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Las historias tras una sartén de oro

Las historias tras una sartén de oro

Premios Solidarios de Gastronomía de la Región de Murcia ·

La V edición de los Premios de Gastronomía de la Región de Murcia convocados por LA VERDAD centra su foco en las iniciativas surgidas durante lo peor de la pandemia para ayudar a los más vulnerables

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Viernes, 11 de diciembre 2020, 02:45

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La solidaridad es una corriente que fluye iluminando bombillas a su paso. Cuando se conocen las historias que subyacen a las iniciativas solidarias que surgieron durante lo más duro de la pandemia se constata este fenómeno de inducción.

Este lunes tendrá lugar la gala de entrega de los Premios de Gastronomía de la Región de Murcia que convocados por LA VERDAD cada año, desde hace cinco, pretenden reconocer el talento, la excelencia y la innovación en el mundo de la restauración. Pero este año es diferente a todos. La pandemia provocada por la Covid-19 ha mantenido bajadas las persianas de la hostelería, así que difícilmente el jurado de estos premios podía valorar su trabajo. Había que hacer algo excepcional en un año de excepción. Y el jurado se fijó en esas bombillas que fueron alumbrando desde el mundo de la restauración y de la alimentación ejemplos de entrega incondicional a los más vulnerables.

El jurado

  • Pachi Larrosa. Coordinador. Periodista de LA VERDAD. Miembro de la Academia de Gastronomía.

  • Alberto Hernando. Cocinero. Formador y asesor gastronómico.

  • Estrella Carrillo. Cocinera. Chef del restaurante Santa Ana. Impulsora de proyectos sociales.

  • Joaquín Reyes. Cocinero y fotógrafo. Director de la revista 'Gastrónomo'.

  • Fernando Riquelme. Ingeniero agrónomo. Investigador del Cebas-CSIC. Presidente de la Cofradía Reino de la Monastrell.

  • Marta Ceballos. Experta en Marketing y Turismo. Miembro del equipo del Centro de Cualificación Turística de Murcia.

  • Francisco Expósito. Gestor hostelero y formador en la Escuela de Hostelería de La Flota

  • Juan Francisco Carmona. Restaurador y sumiller. Presidente de la Asociación de Bares y Cafeterías.

  • José Antonio Nieto. Restaurador. Dirige la cocina y sala de su restaurante Barrio de San Roque en Cartagena.

  • Francisco José García. Restaurador y formador. Dirige el restaurante Atempo Weekend Bistrot, en Archena.

Estrella de Levante, Salzillo Tea and Coffee, Bodegas Juan Gil, Comunidad Autónoma, Makro, Panasa y Ayuntamiento de Murcia patrocinan los premios, que en esta V edición han puesto el foco sobre esa corriente de solidaridad que ha iluminado la sociedad murciana en uno de los años más oscuros de la historia reciente.

Confiterías Maite

Dulce y salado de emergencia

Juan Carlos Hernández, propietario de Confiterías Maite, Premio Solidario a iniciativas de empresas.
Juan Carlos Hernández, propietario de Confiterías Maite, Premio Solidario a iniciativas de empresas. Vicente Vicéns / AGM

A Juan Carlos Hernández, gerente de Confiterías Maite, se le encendió una de esas bombillas de '¡eureka!' cuando leyó en las páginas de LA VERDAD un reportaje sobre la Olla Solidaria de Puente Tocinos, una iniciativa del propietario de Mesón Don Pancho, cliente al que servía postres. «Hablé con él para saber si necesitaba ayuda y empezamos a hacer postres para esos menús que se repartían por todas las pedanías de Murcia», señala. «Ni te imaginas -sigue contando- la locura que tenía montada este hombre en esos primeros días». Una locura, por cierto, que se saldó tres meses más tarde con la barbaridad de 49.000 raciones de comida entregadas. Pero en aquel momento, en la confitería, con nueve tiendas y un gran obrador, «no teníamos ni para empezar, así que pensamos en los sanitarios y trabajadores de emergencia que tras larguísimas jornadas de trabajo no tenían cómo ni dónde meterse un bocado. Las cafeterías de los hospitales estaban cerradas, en la calle no había nada abierto». Y empezaron a repartir raciones de dulce y salado primero en el hospital Reina Sofía, luego también al Morales y La Arrixaca, más tarde a los centros de salud, a los conductores de ambulancias, a la Cruz Roja…

Así hasta 600 raciones diarias durante dos meses. Inacabables jornadas de trabajo y durísimas experiencias en los hospitales en lo peor de la pandemia son momentos que han marcado a responsables y trabajadores de esta empresa murciana. «Fueron los propios servicios de los hospitales lo que nos fueron coordinando» relata Hérnández, estableciendo turnos de reparto y siguiendo sus instrucciones. Estos confiteros fueron testigos directos del caos, el miedo, la incertidumbre, la falta de información y de recursos con los que los sanitarios trabajaron tras el primer impacto de la pandemia. Pero también vivieron momentos emotivos y emocionantes, muestras de profesionalidad y valentía, ejemplos de empatía y cercanía con los enfermos.

«Luego nos llamaron las instituciones, y hacíamos cumpleaños para los niños confinados en centros sociales». En los hospitales vivieron cómo los familiares de los enfermos de la UCI les pedían que les lleváramos una tarta por su cumpleaños… «Una pijada a llorar todos los días» resume gráficamente Juan Carlos Hernández.

Hotel Los Habaneros

De un solar a una habitación tres estrellas

Bartolomé Vera, propietario del Hotel Los Habaneros, Premio Solidario a iniciativas de empresas.
Bartolomé Vera, propietario del Hotel Los Habaneros, Premio Solidario a iniciativas de empresas. J. M. Rodríguez / AGM

La famosa bombilla le metió en otro buen lío a Bartolomé Vera, propietario del hotel Los Habaneros de Cartagena. «Llega la pandemia y nos dicen que hay que cerrar en 6 días. Un hotel de 73 habitaciones. Y de repente me pregunto '¿Y dónde se van a meter los maquinistas de Renfe (estamos junto a la estación), los camioneros, las personas en tránsito?' Además teníamos alojadas a 6 personas acogidas por la asociación Accem». El circuito se cierra cuando recibe una llamada de esa organización y le piden que aloje a otros sin techo, que tenían repartidos en otros hoteles. «Los aceptamos y con un salvoconducto del Ministerio de Sanidad nos convertimos en uno de los primeros hoteles-refugio de España».

«Hubo que afrontar varios miedos: a la Covid, la prevención ante personas con problemas mentales, legales y de adicciones y a cómo tratarlos; pero me reuní con la plantilla, se lo expliqué y aceptaron, así que tiramos para adelante». A todo esto, les llaman del Ayuntamiento y les plantean que tienen a 25 sin techo que no saben dónde alojarlos durante el confinamiento decretado por el estado de alarma. «También los metimos en el hotel». La Policía se ocupó del servicio de seguridad perimetral de este establecimiento con una historia de 100 años, y tanto la asociación Accem como La Huertecica, que trabaja con toxicómanos, prestó a personal para trabajar con ellos. «Pero el caso es -relata Bartolomé Vera- que pasamos de recibir a un inglés al que había que informarle dónde estaba el Teatro Romano o donde podía tapear en Cartagena a hacerlo con un señor que bajaba de su habitación cinco veces por la mañana para preguntar si ya era la hora de la comida».

Las anécdotas de esos «espíritus libres», viviendo en habitaciones individuales en un hotel de tres estrellas son propias de una película de Santiago Segura. Desde un intento de 'fuga' al más tópico estilo, descolgándose de un segundo piso mediante el método de sábanas anudadas (y con tacones), a otro 'inquilino' al que le sorprendieron intentado salir del hotel con un secador para venderlo. «La verdad es que al hombre le indicamos que dónde lo iba a vender, si estaba todo cerrado y no había nada por la calle. 'Pues es verdad, no había caído', fue la contestación, y se volvió para adentro». Historias que, sin duda, los trabajadores de este clásico del alojamiento cartagenero nunca olvidarán.

Gastrosos

Los cocineros se movilizan

Rodi Fernández, chef de la Cava de Royán, impulsos de Gastrosos, Premio Solidario a iniciativas personales.
Rodi Fernández, chef de la Cava de Royán, impulsos de Gastrosos, Premio Solidario a iniciativas personales. Vicente Vicéns / AGM

Y la corriente siguió fluyendo. Uno de los problemas de aquellos días fue la brutal demanda de ayuda que vació el Banco de Alimentos. Rodi Fernández, chef de la Cava de Royán, veía la gran preocupación de su padre, Bonifacio, fundador del Banco, porque se estaba quedando sin recursos. Así empezó a tirar de teléfono y se inventó Gastrosos: durante dos días, 50 cocineros profesionales, más de cincuenta empresas, Radiotaxi, Oferplan y muchas otras entidades y personas le dijeron que sí.

Durante esos dos días se repartieron a domicilio un menú murciano con el objetivo de recaudar fondos para el Banco de Alimentos. 1.400 menús entregados y 14.000 euros, sin contar las donaciones, fueron el resultado. «No sabía yo el lío en el que me estaba metiendo. Fue una logística muy complicada, pero estoy muy orgulloso». Este cocinero de 38 años, nacido en Blanca, arraigado en Cieza y con restaurante en Alcantarilla, tuvo que sortear grandes dificultades de coordinación. «Pero la disposición de todo el mundo fue magnífica. Eso sí, no conocía yo el follón que iba a suponer el reparto de todos los menús que nos demandaron; gracias a Radiotaxi que se prestó a hacer los repartos gratuitamente pudimos responder. Sin ellos habría sido imposible», afirma el chef.

Los centros de cocinado fueron las instalaciones de las escuelas de Hostelería Vesta, la municipal de El Palmar y el Centro de Cualificación Turística y la respuesta de sus compañeros de profesión fue masiva. «Pablo Gómez, de la UCAM, Juan Antonio García, de El Churra, que es como el Teléfono de la Esperanza, Nacho Abellán, David López, Juan Guillamón… En fin, así hasta 50 de entre los mejores cocineros de la Región aportaron su sabiduría y esfuerzo de forma totalmente altruista», resume Rodi Fernández.

Olla Solidaria de Puente Tocinos

Alimentar a 49.000 bocas

Francisco Molina, creador de la Olla Solidaria de Puente Tocinos desde su mesón Don Pancho, Premio Solidario a iniciativas personales.
Francisco Molina, creador de la Olla Solidaria de Puente Tocinos desde su mesón Don Pancho, Premio Solidario a iniciativas personales. Nacho García / AGM

El interruptor que le encendió la bombilla a Paco Molina fueron 15 pollos asados. Los vendía para llevar en su Mesón Don Pancho y un día le sobraron. Paco, impulsivo, hiperactivo y decidido los metió en el maletero de su coche, añadió otros tantos refrescos de cola y el mismo número de barras de pan y se echó a la calle a repartirlos entre las personas sin techo que se encontrara. «Aquello me dejó tan marcado y, a la vez, tan lleno que quise hacer más. No sabía el lío en el que me metía, como siempre, pero tuve la idea de la olla solidaria, puse un anuncio en Facebook y todo se desmadró». Empezaron a llegar alimentos, voluntarios, donaciones…

Paco, a sus 45 años, viene del mundo inmobiliario y la construcción, pero a él lo que siempre le gustó fue la cocina. Ahora, la pandemia le ha obligado a ponerse de nuevo el mono trabajar en el mantenimiento de residenciales para poder pagar el alquiler de su mesón. «Yo no he estudiado nada de cocina, lo mío es intuición y lo que voy aprendiendo de las personas mayores y de los propios clientes», afirma sentado en una mesa de su desierto restaurante, ataviado con una camiseta llena de manchas de pintura y masilla. «La gente me dice que cocino muy bien, así que ahí sigo». Cuando llegó el confinamiento yo no quería pedir ni Erte ni ayudas, así que empezamos a hacer comida para llevar; de hecho, en el primer cierre vendí más así que cuando tenía el mesón abierto».

Total, que Paco se tiró a la piscina, para pasmo de su mujer. Que si qué necesidad tienes, que te vas a estrellar… «Ya ha tirado la toalla conmigo». La cosa se fue enredando, cada vez llegaban más productos… «Todo ello repartido a domicilio estableciendo hasta 9 rutas por diferentes pedanías de Murcia. En los días más duros de mayo llegamos a repartir la comida a 400 personas diarias». 49.000 comidas. Como dar de comer un día a toda la población de Alcantarilla y Abanilla juntas.

Jesús Abandonado

El drama de las dos colas

José Moreno, presidente de la Fundación Jesús Abandonado, Premio Solidario a iniciativas de entidades.
José Moreno, presidente de la Fundación Jesús Abandonado, Premio Solidario a iniciativas de entidades. Martínez Bueso

«Yo sirvo como para dos bodas al día». Así de gráfico se muestra Ángel Luis Martínez, jefe de cocina de los comedores sociales de Jesús Abandonado. Y es que entre comida y cena están dando 1.000 servicios de comida diarios. Daniel López, su director, muestra una nueva cola diferente a la que siempre hubo para entrar a comer. En esta, improvisada a toda prisa en los primeros días del estado de alarma, no están los indigentes, los sin techo. Son ciudadanos con vivienda, trabajadores o personas de clase media que de pronto perdieron sus recursos. «Lo que más recuerdo de aquellos días era la presencia de menores en la cola -chavales que estudian en el instituto aquí al lado- y el silencio y el miedo en sus ojos». Al final de esta cola, voluntarios de la institución reparten menús para comida y cena para llevar a casa.

Fundada en los 70 como asociación y en los 80 como Fundación, bajo el impulso del obispo Azagra, Jesús Abandonado es una institución única en España. Su origen está en La Cocinilla, un pequeño espacio en el que se daba de comer a los pobres. El edificio donde se asienta el actual comedor social y otras dependencias se construyó en 1895 para combatir el hambre y la pobreza en la ciudad de Murcia.

En términos de necesidades que atender, «los meses de abril y mayo fueron los peores de nuestra historia», asegura el director. «De repende, en febrero nos cambió el perfil de la gente que necesitaba ayuda. Ya no eran solo los sin techo o los indigentes. Empezaron a llegarnos miembros de esa capa de población que con la pandemia atravesó hacia abajo el umbral de la pobreza». Afortunadamente, se ha ido reduciendo porque ha remontado algo la economía y han empezado a llegar las ayudas. 75 trabajadores (entre ellos, doce profesionales en las cocinas) y 400 voluntarios atienden a los comedores del centro de Murcia y de la carretera de Santa Catalina.

José Moreno, presidente de la fundación, aclara objetivos: «Arrancar a la gente del círculo de la pobreza y meterla en el de la dignidad». Moreno aclara: «Frente a esta situación, no hay debate posible: soy partidario de la revolución pendiente de la justicia social; pero mañana hay que dar de comer a 500 personas». Y remata: «Estoy muy orgulloso de lo que está haciendo la Fundación».

Escuela de Hostelería de Cáritas

Regalar un pescado y enseñar a pescar

José Manuel Lorca Planes, obispo de la diócesis de Cartagena, Premio Solidario a iniciativas de entidades
José Manuel Lorca Planes, obispo de la diócesis de Cartagena, Premio Solidario a iniciativas de entidades Martínez Bueso

En la Escuela de Hostelería de Cáritas también tuvieron que reaccionar con agilidad. Cerrado el centro a la formación presencial, sus trabajadores y voluntarios se pusieron a organizar un reparto de comidas a 300 personas alojadas en albergues de diferentes puntos de la Región. «En un fin de semana, se habilitó un viejo edificio como centro de recogida de donaciones, que iban llegando con la ayuda de los bomberos de Murcia y de cocineros profesionales que acudieron desinteresadamente», explican los directores voluntarios Diego Soler y Mabel Luján.

La Escuela surge en 2017 por iniciativa del actual obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, desde el planteamiento de realizar acciones sociales «significativas y permanentes». Y teniendo en cuenta la realidad de Murcia y la relevancia del sector de la hostelería y del turismo, «se vio la conveniencia de crear esta escuela para formar a las personas en riesgo de exclusión social y acompañarles en el proceso de integración laboral», dice Ignacio Basterra, responsable del funcionamiento de la escuela. Un 68% de empleabilidad avala la razón de su existencia. Además de ocho profesionales en cocina y formación, otros 10 voluntarios -profesores de universidad, profesionales de todo tipo y maestros se ocupan de la formación. Porque aquí no solo se forma en cocina y sala. «Se proporciona una formación íntegra: lengua, matemáticas, inglés, valores, habilidades 'blandas'…», señala Mabel Luján.

Radio Taxi

«Repartimos mejor que Amazon»

Javier Pardo Hernando, presidente de la Cooperativa Radio Taxi, Mención Especial.
Javier Pardo Hernando, presidente de la Cooperativa Radio Taxi, Mención Especial. Nacho García / AGM

Y recorriendo todo este circuito solidario, la cooperativa Radio Taxi. 2.000 traslados de sanitarios y enfermos, recogidas en el Banco de Alimentos, cientos de repartos de Gastrosos, entregas de libros escolares a domicilio –«los niños se escondían cuando llegaba el taxista a casa»–, envíos a hospitales de los restaurantes solidarios... «Ni Amazon reparte como repartimos nosotros», afirman al alimón y con orgullo Javier Pardo y Francisco López, presidente y miembro de la ejecutiva de la cooperativa, respectivamente, con el asentimiento de Sergio Navarro, presidente saliente.

«La idea surge cuando vemos que con el estado de alarma los servicios de transporte se reducen al mínimo y, sin embargo, aparecen nuevas necesidades», cuenta Francisco López. «Los taxistas no llevamos en el maletero una placa de 'SP' por decoración». Mil y un anécdotas jalonan aquellos días: «Los vecinos hacían la compra en el súper y llamaban a Radio Taxi para que nos la lleváramos; incluso llamó una señora para que nos lleváramos lo donado por toda una comunidad de vecinos», recuerda Javier Pardo. Historias de solidaridad, de esperanza en la condición humana.

Pero Radio Taxi también se ha puesto al lado de la castigada hostelería murciana. En un acuerdo único en España entre esta cooperativa y Hostemur, los taxistas han realizado el servicio de reparto a domicilio de los pedidos que recibieron los asociados de la patronal que no pudieron servir en sus locales. «Desde Hostemur van a venir. Incluso a darnos formación de manipuladores de alimentos», señalan.

Mariano Nicolás

Toda una vida al frente de El Churra

Mariano Nicolás, propietario del restaurante y hoteles Churra, premio a toda una vida.
Mariano Nicolás, propietario del restaurante y hoteles Churra, premio a toda una vida. Vicente Vicéns / AGM

Los premios se completan con el único que se mantiene a lo largo de todas las ediciones anteriores: el Premio de Gastronomía a Toda una Vida, que reconoce el legado dejado tras una larga carrera profesional que haya influido en generaciones sucesivas. En este caso ha sido para Mariano Nicolás, propietario del restaurante El Churra. Nicolás comenzó a labrar ese legado a los 12 años, detrás de la barra de lo que en 1955 era taberna y tienda. «Yo tenía la obligación, a las 7 de la mañana, de servir revueltos y combinados. Empezamos sin cocina, que instalamos por los años 60», señala. Un día que su padre le sorprendió dentro de la cocina y le soltó una frase que aún recuerda: «¡Tú, fuera de ahí; tú solo tienes que atender dos cosas: a los clientes y a la caja!» Y hasta hoy. Esa entrega al cliente es la seña de identidad del Churra, hoy en manos de sus hijos Juan José, Inmaculada y Sonia. Para Mariano Nicolás, las claves de su éxito han sido dos: «Mucho trabajo y el estudio de los gustos de los murcianos». De hecho, recuerda Mariano Nicolás que El Churra fue el primero en servir en Murcia la pata de cabrito al horno, hoy un imprescindible en cualquier restaurante tradicional que se precie.

Los comienzos fueron duros: «Soy hostelero porque soy el menor de siete hermanos. Mi madre era placera y mi padre compraba género para vender en la lonja y en la plaza», relata Nicolás. Con 24 años se casó con su actual mujer, Conchita, y empezaron a trabajar juntos. «Al final, jubilé a mis padres de la plaza y de la compraventa». Con el merendero en la calle Marqués de los Vélez «tuve la suerte de que pasaran por allí los autobuses Alba que iban de Almería a Barcelona», lo que le dio mucho trabajo «y en el 73 abrí mi primer hotel». Quizá esa biografía labrada a pulso haya tenido que ver con el hecho de que El Churra, además de uno de los grandes restaurantes de la Región, sea un lugar amable, abierto y siempre disponible para el propio sector de la hostelería; dispuesto a ayudar o a ceder sus instalaciones para iniciativas de todo tipo. Esa es una de las razones que ha manejado el jurado para conceder este premio.

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