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Decir que Javi Vera es canterano del Cartagena e imputar el éxito de su debut al trabajo desarrollado en las bases del club albinegro en los últimos tiempos sería mentir. Y eso no está bien. Todo lo contrario. Está muy mal. El chico se lo ha currado él solito en los filiales de Real Murcia, Lorca y Jumilla, hasta encontrarse en un escenario tan insospechado como gratificante para él. Todo se ha juntado para que Javi Vera -sin hacer ruido- haga historia en el Efesé. Las circunstancias le han favorecido y él pasaba por allí en el momento oportuno. Faltaban centrocampistas, el visado del panameño Adalberto Carrasquilla no llegó a tiempo y Verza solo estaba para jugar media hora.
Entonces, por vez primera en las últimas temporadas, nos encontramos a un chaval del Cartagena B en la alineación titular del primer equipo en un partido de Liga. Y encima el chico respondió de maravilla, sin desentonar en una cita bastante comprometida. Para él y para todos. Pero sobre todo para el joven futbolista de Torreagüera, quien nunca había jugado un partido en Segunda B. Lo disimuló perfectamente. Estuvo notable en el doble pivote, como si llevara toda la vida haciendo pareja con el capitán Cordero. La gente se lo agradeció con una gran ovación cuando fue sustituido.
Javi Vera no es canterano del Cartagena, pero su caso debe servir de estímulo para los que sí lo son. Ya lleva el club varias temporadas trabajando bien su fútbol base, pero los resultados no asoman por ninguna parte. El juvenil no sube a División de Honor y el 'B' se mantuvo el curso pasado en Tercera de puro milagro. Con todo, lo peor es que nadie del filial salta al primer equipo y la sensación es que ese abismo entre el conjunto de Segunda B y el de Tercera se agiganta cada vez más. Las urgencias del primer equipo mandan. Hay que subir sí o sí. Y esas prisas abortan cualquier esperanza. No hay manera de construir un puente seguro en esa atmósfera.
Por eso es tan interesante el caso de Javi Vera. Más allá de que tenga continuidad en el primer equipo -sería lo deseable-, el mensaje lanzado hace semanas por Paco Belmonte de que el jugador número 21 y el número 22 de la primera plantilla debían ser del filial cobra vida con la apuesta de Munúa. También están ahí, llamando a la puerta insistintemente, Ismael, Vázquez y Uri, tres casos muy parecidos al de Vera. Ninguno es cartagenero ni canterano del Cartagena. Son fichajes del 'B' que con su tarea callada están pidiendo una oportunidad en el 'A'. Eso son.
El Efesé fue toda la vida un equipo con aspiraciones en Segunda B que mezcló bien en su plantilla a gente de la casa con veteranos llegados de clubes de Segunda, con ganas de regresar a la división de plata por la vía albinegra. Casi nunca lo consiguieron, es verdad. Pero en la década de los 70, los 80 y los 90 se mantuvo esa línea, con sus altos y sus bajos. Los mejores jugadores de la tierra y buenos futbolistas de fuera que se habían quedado sin sitio en la élite. Esa era la tónica. Arango y Baby. Huertas y Brizzola. Sagarduy y Andrés. Cordero y Boria. Alfonso y Roteta. Palomeque y Cuxart. Javi Manzano y Keko. Por ahí fueron siempre los tiros.
Ahora se quiere recuperar una cantera abandonada durante demasiado tiempo. Y el trabajo acabará dando sus frutos, tarde o temprano. Mientras llega, cualquier atajo es mejor que tirar una ficha y un dinero en jugadores como Rui Moreira, Igor Paim o Gladestony. Es tiempo, por tanto, de 'Veras y Verzas'.
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