Le he preguntado a la gente, en la calle, en los grupos de WhatsApp y en Twitter, con una encuesta casera en la que han ... querido participar 1.089 personas, cómo tienen pensado recibir mañana a Rubén Castro en su esperado regreso al estadio Cartagonova. Prácticamente la mitad de la gente que ha respondido a esa cuestión dice que lo hará con absoluta indiferencia. Un 33% aplaudirá al goleador canario y solo un 21% tiene intención de pitar al ahora delantero del Málaga en el reencuentro con su exequipo.
Todo esto viene a colación del cartel del partido, con el que el FC Cartagena ha querido rendir homenaje a RC7. En mi opinión, se trata de un tributo completamente inmerecido. No seré yo quien niegue los méritos acumulados por el canario como albinegro, ya que en muchas ocasiones he repetido que si el Efesé está hoy en Segunda es gracias a los 39 goles anotados por el 'Moña' con la camiseta blanquinegra. Pero creo que su salida (fundamentalmente, la forma de irse) invalida todo lo hecho con anterioridad sobre el terreno de juego.
Ese adiós tan traicionero y frío lo ensució todo. Y además es que inutiliza por completo sus méritos como jugador del Efesé, tal vez solo en lo referente a efectos de romanticismo. Es posible que yo únicamente me guíe por las emociones. Pero es que el fútbol sin emoción no es nada. Cuando yo sea viejo hablaré más de Sagarduy y de Palomeque que de Rubén Castro. Solo hago una concesión: a efectos prácticos el legado de RC7 es indiscutible. Pero yo, posiblemente anclado en el pasado, entiendo este deporte como lo que fue cuando era un niño, tiempos distintos a los de este fútbol edulcorado y artificial de hoy.
Su forma de irse del Cartagena invalida todo lo bueno que hizo antes sobre el terreno de juego
En el fútbol que yo mamé de crío las traiciones no se pasaban por alto. Y mucho menos se ponía la otra mejilla, que es precisamente lo que ha hecho el FC Cartagena esta semana con un cartel que sinceramente no sé que busca. Si se publicó con una intención reparadora, no va a ninguna parte, ya que el daño (gratuito) ya está hecho y es imposible que esa herida se cure jamás. RC7 pudo pasar a la historia del Cartagena y no quiso hacerlo. Allá él.
Si se hizo para contentar al futbolista, a su entorno o a sus compañeros que todavía visten la camiseta del Cartagena, es aún peor, ya que abre la puerta a futuras disidencias tan cutres y carentes de empatía como la protagonizada el pasado verano por el canario. Si él (el mejor del equipo) lo hizo y le reciben por la puerta grande, por qué no puedo hacerlo yo, piense hoy quizás algún miembro de la actual plantilla del Efesé, un equipo muy pequeño pero muy digno.
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