El recorrido por la Monastrell de un De Nariz
El sumiller Pedro Martínez ofreció una cata de cuatro vinos propios de la variedad típica del territorio regional
Algunos comensales de la Calle de las Tapas no pudieron evitar llegar unos minutos tarde a la cata de vinos De Nariz, donde aguardaba Pedro Martínez. El nativo de Cehegín esperaba paciente y con su pasión enóloga intacta a todos los asistentes en su cata, toda una disertación sobre el poder de la Monastrell en la Región de Murcia. Cuando todos los asistentes ocupaban su lugar y con la sala de catas llena, el que fuese Nariz de Oro en 2001 por su capacidad para describir el vino con la mayor precisión, comenzó a exponer su oferta vinícola centrada en la Región de Murcia, «uno de los territorios en los que mejores resultados ofrece».
La cata giró en torno a los varios sabores que ofrece la uva, comenzando con un espumoso de Monastrell sin licor de expedición que no rechaza ningún paladar, por lo natural de su sabor. Según Martínez, «al cuerpo le gusta lo natural y rechaza lo artificial», por eso este vino, con una burbuja fina de lo más cuidada, es de sorbo fácil: «Si lo tomas con quisquilla o un arroz, botella por cabeza asegurada», asegura. Después, la cata continuó con un Clarete, una variedad de Monastrell con Macabeo. Entre sus ideales enólogos está el de viajar por el mundo para darnos cuenta de lo que tenemos dentro de nuestras tierras y por eso destaca tanto su clarete, un vino tinto mezclado con un blanco, que es una «reivindicación de buen cultivo, una gran técnica y actualizado a los tiempos».
Hasta el momento, la cata giró a unos vinos «fáciles de beber», según los asistentes, aunque todavía quedaban dos opciones de la Monastrell más pura: un tinto de pie franco propio del Valle del Aceniche y otro de su Edición Limitada, uno de esos vinos que son un lujo para el paladar. Este De Nariz «está creado con tres grandes parcelas de Monastrell, entre ellas una en el Monte Arabí, probablemente de las más altas del mundo». Estas viñas están ubicadas en Yecla, aunque entre los asistentes en la sala, algunos jumillanos, la pertenencia del territorio ha suscitado algunas dudas -probablamente propias de la rivalidad entre localidades-.
Las cuatro copas llenas de vino se vaciaron hacia el final del evento entre charlas y conversaciones con Pedro Martínez. «Conocer la visión del vino de un experto de la Monastrell es un lujo que me ha sorprendido encontrar en Región de Murcia Gastronómica», explicaba Alejandro, un visitante de Jumilla y apasionado de la variedad típica del Altiplano. El buen ambiente reinó en una cata muy cercana y casi familiar, en la que el enólogo quiso conocer en todo momento las impresiones de los puntuales catadores de las denominaciones de origen de Jumilla, Yecla y el Noroeste de la Región.