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Ribas, en el Cartagonova.
Nadie mueve a Ribas

Nadie mueve a Ribas

El uruguayo seguirá mandando en el cuerpo técnico, posiblemente hasta el parón navideño

Francisco J. Moya

Martes, 9 de diciembre 2014, 00:32

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En el FC Cartagena todos saben que la actual situación es insostenible. El equipo es un desastre, la afición empieza a desertar del estadio, los futbolistas caminan sin rumbo por el grupo IV de Segunda B y se necesita un revulsivo en forma de entrenador. No lo tiene desde que empezó la Liga, pero es que las cosas se han hecho tan mal en todo este tiempo que hemos llegado a un estado límite: la imagen del domingo pasado con Domingo Cáceres y Simón Ruiz escondidos dentro del banquillo local del Cartagonova para no ser pitados por el público será recordada toda la vida como una de las más esperpénticas en la historia del fútbol local.

Esto no puede durar ni un día más. En un club normal, hoy mismo se pondría fin a esta etapa lamentable en el Efesé, se anunciaría la llegada de un nuevo técnico, con plenos poderes, y se empezaría de cero. Pero eso no va a suceder. Entre otras cosas, porque este FC Cartagena de Sporto Gol Man 2020 no es un club de fútbol normal y corriente. Es un proyecto cogido con pinzas, en constante huida hacia adelante, que vive a salto de mata, que está sustentado por una serie de sociedades mercantiles de reciente creación y que está sostenido económicamente por un inversor siciliano que vive en Mónaco del que nada se sabe. Solo se conoce su nombre, Sergio Sofía. Y su edad, 34 años.

Así las cosas, nadie se atreve a mover de su silla a Julio Ribas, el entrenador en la sombra. Es la persona que toma todas las decisiones, aunque ni se le ve sobre el césped en los entrenamientos ni en el banquillo durante los partidos. El técnico uruguayo los sigue desde el vomitorio del palco del Cartagonova. No se deja ver, sigue agazapado y esperando a que pase la tormenta. Pero el temporal no amaina y el preparador uruguayo, de 57 años, ni siquiera es capaz de aparecer por la sala de prensa para contar sus impresiones y dar todas las explicaciones que hay que ofrecer en una situación así.

El caso es que todos (Manzano, Martínez y Marco) saben perfectamente que Ribas tiene que dar un paso atrás. Y que tiene que llegar un nuevo entrenador, con capacidad de mando y que no sea un títere, que es lo que ha sido Simón Ruiz hasta ahora. Por cierto, el técnico cartagenero ha dicho basta y ya lleva dos semanas sin 'ejercer' como entrenador, aunque sí presta su carné a Ribas y firma en el acta arbitral como primer entrenador. No obstante, ya no aparece por la sala de prensa.

Tiene que venir un entrenador, pero no llega. Han pasado cinco semanas desde que Javier Marco anunció el fichaje de un sustituto para Julio Ribas. Y no se ha avanzado casi nada. Manzano ha hablado con algunos técnicos de cierto prestigio y, desde el club, se ha tanteado a algunos jóvenes preparadores de la zona, con la idea de que venga alguno para ejercer el papel que está desarrollando Simón Ruiz. Casi todos los que han sido 'tocados', se han negado a venir para ponerle el carné a Ribas. Todo el mundo sabe que el entrenador que venga será mirado con lupa, por si manda él o sigue mandando Ribas. Y ahí está la clave de todo este lío descomunal.

Ribas ha repetido varias veces en privado, a Manzano y a Marco, que no se opone a que venga un entrenador. Necesita un escudo y sabe que el club no puede prolongar más esta agonía. Pero el uruguayo quiere mandar. Y ningún entrenador con cierto peso en la categoría vendrá para acatar órdenes, ni de Ribas ni de nadie. Y así estamos. Pasan las semanas y todo sigue igual. Nadie da el paso. Nadie se atreve a tomar una decisión que cambiará las cosas de manera definitiva.

Porque parece evidente que Ribas, por su carácter y su forma de entender el fútbol, no cohabitará con otro preparador. Él es entrenador. Es lo que ha sido durante los últimos 20 años, casi siempre en el fútbol uruguayo. Ni es mánager ni es director deportivo ni sabe vivir en un despacho. Lo suyo es el césped y el banquillo. El contacto con los futbolistas y la pelota. Ese es su mundo. Si le quitan todo eso, habrá conflictos. Y serios.

Hay un dato clave. Sofinvest, la empresa de Sergio Sofía y Daniel Golpe que impuso a Julio Ribas, puso más de 100.000 euros para salvar al Cartagena el pasado mes de junio. Y ha prometido seguir invirtiendo en el futuro en el club albinegro. Para ello, es indispensable que Ribas siga al frente del cuerpo técnico. En este estado de cosas, un club normal echaría al entrenador y contrataría a un sustituto. Pero el Cartagena, ahora mismo, no es un club normal. Si Ribas pierde el poder, el Cartagena pierde su principal fuente de ingreso de dinero.

Ahora mismo, la idea de los que mandan en el Cartagena (que tampoco tienen demasiado dinero para gastar en un nuevo entrenador) es mantener las cosas tal y como están hasta el parón navideño, con lo que Ribas seguiría tomando las decisiones en los dos últimos partidos del año, este domingo en Sevilla ante el Betis B y la semana siguiente, en el Cartagonova, ante el Jaén. Luego, cuando lleguen las vacaciones de Navidad, se 'abrirá el melón' del banquillo. No obstante, un mal resultado el domingo en Sevilla podría precipitar los acontecimientos.

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