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Sábado, 29 de septiembre 2018, 02:40
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Dos veces ha estado el FC Cartagena -hasta 2003 denominado Cartagonova FC- a punto de seguir los pasos del viejo Efesé, el Cartagena FC nacido en 1919, refundado en 1974 y «llevado a dormir» en 1996, por culpa de una deuda de 700 millones de pesetas de la época (4,2 millones de euros). Este club que hoy preside Paco Belmonte y que fue creado por Florentino Manzano y los fallecidos Carlos Conesa y Luis Ruipérez en el verano de 1995 acaba de salvar su segundo 'match-ball', con el inicio de un proceso concursal que se extenderá hasta el mes de junio de 2026 y que garantiza por completo la viabilidad futura de la que, en estos momentos, es la entidad deportiva más importante del municipio.
La primera 'bola de partido' la superó hace quince años el constructor y bodeguero Paco Gómez, poniendo 800.000 euros de su bolsillo para que un total de 49 futbolistas de las temporadas anteriores, con Luis Oliver y Florentino Manzano al mando, retiraran sus denuncias por impago ante la AFE. Luego, entre agosto de 2003 y enero de 2006, tuvo que poner otros 2 millones de euros para zanjar la mayor parte de la deuda que él asumió, en su momento cifrada en 4,5 millones.
Con Paco Gómez, cambió todo, el nombre, la equipación y el escudo. Él nunca le perdonó a Manzano que le obligara a quedarse con el club a la fuerza, contra su voluntad. Al comprobar mediante una auditoría que el 'Cartago' debía el doble de lo que Manzano le había asegurado, puso en marcha una operación -finalmente fallida porque el CSD no autorizó el cambio de ciudad- para trasladar el Toledo a Cartagena, dejar morir al club fundado por Manzano en julio del 95 y comenzar con un nuevo proyecto, libre de cargas y con una deuda muy reducida, que se llamaría FC Cartagena o Ciudad de Cartagena FC. Aquello no le salió y él enterró el joven proyecto del Cartagonova FC para devolver al club su identidad de toda la vida. Regresaron las trece rayas blanquinegras a la camiseta y el equipo volvió a llevar el nombre de la ciudad.
De la singular camiseta blanca con estampados negros, de Adidas, del debut en Territorial Preferente en el campo de Los Juncos, con 200 espectadores en el curso 95-96, se pasó a la equipación de siempre, diseñada por Mobel, con poco más de 1.000 aficionados en el Cartagonova en la temporada 2003-04, lógicamente en Segunda B y con jugadores como Loreto, Sívori, Isach o Diezma cobrando sueldos de superior categoría. Cometió muchos errores Paco Gómez, demasiados. Pero al final consiguió el ascenso, seis años después de su llegada.
En la temporada 2008-09, coronada con el histórico éxito en Alcoy, el club tenía 2.122 abonados y sus ingresos por publicidad no pasaban de los 200.000 euros. El siguiente curso, ya en Segunda A, superó los 8.000 socios. Y firmó un convenio inimaginable solo unos meses antes con Ayuntamiento, Comunidad Autónoma y Fundación CajaMurcia que le reportó 650.000 euros anuales, simplemente por colocar el logo de Teatro Romano en la parte frontal de sus camisetas. Todo se torció tras el descenso de 2012 y dos años después, en marzo de 2014, Gómez salió por la puerta falsa, tras poner 11 millones de euros en 10 años. Ha sido el mecenas más importante que ha tenido nunca el fútbol local. Pero también generó una deuda de 3,6 millones, que subió hasta 4,8 durante la etapa de Javier Martínez y Javier Marco, que solo estuvieron 14 meses gestionando el club.
Ahora, en el arranque de la cuarta temporada de esta nueva vida -la tercera en 23 años y pico de trayectoria- el Cartagena está más vivo que nunca. Nunca antes tuvo el Efesé un proyecto tan sólido en lo económico (siempre paga las nóminas por adelantado el último lunes de cada mes), tan viable a largo plazo (no se depende de un ascenso) y con tanto respaldo social (más de 7.000 abonados en Segunda B por primera vez en un siglo). En otros tiempos, el tener que afrontar obligatoriamente un pago extra de 225.000 euros habría encendido todas las alarmas dentro y fuera del club. En este caso, no es así. En el FC Cartagena, que este mes ha arrancado el convenio de acreedores tras dos años de carencia, tienen previsto este gasto adicional y el dinero está reservado.
Donde hace tres años hubo una deuda de casi 5 millones de euros queda hoy otra de 1,1 euros. Al principio, la ayuda de Felipe Moreno, dueño del Leganés y amigo íntimo de Paco Belmonte, fue básica para afrontar pagos urgentes y avalar otros, sobre todo referentes al concurso de acreedores. Después, la estupenda gestión económica y social de Belmonte, junto a su socio Manuel Sánchez Breis, ha hecho que cada curso acabe con superávit. Ahora, en esta primera campaña hay que quitarse de encima 225.000 euros.
Entre 2019 y 2023 solo habrá que asumir otros 275.000 euros. Y a partir de 2023 tocará afrontar lo más gordo; el crédito subordinado con Hacienda, de 600.000 euros. Hay hasta 2026 para desembolsarlos, pero si el Efesé sube a Segunda la quita a esa cantidad sería del 80%. De este modo, el nuevo Efesé se resiste a seguir los pasos del viejo, que entró en una profunda crisis financiera tras su descenso a Segunda B de 1988 y acabó retirándose de la competición en Tercera en octubre de 1996, tras un descenso administrativo por impagos y el 7-0 de Lliria.
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