Arroces Almazara, caballo ganador

Es decir, que no sé quién fue el primero en hacer esta fórmula, pero que el resto de restaurantes ha ido taladrando el menú degustación sin pudor es un hecho confirmado. A ver si os suena: pimientos asados y confitados a la leña, perdices de lechuga con tomate y aceitunas partidas, ensaladilla rusa, embutidos variados, sobrasada, paté, pan redondo tostado al fuego con aceite y, finalmente, el arroz. Caballo ganador.

Efectivamente, son muchos entrantes al centro y la satisfacción del comensal es bastante generalizada. El local es rústico, pero bonito. De hecho, sorprende el interior con respecto a la zona interior. Frente al restaurante, hay unos establos con caballos que, si bien forman parte de la finca, la contratación de actividades con caballos y paseos por la zona es independiente al local. En realidad, el plan con niños de paseo ecuestre y arrocito a la lumbre es perfecto si lo planificas con un poco de tiempo.

La sala la encuentro despistada por momentos. La automatización de un menú puede incurrir en este tipo actitudes, donde los camareros ejercen más de una forma automática que con la cercanía de quien necesita el reporte del comensal. Pero vamos, por lo demás, bien en los tiempos y, sobre todo, educación y respeto. Que es lo fundamental.

En cuanto a los platos del menú, la verdad es que el nivel es bueno. Los pimientos confitados a la brasa picaditos van soltando su propio jugo, un caldo que voy recogiendo con la mitad de un pan de hogaza tostado al fuego con aceite de oliva que me acompaña desde el minuto uno. Lechuga y tomate y una ensaladilla rusa emplatada en forma de volcán bastante correctos, al igual que el lomo y el queso que forma parte del plato de embutidos de la casa. Al chorizo y al salchichón sí que los encuentro de un nivel superior en sabor y en textura. La sobrasada muy rica, con pan caliente puedo estar restregando hasta verle el culo al plato.

El arroz seco de conejo y caracoles me lo como directamente de la paellera. Bastante generoso en la ración, bien de conejo y media docena de serranas para ir rompiendo el ritmo del tenedor. Lo encuentro muy bien de punto, especialmente por los bordes, donde el calor deja más condensados los sabores, el arroz más tostado y pegado al hierro. El grosor de tres granos y el sabor elegante y profundo sin rastro de hierbas de monte, ni otro tipo de especias. Conejo, serranas y el aroma a leña. Muy rico.

De postre flan con nata, y un detalle a mejorar con la fruta, que sale de cocina con piel, como de un frutero de casa. Claro, que entiendo que ahorra tiempo en cocina o en sala a la hora de estar pelando las manzanas o las naranjas. Pero a mí, o me la pelas, o no me como cinco al día.