Manuel Vilacha, la última joya del atletismo murciano
El joven velocista logró el bronce y el récord nacional en relevos 4x100 en el Europeo sub-23 del pasado domingo
Antonio Zomeño
Jueves, 24 de julio 2025, 20:32
La realización televisiva de la final de relevos 4x100 del Europeo sub-23 encuentra en la calle seis a un joven espigado de pelo rizado ... y perilla fina. El ritual de presentación muestra en primer plano a un atleta que ni siquiera debería estar ahí, enfundado en el mono de la selección española bajo el cielo racheado en nubes de la ciudad noruega de Bergen. El velocista murciano da un par de pasos al frente con la barbilla alta y la mirada encendida; tres golpes al pecho testigo en mano mientras rompe en gritos de guerra, una arenga que incluso se cuela por el micro pero que, en el fondo, se dice a sí mismo. Unos segundos después, el pistoletazo de salida lo pone a cabalgar y, a partir de los primeros 30 metros, despliega las alas y vuela. Completa su posta y desacelera con la mirada fija en la meta. Medalla de bronce y récord de España en la categoría, pero el atleta del Infante celebra comedido, sin vehemencia; trabajo realizado, a por otra carrera.
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El velocista Manuel Vilacha (Murcia, 19 años) llegó a Noruega como reserva y salió con el bronce colgado del cuello. En realidad no era su prueba; debía competir en la disciplina individual de 200 metros, su especialidad, pero el día que logró el billete destino al Europeo de Bergen, bronce mediante en el Nacional de Badajoz con una marca de 20.78, el viento soplaba una décima por encima del permitido en el atletismo y su tiempo quedó sin homologar. La llamada de la selección española para competir en relevos 4x100 no le pilló por sorpresa. Aunque su papel era de reserva, y el objetivo disfrutar de la experiencia, todo cambió con las molestias de un compañero, y el mismo domingo le confirmaron que realizaría la primera posta en la final.
«Por la mañana me dijeron que me preparase y, por la tarde, al calentar, me confirmaron que corría», narra Manuel Vilacha, que deja escapar una sonrisa al escuchar el término 'vértigo'. «Son muchos años bajo presión, pero sí que era una circunstancia diferente. Estoy acostumbrado a competir de forma individual y en el Europeo tenía la responsabilidad de que los compañeros dependen de ti, con todo un país detrás… pero me lo eché a la espalda como una motivación más». El resultado fue el récord nacional en la categoría con 38.87, un bronce lleno de orgullo que ya descansa en Murcia junto a una colección de medallas que no para de aumentar.
Sin descanso hacia la meta
La ola de calor da un respiro en la tarde del miércoles en Espinardo, pero Vilacha aparece por las instalaciones de Monte Romero perlado en sudor. La prueba de esfuerzo obligatoria tras el Europeo se ha solapado con su entrenamiento competitivo, dos series de 250 metros donde el crono es lo de menos. Javier Llinares, su entrenador en el Club de Atletismo Murcia desde hace tres años, no busca tiempos, sino sensaciones. Acaba la sesión, estira, se cambia de zapatos y encuentra asiento sobre la grada del estadio, alumbrada ya por los focos. «Estoy reventado», exhala en un cerrado acento murciano mientras empina la botella de agua a sorbos cortos, entre jadeo y jadeo.
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Hace solo cuatro días subía al podio de Bergen enfundado en la rojigualda, pero asegura que ya ha tenido tiempo para digerir el logro: «Sin lugar a dudas, es lo más grande que he hecho», pero no se recrea, ya piensa en el Europeo de 2027, en competir por esa medalla que el viento le ha privado. Su calendario le situaba ya de vacaciones, con la temporada terminada, pero el joven atleta se siente pletórico, y ha cambiado sus planes para competir del 1 al 3 de agosto en el Campeonato de España Absoluto en Tarragona. «Me encuentro muy bien, estoy en mi mejor estado de forma. Ya lo demostramos en Badajoz, que estuve corriendo como nunca, y me encuentro todavía mejor. En Tarragona creo que van a caer marcas personales», asegura.
Aquel tiempo de 20.78 en Badajoz a principios de julio rubricó a Manuel Vilacha en la élite del atletismo nacional. A nivel absoluto, sin mirar el DNI, pese a que todavía se encuentra en su primer año de sub-23, una etapa que acostumbra a ser de transición pero que el atleta murciano está empeñado en que sea consagratoria. En su evolución en los últimos dos años, desde que su físico explotó, no se adivinan límites ni barreras. Mucho menos en su voracidad competitiva, un factor innato, un intangible que lleva de serie y le ha acompañado desde su primera zancada sobre una pista de atletismo.
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La voracidad competitiva
Nacido y criado en el barrio del Infante, hijo de una pareja de gallegos que emigró a la Región desde Monforte de Lemos, en Lugo, Manuel Vilacha se inició en el atletismo en 2016, con apenas diez años, cuando dejó un fútbol federado que «no terminaba de disfrutar». Desde ese primer momento, ha exhibido el mismo fuego competitivo que muestra cada vez que se bate el cobre: «Al principio no destacaba porque era muy crío, empecé a desarrollarme físicamente más tarde que el resto. No sé explicarlo, pero siempre he sabido que iba a estar ahí, que iba a ser de los mejores, y ahora que me veo aquí, sin querer ser arrogante, sé que voy a ser el mejor», sentencia con naturalidad, sin gestos ni necesidad de matizar.
Tras un primer año cursando el Grado en Economía donde le «pelaron», Vilacha ha encontrado su lugar en el Grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte que estudia becado en la UCAM, y que compagina con sus entrenamientos junto al preparador Javier Llinares, «el que me tiene que aguantar cada vez que llego tarde», contesta entre risas. «Tenemos buena química, estamos haciendo cosas grandes juntos. Mis 'patas' me han traído aquí, pero es Javier quien me hace exprimirlas al 120 por cien», asegura. El preparador murciano no adivina límites al rendimiento de su joven discípulo, aunque «aún tiene mucho por mejorar, detalles que pulir», y destaca como principal virtud su competitividad: «Vilacha se crece en competición, siempre rinde por encima de lo esperado».
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La fórmula del éxito
«Considero que es muy importante creértelo, imaginarte logrando los objetivos», responde Manuel Vilacha bajo la noche cerrada del Estadio Monte Romero, donde los atletas ya se cuentan con los dedos de una mano. «El esfuerzo y el entrenamiento son la base, pero la mentalidad marca la diferencia. Me siento confiado en los momentos decisivos, me motivo y doy más de lo que tengo». Toda la mentalidad del velocista murciano radica en una suerte de profecía autocumplida positiva, una proyección mental que traslada a la pista con la seguridad de que, en su cabeza, ya lo ha logrado.
Como ese podio que espera conseguir dentro de dos fines de semana en Tarragona, «un objetivo ambicioso», pero que se queda en nada al lado de las cotas que se autoimpone para el futuro. «Me marco llegar al nivel de Bruno Hortelano, el mejor velocista español de siempre. En 200 metros creo que puedo estar ahí. Hay que ponerse metas ambiciosas, aunque luego, por lo que sea, no se puedan cumplir», asegura Manuel Vilacha, que no tiembla al oír la pregunta obligada. «Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 son un objetivo, en 200 metros estará difícil por las mínimas, pero en 400 o en 4x400 de aquí a tres años creo que puedo estar. Si no estoy en Brisbane 2032… es que me he retirado», sonríe, y concluye: «Hay que creérselo. No voy a entrenar 'a ver si llego'. Entreno sabiendo que voy a estar y, si no se da, será por otras razones. Pero mentalmente ya estoy allí».
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