Casa Pancho, oreja y embutido

Nada más poner un pie en Casa Pancho, uno ya entiende que está en un establecimiento poco habitual. A lo largo de los años he encontrado bares con estancos en el interior, cafeterías y pastelerías con tapas saladas e incluso una administración de lotería en el interior de un bar de Abanilla. Pero Casa Pancho se lleva la palma en cuanto a oferta gastronómica distinta, ya que en el interior del local encontramos una pastelería, una charcutería donde elaboran su propio embutido, un bar con una importante barra y, desde hace unos años, un comedor más dispuesto para quienes más que un menú del día prefieren comer a la carta. ¿Quién da más?

La vitrina de dulces ya se ha llevado un buen meneo por la mañana por lo que, cuando llego, el género que queda no me llama la atención demasiado. Las elaboraciones de tartas caseras se mezclan con la bollería fina y rellena de cremas y chocolates. Sin embargo, dos pasos más adelante, en la charcutería, un lomo adobado con ajo y pimentón me guiña un ojo, cuando nadie lo ve, augurando un encuentro más tarde.

Casa Pancho también es un hostal y ha desarrollado una línea de platos de quinta gama –calentar y list–- para los que prefieren llevársela a casa. Es el caso de la oreja en salsa con trufa y setas que, si bien el guiso está delicioso y la textura de la oreja es tierna como el agua, ni el aroma de la trufa, ni el sabor de las setas lo encuentro en el plato. Quizás, al ser uno de los productos que elaboran en Casa Pancho para envasar, en este caso no me ha tocado condimento. Sinceramente, no le hace falta la trufa.

Me reencuentro con el lomo ya cortado y acompañado de unas almendras fritas. El punto de la carne tierna y muy sabrosa. Se respira por los cuatro costados la artesanía de la casa a cada bocado. Igual pasa con la morcilla de cerdo, la cual llega caliente, pero increíblemente condimentada con nuez moscada. Como si se le hubiera volcado el tarro de la especia. No me la como, pero me la cobran.

Para terminar, un café solo y medio pastelillo de cabello de ángel de la zona de la repostería que me sabe a gloria. Bien relleno y con esa textura tan especial que muestran los dulces recién hechos, donde este tipo de masas se desgranan en la boca. Dejo los arroces para otra ocasión, así como el resto de guisos preparados que comercializan para llevar a casa y repetiré morcilla para comprobar que hasta el mejor escriba hace un tachón de vez en cuando.

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