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Kyle Hunt, del UCAM CB Murcia, machaca en la cara de Mockevicius, pívot del Fuenlabrada, ayer. EFE
Imperdonable regalo de un UCAM que se creyó vencedor antes de tiempo

Imperdonable regalo de un UCAM que se creyó vencedor antes de tiempo

Los de Sito Alonso solo anotaron una canasta en el último cuarto, al que entraron con una máxima ventaja de 15 puntos

Emilio sánchez-bolea

Murcia

Domingo, 20 de octubre 2019

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Montakit Fuenlabrada

Bellas (13), Anderson (18), Eyenga (10), Gillet (3) y Mockevicius (5) -quinteto titular- Urtasun, Bobrov (10), Richotti (10), Ehigiator, García (4), Liggins (1) y Vidal (1).

75

-

74

UCAM CB

Lecomte (13), Booker (24), Radoncic (3), Sakota (9) y Tumba (2) -quinteto titular- Townes (4), Eddie (9), Luz (2), Cate (2), Durán, Hunt (6) y Rojas (0).

  • PARCIALES 17-26, 22-14 (39-40), 15-29 (54-69) y 21-5 (75-74).

  • ÁRBITROS Fernando Calatrava, Alberto Sánchez y Alfonso Olivares.

  • INCIDENCIAS Pabellón Fernando Martín de Fuenlabrada, 5.104 espectadores. 5ª jornada de la Liga Endesa.

El toque de gracia, un último minuto con despiste en el rebote para que Anderson anotara rápido, dos fallos y una falta de Booker, y un triple a nueve segundos del final de Richotti cuando Vidal había parecido perder el balón. Un triple solo, con Lecomte reincidiendo en el error de hacer una ayuda desde el lado fuerte.

Y es que, efectivamente, Sito Alonso empezó el partido decidido a acabar con el runrún de la cara B del UCAM lejos del Palacio. Era condición 'sine qua non' que Booker rindiera al nivel que ofrece como local, y 11 puntos de mago -incluido un triple desde media cancha- serían la principal razón de terminar el primer cuarto en proyección de las tres cifras (17-26) y con clara ventaja sobre un Fuenlabrada que fallaba hasta seis tiros libres.

Sin embargo,

A la vuelta de vestuarios, Sito volvía a integrar a Sakota en el quinteto titular. El excapitán del AEK es un importante valor al que le está costando el inicio y un triple suyo era la primera canasta de la reanudación, con Booker de nuevo en esa versión suya en la que parece capaz de anotar las más inverosímiles canastas. Cumplidor a ratos en defensa, el problema del UCAM en el segundo cuarto había estado principalmente en el ataque, y arreglado esto los de Sito cogían otra vez rentas de tres o cuatro posesiones (47-55, minuto 26), que rápidamente pasarían a ser de dos dígitos con el Fernando Martín muy protestón con el trío arbitral y viendo que la energía de los suyos, que en la segunda mitad del tercer periodo solo anotaron desde el tiro libre, iba cuesta abajo y sin frenos. Un triple de Eddie daría la máxima ventaja de 15 puntos con la música de viento dirigida ahora hacia el equipo local, que parecía haber firmado la rendición.

Y eso es lo más indignante. Dar una versión relajada de uno mismo cuando aún queda todo un cuarto por jugar y cuentas con un grupo de aficionados que ha recorrido media España. Tiros fáciles que se fallan, defensas en las que se perdona, rebotes que se escapan de las manos… un Fuenlabrada bajo mínimos sufría para anotar, y a pesar de las concesiones, parecía no darle tiempo. La primera canasta visitante del cuarto sería un triple de Sakota a asistencia de Booker, de vuelta, a 5:02 del final (60-72).

Pero nada cambiaba. El UCAM parecía ser capaz, aun así, de ganar el partido con el amargo regusto de no convencer cuando lo había tenido todo de cara. Pero era como si los murcianos retaran al Fuenlabrada a ganar un partido que ellos no querían. A algo más de un minuto del final, la diferencia era de ocho puntos (66-74). Un triple de Richotti nada más volver de tiempo muerto daba vida (69-74). Booker pasaría entonces de héroe a villano. Una bandeja fallada sería seguida de la clásica falta de la frustración, enviando a Anderson a la línea. Un libre metido y otro fallado darían el rebote a Eyenga, con más hambre, y este se la cedería a su compañero para encestar. 72-74, con 50 segundos por disputarse.

El triple de Richotti a nueve segundos daría una última vida. Booker quiso jugársela pero estuvo bien marcado por Bellas, entregando una patata caliente a Lecomte en la esquina, que fue taponado por Anderson.

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