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Sigüenza, en primer plano, abatido en el vestuario visitante de El Vivero.
Badajoz: la encerrona del siglo
HISTORIAS EN BLANCO Y NEGRO

Badajoz: la encerrona del siglo

El Efesé fue humillado por el equipo pacense en la 'final' del 92, en un ambiente hostil. Los aficionados cartageneros fueron recibidos a pedradas

Francisco J. Moya

Domingo, 4 de enero 2015, 23:27

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En el viejo Vivero, un campo en el que cabían diez mil personas y en el que esa abrasadora tarde extremeña (28 de junio de 1992) se metieron casi quince mil, acabó todo. En Badajoz, en la encerrona del siglo, el viejo Efesé se despidió para siempre del sueño del ascenso a Segunda y comenzó un viaje hacia la desaparición que solo tardó cuatro años en llegar. El club estaba muy tocado por culpa de una deuda entonces elefantiásica. Ganar o empatar (también le valía al equipo albinegro la igualada en aquel último partido de la promoción de ascenso) hubiera supuesto la salvación del club, que ya el año anterior había acariciado el ascenso. Se lo robó el Racing de Santander, con la ayuda del ya célebre autogol de Pombo.

Hablemos del partido del 28 de junio de 1992. El Cartagena tenía un equipazo, posiblemente superior al Badajoz que entonces entrenaba un jovencísimo Paco Herrera. Raudona; Dani, Ángel, Paco Sánchez Queco; Sagarduy, Rai, Brau, Miguelo; Sigüenza y Pedro Cordero. Ese fue el 'once' que presentó el uruguayo Voltaire García en la 'final' del Vivero. Fueron los mismos once futbolistas que el domingo anterior habían ganado al Badajoz en el Cartagonova (2-0, con doblete del cartagenero Rai) y que habían dejado al Efesé a un solo punto de la gloria.

Pero las cosas fueron muy distintas en tierras pacenses, donde el Cartagena se abrasó en la caldera del Vivero. En 'youtube' se puede ver un vídeo de aquel partido en el que uno se da cuenta de lo que los jugadores y aficionados cartageneristas tuvieron que soportar aquella tarde en Badajoz. No obstante -luego hablaremos de los incidentes-, en lo futbolístico fue mejor el equipo de Herrera, que contaba con dos o tres futbolistas de superior categoría.

El mejor era Rafa Pozo, un pequeño delantero que se formó en la cantera del Sevilla y que completó seis años fabulosos en el Badajoz. Esa tarde marcó dos goles y volvió locos a Paco Sánchez y Ángel, los centrales del Cartagena. Mínguez, otro sevillano, daba peso al centro del campo pacense. Y Sarabia, un delantero formado en Lezama y que había pasado por el Osasuna, era también muy peligroso.

En cualquier caso, el Cartagena, en el que destacaban Miguelo y Cordero, no era peor. Pero esa tarde lo fue. Marcó pronto el Badajoz, por mediación de Sarabia (minuto 7). Se repuso el Efesé y Cordero igualó en el minuto 16, al cabecear a la red un envío de Miguelo desde el córner. A dos minutos del descanso, en posible fuera de juego, Pozo hizo el 2-1. Y ese gol fue un terrible mazazo para un Cartagena que ya daba síntomas de debilidad en defensa. Curiosamente, durante toda la Liga, lo mejor del equipo de Voltaire había sido su sistema defensivo. Incluso, el meta Luis Raudona había estado un montón de partidos sin recibir un solo gol.

Todo acabó en el minuto 48, cuando el árbitro, el guipuzcoano Beguiristáin Iceta, expulsó a Rai en una acción absurda. Le dio una patada a un contrario, tras mediar provocación. El árbitro solo vio el gesto del cartagenero y lo echó. Diez minutos más tarde, Mínguez destrozó a Queco por la derecha y su pase al punto de penalti lo transformó Pozo. Era el 3-1. Era el final. En la última media hora, el Efesé fue un juguete en las manos del cuadro local, que hizo dos goles más. El partido acabó 5-1. Pero podía haber terminado 7-1 u 8-1.

Recibimiento y desgracia

Las crónicas de la época, en 'La Verdad' firmadas por Guillermo Jiménez, cuentan que el ambiente que se encontraron los más de mil cartageneros que viajaron ese día a Badajoz fue «tenso y hostil». Los ánimos estaban muy calientes desde el domingo anterior, nadie calmó las cosas durante la semana y la cosa pudo terminar muy mal. Desde la mañana, hubo insultos por la calle cada vez que se cruzaban seguidores cartageneros y pacenses. Lo peor llegó alrededor de las tres de la tarde, dos horas antes del inicio de aquel decisivo duelo. Grupos de aficionados de ambos equipos se encontraron a doscientos metros del viejo Vivero y se enzarzaron en una pelea (a pedradas, botellazos y puñetazos) que acabó con varios heridos leves y dos seguidores pacenses detenidos.

Algunos cartageneros ni siquiera entraron al campo, ya que en la reventa le pidieron 10.000 pesetas de la época por unas entradas que costaron entre 3.000 y 5.000 pesetas. El Badajoz recaudó ese día 30 millones, el doble de lo que ingresó el Efesé una semana antes en el Cartagonova. Aquel fin de semana negro tuvo un epílogo trágico. Dos aficionados del Efesé (Modesto Allepuz y Juan Francisco Sánchez) murieron en un accidente de tráfico volviendo de Badajoz, ya de madrugada. El coche en el que regresaban se salió de la calzada y chocó contra un puente cerca de Cieza.

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