. Pero también muchos que no lo son y a los que se les trata exactamente igual. Lo importante, sea quien sea el cliente, es que cuando se despidan te digan que tienen pensado volver. Ese es el verdadero éxito».

Hasta los Reyes

Algo debe tener que ver que cada mañana, poco después de amanecer, una furgoneta descargue con mimo todos los productos de la huerta que la familia de Juan Mi trabaja desde tiempo inmemorial. «Somos varias generaciones de agricultores y todas las verduras que se comen aquí las cultivan mi tía Mari y mis primos. Cada día, y son casi cuatro horas, traigo Azagra a Madrid», dice orgulloso de sus raíces y de lo bueno que sale de la tierra que le vio nacer.

Esta mañana le han dejado, además de los famosos pimientos y suficiente verdura como para preparar una menestra de temporada de esas que quitan el sueño, unas setas de cardo silvestre que está seguro que van a gustar a cualquiera de los cien clientes que, entre la comida y la cena, pueden llegar a atender cada día en el local. Y es que, otro de los grandes atractivos de 'La Manduca' es que las mesas están colocadas de modo que uno no tiene porqué escuchar la conversación de los comensales colindantes, ni ellos saber lo que tú te traes entre manos mientras comes. Es probable que eso haya animado a más de un alto cargo de éste y otros gobiernos a reservar una mesa y que incluso los Reyes, cuando aún eran novios, lo eligieran algunas veces para cenar.

Antes de instalarse en Madrid, y de montar su primer restaurante en la vieja bodega que sus padres tenían en el pueblo, Juan Mi fue también agricultor y vendedor de artículos de arquitectura. De entonces le quedaría una admiración absoluta por la profesión -entre sus clientes habituales está también Rafael Moneo-, y una amistad inquebrantable con su paisano Patxi Mangado, responsable del proyecto de 'La Manduca' y, entre otros, del Museo Arqueológico de Vitoria y el de Bellas Artes de Oviedo. También, pero eso ya de sus largas conversaciones con los clientes que dejaron de ser solo eso para convertirse en colegas, cierto gusto por las frases existencialistas. «'Una sonrisa es una línea curva que endereza las cosas', esa es una de mis máximas; algo en lo que creo fervientemente».

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