El gran salto en la escalada de dificultad
'Sueños de invierno'. El 12 de mayo de 1983, los murcianos José Luis García Gallego y Miguel Ángel Díez Vives abrieron una vía en la temida cara oeste del Naranjo de Bulnes y batieron el récord de permanencia en pared del alpinismo mundial
El invierno de 1983 fue durísimo. En Bulnes, una parroquia del concejo asturiano de Cabrales, los vecinos pasaron muchos días encerrados en sus casas. Los aludes caían constantemente muy cerca del pueblo. Con este escenario tan poco propicio, los alpinistas murcianos José Luis García Gallego y Miguel Ángel Díez Vives se embarcaron en una ascensión que para muchos, y aunque los dos ya contaban con sobrada experiencia, era «imposible». Planearon, y consiguieron, abrir una nueva vía, en invierno, por la cara oeste del Naranjo, una de las cumbres más famosas de los Picos de Europa, con una altura de 2.518 metros que se complica, y mucho, cuando se accede a los 550 metros finales de pared vertical.
Por allí subieron los murcianos, pese a la reticencia de las autoridades del Principado de Asturias, que eran reacias a concederles el permiso, con el argumento de que la zona estaba incomunicada y que todos sus efectivos de Protección Civil estarían ocupados en caso de un eventual rescate. Fue un tira y afloja muy tenso en el que finalmente los murcianos se salieron con la suya.
«La ascensión de 1983 me ha servido mucho, desde el punto de vista mental, en otras subidas que he hecho después, como la del Capitán», dice García Gallego
Entonces un joven estudiante de Derecho, José Luis entró en la historia del alpinismo junto con Miguel Ángel. Se adentraron en la pared oeste del Naranjo de Bulnes en invierno y no salieron hasta bien entrada la primavera. Antes de comenzar a escalar se mentalizaron para permanecer allí entre 35 y 40 días. La aventura se alargó y estuvieron 69 días, y otras tantas noches, colgados de la pared, aguantando temperaturas de hasta veinte grados bajo cero y soportando, de frente, rachas de viento de más de cien kilómetros por hora, ya que la cara oeste del Naranjo está orientada al Cantábrico. Durante 69 días, con sus noches, los alpinistas murcianos permanecieron colgados de la pared en una de las gestas más recordadas. La proeza se materializó en la apertura de una ruta legendaria, bautizada 'Sueños de invierno'. Asimismo, lograron el récord de permanencia en pared de la historia del alpinismo mundial, que nadie ha superado aún. Esta vía sigue siendo en la actualidad una de las más duras de España.
El dato
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50 de los 69 días que estuvieron colgados en la pared vertical de la cara oeste del Naranjo de Bulnes, los alpinistas murcianos José Luis García Gallego y Miguel Ángel Díez Vives soportaron duras tormentas y violentas rachas de viento.
Aquella hazaña, seguida casi en directo por los medios de comunicación de la época, tuvo tal repercusión que Felipe González, entonces presidente del Gobierno, recibió a los alpinistas murcianos en el Palacio de la Moncloa y el Rey Juan Carlos I les envió un telegrama de felicitación.
De vuelta a casa, García Gallego contó cómo fue aquella experiencia. Aunque iniciaron la escalada soportando algunas tormentas, al llegar al día 30 de permanencia en pared pensaban que podían terminar en 40. «Nadábamos en la ignorancia total», dijo José Luis en una entrevista publicada en 'El País', quien añadió que «cuando llegamos al día 40 tuvimos una fase de decaimiento que duró hasta el 50, porque nos dábamos cuenta de que las tormentas eran una pasada y la ascensión iba para largo».
«Como si son doscientos días»
A partir del día 50, José Luis y Miguel Ángel fueron conscientes de que la situación era peor de la esperada y entraron en una fase de 'pasotismo': «Como si son 200 días, mientras tengamos comida nos da lo mismo». Entraron en una fase en la que se sintieron lejos del mundo, como presos de la montaña, «pero a gusto. Hasta nos daba igual cuando nos decían que llegaba una tormenta de siete días».
Con las muestras de cansancio en su punto álgido, los murcianos comenzaron a sentir unos síntomas totalmente desconocidos para ellos: «Esto nos asustó y nuevamente comenzamos a pensar en la cumbre casi obsesivamente. Había que salir como fuera, escalando incluso bajo la tormenta».
José Luis García Gallegó dijo ayer a La VERDAD que en tantos días dentro de la hamaca, cuando no estaban durmiendo, la incomodidad era grande. Al estar sentados durante muchas horas, sin poder apoyarse contra nada, les dolía la espalda. Incluso si se colocaban algo como respaldo, tenían que hacer fuerza con el cuello pues no podían apoyar la cabeza. Sin embargo, el mejor momento del día, según ellos, era precisamente cuando regresaban a la hamaca. «La escalada se realizaba con mucho frío y, en esas condiciones, cada día era una aventura. En la pared, durante la escalada, tampoco podíamos relajarnos ya que la configuración de la vertical lo impedía». La noche que más durmieron fueron tres horas seguidas, de ahí que si algo echaban de menos los alpinistas murcianos era una cama, «y poder andar». Nada más alcanzar la cima, agotados, José Luis y Miguel Ángel se pusieron a gritar «casi irracionalmente» y se abrazaron.
Lo más importante de la gesta, de la que hoy se cumplen 37 años, es que aquella ruta supuso un salto en la escalada de dificultad en España. José Luis, no obstante, estaba como en su casa. Anteriormente había participado en cinco de las siete rutas abiertas en la temida pared oeste. «La ascensión de 1983 me ha servido mucho, desde el punto de vista mental, en otras escaladas que he hecho después, como la del Capitán, en la que estuve colgado en la pared 56 días».
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