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Jugadores y cuerpo técnico del Cartagena celebran el ascenso tras la tanda de penaltis.

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Jugadores y cuerpo técnico del Cartagena celebran el ascenso tras la tanda de penaltis. Antonio Gil / AGM

La mano de Marc Martínez lleva al Efesé al sitio que merecía desde hace tiempo

El meta albinegro para el penalti decisivo a Jorge Ortiz y, tras el fallo previo de Sam, los de Borja Jiménez vuelven a Segunda 8 años después

Lunes, 20 de julio 2020, 01:44

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Esta vez todas las lágrimas fueron de alegría. Por un momento, cuando la mano de Marc Martínez empujó esa pelota mansa de Jorge Ortiz hacia fuera del arco, todo el mundo olvidó el virus, la pandemia, la distancia de seguridad y los miedos. Paco Belmonte corrió como un loco por el palco y la alcaldesa, Ana Belén Castejón, se puso a cantar y celebrar. Tan arriba se vinieron los jugadores en la celebración sobre el césped que quisieron mantear a Manuel Sánchez Breis. Un peso pesado. Palabras mayores.

Le debía el fútbol una fiesta así al Cartagena, un equipo que acumulaba tantas desgracias que en ocasiones ya había dejado de sentir dolor. Sufría, sufría y sufría. Ese era su destino. Y no había manera de rebelarse. Por fin, la herida de Majadahonda, dos años y pico después, sanó en Málaga, una tierra prometida a partir de hoy para toda la Efesemanía, esa que vivió con el corazón encogido las casi tres horas de un partido que ya es oro puro para toda la hinchada albinegra.

FC Cartagena

Marc Martínez; Johannesson, Andújar, Álex Martín, Forniés; Cordero (Jurado, 105), Carrasquilla (Manu Viana, 90), De Vega; William (Elady, minuto 84), Cayarga (Verza, 60) y Vinicius Tanque (Caballero, 90).

0 (4)

-

0 (3)

Atlético Baleares

anu Herrera (Ginard, 119), Borja San Emeterio (Ferrone, 97), Orfila, Óscar Gil, Peris; Villapalos, Rovirola (Haro, 119); Samuel, Iturraspe (Alberto Gil, 69), Jorge Ortiz; y Gabarre (Lekic, 105).

  • fc cARTAGENA Hernández Maeso (extremeño). Amarillas a Vinicius Tanque, Caballero, Rovirola, Villapalos y Óscar Gil.

  • Incidencias: La Rosaleda. Sin público.

Había muchas probabilidades de que la cosa se fuera a los penaltis. Cuatro meses sin competir, mucho miedo y unas fuerzas tan justas como parejas. Y así acabó la cosa. 4-3 en una tanda para la posteridad. Adiós a la mala suerte. Bienvenidos a la nueva realidad. Ya veremos si esto será la normalidad a partir de ahora y el infierno de la Segunda B nunca más reaparece. Pero lo de anoche no nos lo quita nadie. Debe ser, además, el principio de algo grande para el fútbol local.

El partido comenzó como todos esperábamos, con los dos equipos tocando en su campo y midiendo cada esfuerzo. Se notaba el miedo. Las hostilidades las rompió Jorge Ortiz, extremo balear que le dio la noche a un Johannesson. Su disparo se fue desviado. Respondió pronto el Efesé, con su mejor ocasión del primer periodo. Berto Cayarga luchó con denuedo una pelota dividida y el rechace le cayó a Vinicius Tanque al borde del área. Se quedó solo delante de Manu Herrera y en el mano a mano, algo esquinado, salió victorioso el guardameta del conjunto balear.

William desborda

En la siguiente, Johannesson y William desnudaron a Peris y el remate del lateral asturiano, que debía ser terminal al borde del área chica, tropezó contra la pierna de un zaguero amarillo.

Esos tres fogonazos, entre los minutos 11 y 18, removieron al personal y aquello pareció el principio de otro partido. Pero no fue así. Como asustados por eso de que el golpea primero en una final suele llevarte a la victoria, unos y otros echaron el freno de mano. Y ya pasó muy poco. William caracoleó una y otra vez pero se olvidó de hacer daño en los metros finales. Samuel fue el único que se acercó al gol con una buena maniobra en la que se libró de Andújar. Menos mal que su pase de gol se fue larguísimo y Gabarre no vio la pelota.

Pasaron los minutos con muy poco fútbol y el único espectáculo lo daban los directivos del Atlético Baleares con sus gritos, vítores, palmas y quejas al árbitro. Fuera, en la puerta del estadio, Pencho Angosto lideraba los cánticos del medio centenar de incondicionales albinegros que no pararon en toda la noche.

El paso por los vestuarios espoleó a los de Mandiola, quienes chutaron un par de veces con mucha intención. Y se quedaron con la pelota. Sam empezó a hacerle daño a Forniés y Carrasquilla y De Vega desaparecieron. Minutos malos para los albinegros que Borja Jiménez cortó de raíz metiendo a Verza en el campo. El oriolano le vino de perlas al Efesé. Dio pausa a los suyos y Cordero, por fin, cogió aire a su lado. Pasó el temporal.

Dos clarísimas

Creció el Efesé en el partido y llegaron cinco minutos eléctricos, en los que William y Johanesson tuvieron las dos oportunidades más claras de la noche. Ahí estuvo el gol de la victoria. En la primera, el brasileño recibió solo en la frontal y su ajustado derechazo lamió el palo. En la segunda, el lateral cedido por el Oviedo se plantó delante del portero y su trallazo fue repelido por Manu Herrera. No se movió el 0-0 y, como sucedió en el primer tiempo, este arreón dio paso a una fase de respeto máximo entre los dos.

Salió Elady tardísimo, en el minuto 84. Y además, para jugar en la banda derecha, donde el jienense está muy incómodo y baja mucho sus prestaciones. Enfadado con el mundo, la aportación del que fuera máximo goleador del equipo el año pasado (20 goles jugando en la izquierda) fue muy pobre. No se buscaron Efesé y Baleares en el cuarto de hora final del tiempo reglamentario y obviamente el armisticio acabó con la final por el ascenso marchándose a la prórroga, como había pasado el día anterior con el Castellón y el Logroñés.

Marc Martínez, héroe de la tanda, celebra el ascenso. Antonio Gil / AGM

En el tiempo extra quiso pegar al principio el Baleares. Sam y Alberto Gil, que estaba fresco, merodearon el área de Marc Martínez, quien blocó bien un disparo lejano de Ortiz. Fue un espejismo. La entrada de Manu Viana y Caballero refrescó el ataque albinegro. Cambió el plan. No apareció el juego elaborado y de toque y Borja Jiménez buscó ir más rápido hacia al área rival. Poco a poco, el Cartagena fue metiendo a su rival en su propia parcela. Caballero tenía ganas de juerga. Manu Viana, en una cabalgada, creó también peligro en la meta balear. Y Andújar no cazó una bola suelta en el punto de penalti por muy poco.

Así, Mandiola firmó el empate e ir a los penaltis. Un minuto antes del final, hizo la de Van Gaal en el Mundial y cambió de portero. El veterano Manu Herrera, muy enfadado, le dijo que no salía del campo. Al final lo hizo. Entró Ginard, meta suplente, pero lo cierto es que el cancerbero suplente del Baleares no paró ni uno.

Lo mejor, al final

0-0. Angustia. Entonces, los penaltis. Corazones a punto de explotar. Tiró Lekic y marcó. Empezó Verza para el Cartagena y lo metió por el centro. Siguió Peris y, aunque la rozó Marc Martínez, la pelota entró. La cogió Elady y, tras su habitual 'paradinha' interminable -agónica, esta vez-, no falló. Tampoco se equivocó Alberto Gil. Y Lucas de Vega, que parecía nervioso, la puso perfecta. En el cuarto, Sam la echó por encima del larguero. A las nubes. Caballero reventó el balón y acercó el sueño.

La expedición albinegra se volvió loca. Era el preludio de una madrugada de frenesí. Marc Martínez adivinó la intención de Jorge Ortiz y se convirtió en el héroe de un ascenso que devuelve al Cartagena a Segunda tras ocho años de intensa búsqueda. La pesadilla queda atrás. Hoy empieza una nueva vida. Queda atrás Málaga y el sueño de una noche de verano en plena era Covid-19.

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