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Las chicas del Algar Surmenor posan para 'La Verdad', el jueves, antes del entrenamiento en el polideportivo de El Algar. Pablo Sánchez / AGM

El Algar, un milagro entre las ruinas

El equipo femenino, integrado por jugadoras de la zona, está en puesto de 'playoff' de ascenso a la Superliga de voleibol y sueña con un salto que sería heroico

Domingo, 16 de diciembre 2018, 07:22

Era 1991 y el alumbreño Juan Sáez, hijo de un minero del Cabezo Rajao de La Unión, paseaba de la mano con su novia por las calles de Murcia. Era profesor de Educación Física y acababa de ser trasladado del colegio de La Palma al San Isidoro, de El Algar. Escuchó gritos al pasar por la puerta del polideportivo José Barnés y él, curioso e inquieto por naturaleza, quiso entrar a echar un vistazo. «Había unos chicos jugando al voleibol, un deporte que yo no había visto en mi vida. No sabía nada de él. Y me gustó mucho», recuerda.

«Las crías no hacían nada de deporte en el colegio y el voleibol me ayudó a cambiar esa actitud»

Él había jugado al fútbol y había sido el padre del increíble éxito de La Salle Minerva en los años 80, consiguiendo que el equipo juvenil de la diminuta diputación cartagenera de Alumbres compitiera durante varias temporadas en División de Honor y se convirtiera en el mejor equipo de cantera de la comarca de Cartagena y en uno de los referentes del fútbol juvenil de toda la Región de Murcia. Hasta el Real Madrid de Raúl visitó el campo de El Secante. «Llevaba mucho tiempo con el fútbol y al llegar a El Algar me encontré también con fútbol por todos lados. Y el problema es que las crías no hacían nada en las clases de Educación Física. Pensé que el voleibol me iba a ayudar a cambiar esa actitud de mis alumnas. Y en 1992 fundé el club. Me volqué con el voleibol femenino y en estos casi 30 años hemos sacado a muchas niñas. No nos ha ido mal», cuenta Juan Sáez.

EN NÚMEROS

  • 35.000 euros es lo que cuesta mantener al primer equipo durante esta temporada en Superliga 2 femenina.

  • 1992 es el año de fundación de un club que durante la última década siempre ha estado en FEV o Superliga 2.

13 de diciembre de 2018. Jueves. Pasan unos minutos de las nueve de la noche y el viento silba por las rendijas del pequeño polideportivo de El Algar, que tiene más de gimnasio escolar que de pabellón multiusos. 300 personas se meten allí cada sábado por la tarde para animar a las chicas del Algar Surmenor. Faltan gradas y tienen que poner sillas de plástico en un lateral de la pista. Está rodeado de bancales y de dúplex de reciente edificación, que han convertido a este pueblo de 8.000 habitantes, asomado desde el sur al Mar Menor y volcado durante décadas al sector agrícola, en una especie de 'barrio dormitorio' de Cartagena y La Unión.

Juegan gratis

Las calles, antiguas y desiertas, están oscuras. Solo en dos lugares la luz se impone a la penumbra. Uno de esos sitios es la histórica bodega Casa Cosme, donde una estrambótica y centelleante decoración navideña enciende el centro de la localidad. El otro es el polideportivo, a las afueras de El Algar, donde un grupo de amigos termina la pachanga de fútbol sala de los jueves, para dejar a paso a las chicas del voleibol. Cuatro noches a la semana, tras terminar su jornada laboral o académica, lo dejan todo a cambio de nada. No cobran, a excepción de una ayuda para la gasolina a las que viven en Murcia. Juegan por pura pasión.

«Ninguna se dedica a esto profesionalmente y tengo que destacar sus ganas de trabajar y su entusiasmo»

A Juan Sáez, jubilado hace dos años tras cuatro décadas dedicado a la docencia, se le ilumina la cara cuando ve entrar en la modesta instalación deportiva -donde a esas horas ya no queda ni el conserje- al equipo de 'La Verdad', formado por periodista, fotógrafo y cámara. «Uno se acostumbra a lo malo. Y durante muchos años nos hemos acostumbrado a que nadie nos haga caso. Lo damos por amortizado. Es como una batalla perdida. De vez en cuando, eso sí, da gusto que los medios se acerquen a nosotros y cuenten lo que estamos haciendo durante casi 30 años en El Algar», confiesa Sáez.

No lo dice por vanidad ni afán de protagonismo. Ni mucho menos. Lleva 40 años trabajando en el deporte cartagenero y en la hemeroteca de 'La Verdad' no hay ni una solo foto suya. Y se niega a posar. No quiere aparecer en cámara y le repite mil veces al fotógrafo que no lo saque. Que las protagonistas son las jugadores que están obrando el milagro en Superliga 2, ya que han terminado la primera vuelta en segunda posición, solo por detrás del potente Socuéllamos. El club, tras su ascenso en 2016, vive días de vino y rosas. Los dos primeros lucharán por el ascenso a Superliga. Parece una locura, pero...

Pierde a sus dos puntales

«Subir es casi imposible. Al margen del tema económico, está lo deportivo. A partir de ahora no vamos a poder contar con las dos mejores jugadoras. Se nos ha ido Renee Helmer, una canadiense que marcaba diferencias. Con ella hemos ganado seis partidos de siete. Solo perdimos en la pista del líder, el Socuéllamos. Y se nos ha lesionado de gravedad Micaela Rosell, una chica argentina afincada en Barcelona que nos daba ese plus de calidad. Y no disponemos de recursos para reforzar la plantilla. Vamos a jugar la segunda vuelta con el bloque de jugadoras de aquí, de la casa», resume Sáez. De momento, la primera prueba sin Helmer y Rosell la pasaron ayer con nota las algareñas. Ganaron en su pista al cuarto, el UBE L'Illa Grau de Castellón (3-0), logrando su octava victoria seguida, y se afianzan en la segunda plaza. No van a jugar la Copa Princesa porque su puesto -le corresponde por terminar la primera vuelta en segundo lugar- lo va a ocupar el organizador, un Ciutat Cide de Mallorca que ha acabado la primera fase en tercera posición.

«Nos conocemos desde hace muchos años, estamos muy unidas y es difícil que nos ganen en nuestra pista»

David Sánchez (Gijón, 1973) es el entrenador que está elevando hasta el cielo clasificatorio al Algar Surmenor durante este curso. Es un auténtico trotamundos del voleibol nacional. Jugó durante 19 temporadas en varios equipos de Superliga y llegó a ser internacional en 28 ocasiones. Se retiró a los 38 años y, tras algún tiempo alejado del deporte, volvió para probar suerte en los banquillos. Ha sido segundo entrenador en el Haro y en el Ibiza y ya sabía lo que era dirigir a un equipo de Superliga 2 femenina. Entrenó al Curtidora de Avilés en la campaña 2013-14.

«Estoy contento con el nivel de implicación de las chicas y lógicamente, al haber ganado tantos partidos en esta primera vuelta, hay un entusiasmo y unas ganas de trabajar que, como entrenador, tengo que destacar. Cuando vine, quería hacer muchas cosas y que las jugadoras dedicaran más horas al día al voleibol. Pero sé donde estoy y me tengo que adaptar. Ninguna se dedica a esto profesionalmente y todas tienen que compaginar el voleibol con su trabajo o sus estudios. Es un grupo muy unido, muy sano y que compite muy bien», explica Sánchez.

Las protagonistas

La colocadora y capitana Miriam Pérez, de 30 años, trabaja en el sector hostelero y es la única jugadora nacida en El Algar, junto a Carmen Cros, una estudiante de Medicina que esta temporada debuta como sénior. El caso es el perfecto ejemplo de lo que Juan Sáez buscaba en 1992, cuando fundó el club. Se quedó huérfana, de padre y de madre, siendo muy niña y fue su abuela la que «la sacó para adelante». Su abuela y el voleibol, que ha sido, es y será su vida. «La cogí con 6 años en el colegio, la pusimos a jugar y la alejamos de la calle», indica Sáez. Tanto aprendió Miriam que voló alto y lejos. Jugó en Logroño y Pamplona, en Superliga. Ahora ha vuelto a casa. «Juan es insustituible. El club está vivo gracias a tantos años de trabajo», responde ella. Y recuerda que el Algar Surmenor es el único equipo de la Región que esta temporada compite en una de las dos primeras categorías nacionales. La situación de los clubes de Cieza, Caravaca, Murcia o Cartagena, que estuvieron en la élite masculina o femenina en algún momento, demuestra que la crisis del voleibol murciano es endémica. Y que, salvo en el oasis de El Algar, no hay salida.

El equipo lo completan las gemelas cartageneras Meri y Elena García, maestras de Primaria; la unionense Pepa Crespo, doctora; la economista Vanessa López, una opuesta de San Pedro del Pinatar que está brillando este año y ya tiene ofertas de Superliga; la roldanense Carmen Saura, bióloga de profesión; la murciana Andrea Lucas, otra maestra; la cartagenera Sandra Cegarra, licenciada en Empresariales y que también ha regresado al club tras jugar en Pamplona y en la Liga francesa; Rita Antolinos, de Corvera y que estudia un Grado Superior; Teresa Hernández, que es de Los Alcázares y trabaja en un banco; la unionense Mamen Barón, farmacéutica; y su hermana Isa Barón, una juvenil que estudia Magisterio. Ellas son las artífices del sueño.

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