José Ángel Jurado, este domingo, sobre el terreno de juego del estadio Cartagonova. ANTONIO GIL / AGM
Fútbol | FC Cartagena

José Ángel: «Ascender sin gente sería duro, pero hay que hacerlo»

«Lo único que queda del chico de 18 años que jugó en el Betis es la ilusión. Todo lo demás lo he cambiado», confiesa el centrocampista del FC Cartagena

Francisco J. Moya

Cartagena

Miércoles, 24 de junio 2020, 15:52

Cumplió 28 años el pasado domingo y lo celebró en la playa, junto a sus compañeros Carlos David, Marc Martínez, Cordero, Vinicius Tanque, De Vega, ... Diegui, Cayarga y William. «Somos una familia, un grupo humano de los que no se forman todos los años», dice José Ángel Jurado (Sevilla, 1992). Tiene ganas de repetir el ascenso que logró con el Mirandés en 2012 y de volver a competir en Segunda. 37 partidos en la división de plata pudo disputar con la camiseta del Almería. Su padre, Fede Jurado, fue un centrocampista de clase que marcó una época durante ocho temporadas en el mejor Écija de la historia, aquel que llegó a militar en Segunda entre 1995 y 1997. Hoy es entrenador del Alcalá, en la División de Honor sénior andaluza. «Me enfadaba cuando me corregía tras los partidos, pero es la figura más importante de mi vida», admite.

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–¿Qué queda de aquel chico que entrenaba con la primera plantilla del Betis con solo 18 años y debutó en el filial, en Segunda B, siendo todavía juvenil?

–Poco. Lo único que queda es la ilusión. Todo lo demás lo he cambiado. Ahora miro mucho las horas de descanso, la alimentación y el entrenamiento invisible. Voy a ser padre, tengo una pareja y una vida estable. Me cuido al máximo.

«Cometí errores, los propios de un chico de 18 años. Hoy hubiera hecho las cosas de otro modo»

Sus inicios

–¿Siente que dejó pasar un tren?

–Cometí errores, supongo que los propios de un chico de 18 años que se ve entrenando con el primer equipo del Betis. Y tomé decisiones erróneas. Siendo juvenil me vi jugando en el Betis B con gente de 24 y 25 años. Obviamente, hoy hubiera hecho las cosas de manera distinta. Han pasado 10 años.

–¿Le ayudó marcharse cedido a Miranda de Ebro y aquel ascenso a Segunda de 2012?

–Sí, por supuesto. Tenía 19 años, salí por vez primera de Sevilla y llegué a un vestuario con muchos tíos mayores de 30 años. Casi todos eran vascos y Nauzet, el portero que ahora está en el Recre, fue clave en mi crecimiento. Fue mi hermano mayor allí. También te digo que fue una locura aquel mes de enero, en el que llegamos a semifinales de la Copa del Rey y nos eliminó el Athletic. Salíamos al campito de entrenamiento que había al lado de Anduva y teníamos 50 cámaras grabando. Todos los medios de comunicación de España se volcaron con nuestra historia. La gente se volvió loca y eso nos dio alas en la Liga. Subimos ganando los dos partidos al Atlético Baleares, donde estaban Dani, Antoñito, Jesús Perera, Mantovani y David Sánchez. Eran un equipazo. Nosotros, también.

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–Se marchó al Villarreal B. ¿Por qué no siguió en el Mirandés?

–Se acabó mi cesión y también terminó mi contrato con el Betis. Me llamó el Villarreal y no me lo pensé. Es una de las mejores canteras del país y creí que necesitaba dar ese paso. Lo teníamos todo a nivel de instalaciones y en ese filial jugábamos de memoria, pero personalmente yo no encontré las sensaciones que tenía en el Betis. No estuve a mi nivel.

«Llegar tan lejos en la Copa nos dio alas. Todos los medios de España se volcaron»

Ascenso con el Mirandés

–Y de allí, al Almería B.

–El entrenador decisivo en mi carrera es Miguel Rivera. Él me dio todos los galones en el Almería B y me dijo que yo era el líder del equipo. Recuperé toda la confianza perdida. Hice un gran año.

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–Eso le hizo dar el salto al primer equipo.

–Sí. Me costó entrar en las alineaciones el primer año. Tuvimos cinco entrenadores y nos salvamos en el último partido. Fue Gorosito, quien no miraba el DNI ni el nombre del futbolista, el que me puso a jugar. El siguiente año, con Fernando Soriano, acabé entrando cuando llegaron las lesiones y sanciones. Y al empezar a jugar yo, lo cierto es que el equipo comenzó a ganar partidos. Sin embargo, un 30 de enero a las nueve de la noche me dieron la baja. Soriano había sido compañero mío y de un día para otro dejó de ser futbolista para convertirse en entrenador. Yo no le gustaba y no fue de cara conmigo. Él y [Miguel Ángel] Corona me dejaron tirado.

–¿Qué hizo?

–Quedarme en mi casa, quemado y dando vueltas a la cabeza. Fue un mes de febrero [de 2017] muy complicado. En marzo me salió la oferta de Noruega [lo firmó el Bodø/Glimt] y acepté. Me aterrorizaba la idea de estar seis meses sin jugar. Y en Noruega todo fue muy bien. Me costó adaptarme mucho a una cultura y a una vida tan diferente. Pero lo conseguí, estuve dos años y me sentí muy querido y respetado. A los tres meses de estar allí ya me llamó el Cartagena [junio de 2017], pero era imposible que el Bodø/Glimt me permitiera salir entonces.

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–¿Por qué se fue a Moldavia?

–El Sheriff Tiraspol me ofrecía la posibilidad de jugar la previa de la Champions League y eso era un escaparate grande para mi carrera en el extranjero. Fue todo perfecto al principio, pero a los ocho partidos echaron al entrenador. Llegó un croata que no contaba conmigo. Me sacó de las alineaciones y solo me puso en la previa de la Champions en casa, ante el Saburtalo de Georgia. Perdimos 0-3 y cargaron todas las tintas contra un compañero y contra mí. Me dijeron que no contaban conmigo y me hicieron cosas muy feas.

«El Cartagena ya me quiso en 2017 y en 2019 lo cerramos todo en dos horas»

Un interés que viene de lejos

–Moldavia, apartado, cosas feas... Da miedo.

–[Se ríe]. Fueron meses complicados, sí. Pero de todo se aprende, incluso de una experiencia tan mala como aquella. Fíjate que retuvieron mi tránsfer y me costó entrar más tarde de lo debido en el Cartagena. Fue una pesadilla hasta el final. Pero soy positivo y me quedo con algo que también ha sido clave en mi carrera. En Moldavia perdí la ilusión por el fútbol y aquí la he recuperado. Me tuvo que pasar aquello para que ahora valore tanto esto que estoy viviendo en el Cartagena.

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–Quiere echar raíces en el Efesé. ¿Esa es la idea?

–Sí. Por mi mente solo pasa ascender y quedarme aquí para jugar en Segunda. Fíjate que cuando este verano me llamó Paco [Belmonte] en solo dos horas cerramos el acuerdo.

–¿Cómo está el equipo ahora, tras tanto tiempo sin competir?

–Mejor de lo que esperaba. Hay compañeros que están ya como auténticos toros. Y queda tiempo aún. Creo que a partir del 1 de julio nos pondremos ya en 'modo playoff' al 100%. Todavía no sabemos ni el rival ni la fecha ni el campo en el que vamos a jugar.

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«Llevaba años sin pasarlo así de mal por un fallo. Estuve dos días hundido»

El penalti ante el Marbella

–¿Se ve jugando el 'playoff' sin público? ¿Cómo se moverán en ese contexto tan insólito?

–Es lo que hay. Ascender sin público sería duro, pero más duro sería no subir. Hay que hacerlo, porque ese es el premio que todos buscamos. Ojalá hubiera público.

–Antes del parón vivió usted las dos caras del fútbol en solo siete días. ¿Cómo fue?

–El penalti que fallé en el último minuto contra el Marbella me dejó muy tocado. Llevaba años sin pasarlo así de mal. Estuve dos días hundido. Y es verdad que el fútbol es muy puñetero y muy bonito, a la vez. La semana siguiente en Córdoba todos estuvimos bien y salí muy contento, con el liderato recuperado.

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