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M. OLMEDA
MADRID
Viernes, 11 de agosto 2017, 08:32
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Sufriendo, pero Ruth Beitia estará en la final de la altura. Ya había reconocido la propia atleta, poco después de conquistar el oro olímpico en Río, que 2017 sería un año complicado para ella. Con 38 primaveras a cuestas, la lógica invitaba a pensar en una cuesta abajo. Ella misma lo sabía y la lógica, como de costumbre, acertó. Sin acercarse a los dos metros en toda la temporada, Beitia se presentó en Londres con muchas dudas, que en su debut no se disiparon. Presentó una hoja de servicios impecable desde el 1.80 al 1.89, pero tres centímetros más arriba empezaron a vérsele las costuras. Un nulo, otro nulo... Y los fantasmas en el horizonte. Al tercer intento emergió el talento, que no entiende de edad, y la elevó por encima del listón.
Por trigésima vez en 36 ocasiones a lo largo de su dilatada carrera, la cántabra peleará por las medallas. Unas saltadoras, eso sí, que ahora ve desde la distancia. De entre las doce clasificadas, solo la alemana Marie-Laurence Jungfleisch necesitó tantas oportunidades para pasar el 1.92 como Beitia.
Adel Mechaal consiguió el pase a las semifinales del 1.500. El mediofondista sudó sangre para entrar sexto de su serie, la más rápida de las tres disputadas, con un tiempo de 1:38.99. Peor suerte corrieron en las suyas David Bustos y Marc Alcalá.
Ni Esther Guerrero ni Ana Lozano alcanzaron el pase a semifinales y final en 800 y 5.000, respectivamente. La catalana, con un crono de 2:02.22, se quedó a medio segundo de avanzar por tiempos. La alcarreña certificó una marca personal de 15:14.23 que no le sirvió para competir por las medallas.
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