El vino de los reyes

La bodega Szepsy es una de las históricas del lugar, por lo que hablar solo un poco de ella nos ocuparía muchas páginas. István Szepsy, el 'señor de los vinos', se las arregló para ocultar a los comunistas, hasta 1970, una parcela muy pequeña de vino. Después, durante el régimen socialista, pudo plantar 4 hectáreas de sus propios viñedos, pero entregando el rendimiento al Estado, hasta el cambio de gobierno en 1990. Desde entonces, Szepsy ha dado rienda suelta a su obsesión por rescatar y enaltecer la producción de vinos de calidad sin restricciones.

Los vinos Szepsy se elaboran con esmero y esfuerzo. Las uvas se recogen a mano y se revisan para ver el efecto del aszú en ellas. Solo las de mejor calidad son elegidas. Luego se estrujan y se almacenan en barriles de 136 litros con vino blanco. Según el propósito del enólogo, puede hacerse una mezcla de 3 a 6 puttonyos (cestas de 25 kilos aproximadamente). A mayor cantidad de puttonyos, más dulce el vino. El Szepsy 2007, por ejemplo, se superó a sí mismo llegando a más de 6 puttonyos. Entonces, el vino recibe el título de Eszencia.

Después, las uvas se dejan macerando junto al vino durante dos días, se retiran los granos y se traslada el vino restante a barricas de roble húngaro. Los vinos de István Szepsy han inspirado el actual movimiento de jóvenes productores en Tokaj. Se centra en la limitación radical de los rendimientos y selección de mano de todas las uvas.

Hoy en día, sus parcelas están compuestas por entre 52 y 63 hectáreas de viñedos en el pueblo de Mad, aunque produce menos de 50.000 botellas. En 2006 tuve la oportunidad de conocer en profundidad Tokaj y visitar grandes viñedos y bodegas. Entre ellas Disznoko, Hetzolo y Andrássy, donde tuve la oportunidad de probar un Eszencia de 1973. Pero me marcó conocer a István Szepsy, catar con él y beber con él en el porche de su casa muchos y buenos vinos hasta altas horas.

Cuando degustas este vino encuentras multitud de matices casi interminables, entre los que destaca su acidez y frescura con su densidad gustativa. Aunque marida con muchos manjares yo me lo tomaría solo para disfrutar plenamente de él. Y, no menos importante, servirse a una temperatura de entre 8 y 10 grados.