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RUBÉN SERRANO
CARTAGENA
Viernes, 12 de octubre 2018, 03:08
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«Yo siempre fui un chiquillo tranquilo, no armaba jaleos en la casa, aunque mis padres dicen que de niño siempre tenía alguna peleílla por ahí. Soy una buena persona», dice entre risas Sergio Dueñas Ruiz, conocido futbolísticamente como Moyita, excanterano del Betis y enamorado de los sevillistas Banega y Franco Vázquez. «No veas el espectáculo que dan en el Sevilla, ¿sabes? Yo me fijo mucho en ellos». El mediapunta de Osuna, de 26 años, vive «en una nube»: en un par de temporadas, ha pasado de recoger aceitunas en su pueblo a brillar en el Écija, firmar un contrato en el fútbol profesional con el Mallorca y destacar, en calidad de cedido, en un Efesé que lleva tres victorias consecutivas. «Creía que mi futuro sería estar cogiendo aceitunas en el pueblo, pero lo que me está pasando ahora en el fútbol es un regalo».
-Sinceramente, yo no pienso que venga del Mallorca. No he debutado con ellos. Yo vengo de bajar con el Écija y soy un futbolista de Tercera, porque casi siempre he jugado en esa categoría. Ahora mismo, es como si estuviese en el Real Madrid de Segunda B. El Cartagena es un gran club, tiene un gran estadio y una afición espectacular. Acabo de terminar el entrenamiento y me he pegado una ducha de agua caliente. He estado en vestuarios con agua fría, he entrenado en polideportivos de césped artificial y actualmente lo hago en unas instalaciones de primer nivel y en un pedazo de campo como el Cartagonova. Estoy en un equipo 'top' de la categoría y mi ilusión es máxima.
-Nunca me había planteado llegar a la élite. Yo era muy feliz jugando en el equipo de mi pueblo, en Segunda regional. También en el Écija, en Tercera. Estaba en mi casa, con mi gente, muy cómodo. No tenía esa obsesión por llegar lejos. Y ese pensamiento, por entonces con 23 años, no le entraba en la cabeza a mi familia. No se lo creían. Pero hace dos temporadas me puse las pilas, vi que en el Écija teníamos una gran plantilla y pensé: 'Quiero machacarme, ascender y probar cómo se me da Segunda B'. Salió todo perfecto.
-No tenia ilusión. En 2015, probé a jugar en el Villanovense y no me salieron las cosas. Me volví al Écija, en Tercera. La cabeza te juega malas pasadas; pensé que no valía para Segunda B. Pero hace dos temporadas cambié el 'chip' y luché para demostrar lo que valía. La pasada fue la mejor de mi vida. Yo luchaba todos los días, y de repente un día me llamó el Mallorca. 'Hostia, no puede ser; es un sueño', pensé. Por desgracia, me lesioné en pretemporada, se dieron una serie de circunstancias y no he podido probar en Segunda.
-No hasta ese punto. Yo siempre he tenido claro que voy a jugar al fútbol hasta que pueda, pero sí es verdad que unos años he tenido más ilusión y otros, menos. Hubo una época, en Tercera, con el Écija, que estaba muy bajo de confianza, pensando que no daba el nivel. Si tienes la cabeza fuerte, tiras hacia adelante y las oportunidades van a llegar. Soy muy tozudo, y cuando me planteo algo lo consigo. Mi hermano juega en el Osuna y me ayudó a cambiar de mentalidad. Me vio venir por los mismos pasos que él, se mosqueó conmigo y cambié para ganarme la vida en equipos tan grandes como el Cartagena. Lo he conseguido.
-A lo largo de mi carrera sí he estado pluriempleado, pero en Segunda B me tengo que centrar en el fútbol. He trabajado muchos años en mi pueblo, recogiendo aceituna, en los olivos de mi abuela y para terceras personas. Me gusta trabajar, estudiar y no perder el tiempo. Terminé la Educación Secundaria, pero los estudios me cuestan. Yo me tengo que leer las cosas siete veces, pero a base de insistencia me saqué un grado medio de Deporte y otro en Administración de Empresas.
-He estado a muy buen nivel las dos últimas temporadas con el Écija, en Tercera y en Segunda B. Cada vez me encuentro mejor, siento que no paro de crecer. Ahora, más todavía: estoy rodeado de grandísimos jugadores y todo es más fácil. Es mi mejor momento y quiero darlo todo. Lo mejor que tengo es mi cabeza: cuando estoy mentalizado en algo, me pongo, estoy tranquilo y no me distraigo en tonterías. Estoy concentrado en el fútbol y me apoyo en la familia para sentirme arropado. He cambiado mucho y veo la vida de otra manera: hay que luchar por lo que uno quiere hasta conseguirlo.
-Nos costó mucho arrancar la temporada, perdimos partidos y empatamos otros. Pero creo que hubo un momento crucial, a partir de la eliminación en Copa contra el Logroñés: dimos un cambio brutal en los entrenamientos, yo lo veía en el día a día. Empezamos a crecer, parecíamos otros. Era algo mental, nos atascamos y hasta nos costaba sacar la pelota desde atrás. Hemos ganado confianza dentro del campo, conectamos todos muy bien.
-Una de las cosas más difíciles que hay en el mundo del fútbol es subir de Segunda B a Segunda. Nunca he jugado una fase de ascenso así, y me encantaría conseguirlo; el año pasado vi todas las eliminatorias, veía los campos llenos y las aficiones volcadas y dije: 'Esto quiero vivirlo yo'. Vengo con la ilusión al máximo. Quiero jugar 'play-off', si somos primeros de lujo, y luego ya se verá.
-Pues entre otras cosas, primeras partes como las del partido contra el UCAM Murcia. Les dimos un baño. El dinamismo, mover la pelota. No hablo exclusivamente del fútbol de toque; si hay que pegar un pelotazo, se pega. Me gusta sufrir, correr y luchar en el campo. Munúa es el entrenador más intenso que he tenido en mi carrera, y creo que eso es algo totalmente fundamental en este deporte. Hay que presionar y recuperar rápido, y eso le caracteriza. Él ya era un jugador caliente, le gustaba la intensidad. Quiere que juguemos con mucha cabeza para buscar líneas de pase. Tiene razón: en el campo hay que correr con sentido, no como locos. Hay que interpretar el juego y nos insiste en eso. Hay un plantillón.
«Me encanta comer, me encanta. ¡El revuelto de papas con huevo me llevan loco! Desde que estoy en Cartagena aún no lo he probado», confiesa el jugador del Cartagena Moyita, de 26 años y que afronta esta aventura en solitario: vive en un piso próximo al centro comercial Mandarache. Además del fútbol, uno de los secretos del sevillano es que es un fiel seguidor de la música de Estopa y El Barrio. «De series no soy mucho. Veo la televisión, en general, lo que den en ese momento», sostiene el futbolista del Efesé, un chico familiar. «La familia es mi apoyo». En el recuerdo, tiene grabado a fuego el día más feliz de su vida: el ascenso con el Écija a Segunda B, en el campo del Olímpic de Xàtiva. «De niño siempre veía jugar al Écija y mi ilusión era lograr un ascenso con ellos. Yo en la grada del San Pablo flipaba de crío. Siempre quise jugar en ese club».
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