Pablo de Blasis: «Necesitamos que regresen todos los que se fueron del estadio»
«Considero que esta es mi segunda casa y todas las cosas que haga por el Cartagena las haré haciendo caso a mi corazón», afirma el centrocampista del Efesé
Pablo de Blasis (La Plata, 37 años) afronta su primer derbi con un doble reto en su cabeza: sumar los tres puntos y conseguir ... que todos los aficionados que se «desengancharon del fútbol vuelvan a partir de ahora al Cartagonova». Esta es la primera entrevista que concede desde que regresó al Efesé el pasado verano, contra todo pronóstico. «Ya tenía ganas de hacer esta nota», confiesa. El pasado jueves ante el Valencia falló un penalti que, de entrar, hubiera pasado a la historia. Pero la sensación con el Chiquito, que en el último duelo ante el Betis B cumplió 500 partidos como profesional y es el extranjero que más veces se ha puesto la camiseta del Efesé, es que él ya está en la historia del club y no necesita demostrar nada a estas alturas de su carrera.
–¿Cómo está tras fallar ese penalti que hubiera metido al Cartagena en la tercera ronda de la Copa del Rey?
–Con mucha bronca, lógicamente. Me tocó hablar en la charla y justo hablé con los chicos de que competir solo contra el Valencia no nos satisfacía. Les dije que había que ganar y el partido que hicimos fue bárbaro. Lo hicimos todo para ganar y al final lo arruiné un poco yo. Parece que tenía que darse así y por suerte este lunes tenemos una revancha y ya estoy 100% centrado en el derbi.
«Todos los jugadores han elevado su rendimiento y llegan a este derbi en una buena dinámica»
–Lo tuvieron muy cerca ante un rival de la grandeza del Valencia. Fue una pena.
–Creo que el equipo rindió mucho más de lo esperado. Tú puedes someter durante un momento puntual a un rival de Primera, pero no la mayoría del tiempo como hicimos nosotros el jueves. Yo creo que eso habla bien del planteo del partido y del carácter del grupo que tenemos.
–Hábleme de ese grupo.
–Tenemos un vestuario muy sano, con chicos jóvenes que están empezando y algunos veteranos a los que nos toca liderar. Es un liderazgo que surge de manera natural y el ambiente es muy bueno.
–Mañana se va a rozar el lleno en el Cartagonova. Ya se han vendido más de 12.000 entradas. No será un clásico como los que ha vivido entre Estudiantes y Gimnasia en Argentina , donde el fútbol es algo completamente excesivo, pero sí será su primer duelo contra el Murcia.
«Hubo fricciones y desencuentros en la relación y en dos años no se avanzó. Al volver se arregló»
–Es una de las semanas más importantes del semestre, primero por este partido del jueves pasado con el Valencia y ahora por el clásico contra el Murcia. Sabemos que ellos están en una buena dinámica y que todos los jugadores han elevado su rendimiento. Somos dos buenos equipos de la categoría. A nivel ambiental, nosotros necesitamos de nuestra gente. Cuando el Cartagonova aprieta es un estadio que gana partidos. Ojalá todos los grupos que nos animan con sus bombos y sus cánticos se puedan unir y formar un grupo de animación grande. Es clave que se dejen sentir y que recuerden que la unión hace la fuerza, en la grada y en el campo.
–¿En qué momento se encuentra ahora mismo el Efesé?
–Es muy complicado estar siempre bien durante los diez meses. Salvo el Atlético Madrileño no hay nadie que consiga victorias seguidas. Lo bueno que tenemos nosotros es que si un partido fallamos no lo arrastamos a la semana siguiente. Pero todavía no hemos conseguido dos victorias seguidas y lógicamente eso es algo que tenemos que lograr si queremos ascender.
–¿En sus 20 años de carrera, había tenido un entrenador que rotase tanto como Javi Rey?
–No. Es al que menos le adivinamos la formación. El once lo sabemos una hora y media antes de jugar y nos hace estar a todos expectantes. Pero él sabe por qué lo hace y jamás tienes la sensación de que rota de manera aleatoria. Prepara mucho los partidos, ya le fue bien el año pasado y ojalá este año sea igual.
«Sabía que volviendo existía la posibilidad de echar a perder la buena imagen que tenía aquí. Pero no tuve miedo»
–El equipo genera muchas ocasiones, pero le falta gol.
–Sí, pero a veces tenemos más culpa los de abajo y los del medio, porque tenemos que ser capaces de hacerles llegar la pelota más limpia a los de arriba, para que ellos tengan esa tranquilidad para definir. Ahora estamos un poco más atascados, también porque los rivales nos analizan y saben cómo tienen que jugarnos.
–¿Qué mensaje quiere dar a la afición que tanto le quiere?
–Primero de todo, en estos meses que están siendo tan complicados, hay que agradecer a la gente que está luchando por el club y que está demostrando a sus hijos y sus nietos su amor por el Cartagena y su sentido de pertencia. Y luego, necesitamos que todos se enganchen y que regresen todos los que se fueron del estadio. Yo entiendo el desgaste de estos últimos años, pero ahora arranca una etapa nueva. Yo invito a volver a los hinchas que incluso terminaron hasta cansándose del fútbol, porque yo sé que a veces eso pasa... Pero que vuelvan, porque necesitamos a todos para empujar y lograr que el Efesé vuelva esta temporada al fútbol profesional.
«Dije a los chicos que había que ganar, hicimos un partido bárbaro y al final lo arruiné un poco yo»
–¿Le preocupa que mañana el Cartagonova sea un pequeño Enrique Roca?
–No. El ambiente crecerá a nivel máximo y eso es lo bonito del fútbol. Que haya dos hinchadas animando a sus respectivos equipos es lo que más nos gusta del fútbol y seguro que en el partido de vuelta en Murcia nosotros también estamos bien acompañados por los aficionados del Cartagena.
–Hablemos del verano pasado. Cuando decidió irse del Gimnasia y Esgrima, ¿su primera idea fue volver al Cartagena?
–Tenía claro que quería seguir jugando, y no en Argentina. Cartagena era la mejor opción, porque considero que esta es mi segunda casa. Es donde mejor ha estado mi familia y ya teníamos decidido quedarnos a vivir en España al terminar mi etapa en Gimnasia, bien jugando o bien retirado. Con el cambio de propiedad se abrió esta oportunidad. El reto de devolver al Cartagena a Segunda me motivó mucho y para nada pensé en que fallar en esta segunda etapa podría borrar el recuerdo bueno que dejé en la primera. Mi pena es que el Cartagena bajara a Segunda y creo que yo podía aportar mi granito de arena para que volvamos al fútbol profesional.
–¿Qué balance hace de su última etapa en Argentina?
–En Gimnasia me ha pasado de todo. Mi primera cirugía, me clavé con una valla de publicidad, un edema que se me complicó... Todo lo que no me había pasado en mi carrera me ocurrió en este año y medio en mi club. No me sentí mal, pero no fui yo. No puede enlazar cuatro o cinco partidos seguidos, pero lejos estoy de arrepentirme porque lo hice con el corazón y siempre dije que antes de retirarme quería jugar en mi equipo de toda la vida. Además, en el primer semestre salvamos al equipo del descenso.
–El fútbol romántico murió y ahora solo se toman decisiones pensando en el dinero. Y usted es de esos jugadores antiguos. Hace cosas que no hacen los demás, como por ejemplo volver al Cartagena con mucho que perder y muy poco que ganar.
–Aprendí a leer con el fútbol y soy un fanático del fútbol. Mis amigos veían dibujitos y yo solo veía fútbol. Yo no jugué por el dinero, aunque al final esto se convirtió en mi profesión y me pude ganar la vida con el fútbol. Pero todas las decisiones que tomé en mi carrera tuvieron mucho que ver con lo sentimental. Yo de Cartagena me fui en un momento en el que nadie se hubiera ido. Y sentí un cariño que ahora tenía que devolver. Sabía que volviendo ahora existía la posibilidad de echar a perder la buena imagen que tenía aquí. Pero no tuve miedo. Yo siento que puedo aportar, dentro y fuera del campo. Cuando yo vea que no pueda ayudar, daré un paso al costado. Pero el club está renaciendo y yo todas las cosas que haga por el Cartagena las haré haciendo caso a lo que me dice el corazón.
–¿Cómo está físicamente?
–Siempre me cuidé y ahora me cuido el doble. Mi primera lesión muscular fue en el Cartagena con 34 años. He tenido suerte en ese aspecto, aunque también he hecho todo el trabajo que me tocaba. Ahora el tema de los viajes y de tantos kilómetros en autobús es complicado y tuve la mala suerte de romperme en Sevilla cuando mejor me estaba encontrando.
–¿Por qué se torció la relación con Belmonte y Sánchez Breis? ¿Su presencia en el club supuso un freno para que volviera?
–Hay un poco de todo. El irme hizo que no se hablara del tema, pero evidentemente hubo fricciones en mi anterior etapa. Hubo desencuentros en la relación y en dos años no se arregló. Cuando llegó el momento de volver, el pasado mes de julio, se arregló todo. Se hizo como me gusta a mí, a la cara y sin que nadie hablara por mí. A ellos les tengo que agradecer que me ficharan cuando estaba sin equipo y el poder iniciar estos años en Cartagena que están siendo tan especiales.
–¿Qué espera del nuevo proyecto con Alejandro Arribas?
–La gente del equipo de trabajo de Arribas ha llegado al club con mucha energía y con esa fuerza que te da el arrancar algo nuevo. Tienen mucho interés en la cantera, en los juveniles y en el filial y eso ya es un indicio de lo que quieren hacer. Conozco a Jero Barrales, ya que jugamos juntos en el Asteras Trípoli, y sé que tienen muchas ganas de hacer las cosas bien en Cartagena. Espero que se retomen relaciones con los empresarios de la ciudad, ya que es necesario que todos los sectores importantes de la ciudad se impliquen.
–¿Qué hará cuando deje el fútbol? ¿Lo tiene ya claro?
–Voy a entrenar. No sé si a un equipo del fútbol profesional o de alevines. Siempre sentí que nací más para ser entrenador que futbolista. ¿Cuándo me voy a retirar? No lo sé. Hay cosas que me cuestan después de 20 años, como las pretemporadas o los viajes, pero me encuentro bien y lo único que me importa ahora es que el Cartagena suba a Segunda.
–¿Le gustaría entrenar al Cartagena en el futuro?
–Sí, lógicamente. Pero cuando llegue quiero estar preparado y dirigir porque estoy capacitado, no porque haya sido un jugador importante en el Cartagena.
–Acaba de cumplir 500 partidos como profesional en su carrera. ¿Qué balance hace de la misma?
–Estoy orgulloso, sobre todo porque creo que dejé mi huella en los clubes en los que estuve. Miré más por el prestigio que por el dinero. Tuve oportunidades de ir a ligas excéntricas y no lo hice.
–¿Con qué se queda de su etapa en Gimnasia y Esgrima?
–Debutar con 20 años en el equipo del que soy hincha. 40.000 personas contra Vélez y ganamos en el último minuto con un equipo lleno de pibes [chicos de la cantera]. Ese día fue lindo, porque cerró el ciclo que inicié desde que empecé a jugar siendo niño.
–¿Y luego que llegó?
–La realidad del fútbol, lo más feo. Empecé a conocer la otra cara, la de los dirigentes y la del dinero que todo lo ensucia. Y en Gimnasia nunca te alcanza, porque es un club de máxima exigencia, que nunca ha ganado títulos y donde existe una presión muy alta.
–¿Soñó alguna vez con tener una carrera tan fructífera en Europa?
–No. Mira, yo con 26 años encontré la calma. Me dije: 'ya has debutado en Primera con Gimnasia, has jugado en Europa y te has comprado una casa y un auto. ¡Gracias, fútbol! Todo lo que venga a partir de ahora, es un regalo'. Y así ha sido. Todo lo que he vivido ha sido un enorme regalo.
–¿Cuál ha sido su mejor partido hasta ahora?
–Uno con el Asteras Trípoli ante el Olympiacos. Me salió todo, marqué, me anularon otro y di una asistencia. Me gusta mucho jugar contra los grandes y los partidos grandes. Por eso el lunes voy a disfrutar mucho en el derbi. Y aquí en Cartagena hice cosas que pensé que nunca podía hacer. Aquella temporada con Rubén Castro, con la confianza que me dio Luis [Carrión] y con el estadio lleno... Fue increíble.
–¿Y su recuerdo más amargo?
–El clásico de la temporada pasada contra Estudiantes. Hicimos una gran primera parte y acabamos perdiendo 4-1 en su campo. Ese partido ya jugué lesionado y días después me tuve que operar.
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«Mendilibar me voló la cabeza en el Eibar y aprendí mucho con él»
–¿Quién fue su ídolo de niño?
–Guillermo Barros Schelotto. Viví de niño la mejor etapa del fútbol argentino, la década de los 90. Aimar y Riquelme eran increíbles, pero Guillermo y Gustavo salieron de Gimnasia y siempre fueron mis referentes.
–¿Cómo fue su etapa en Grecia?
–Yo fui al Brescia, pero en dos meses no conseguí el pasaporte italiano y en la Serie B no podían jugar extracomunitarios. Salió el Asteras Trípoli, donde había diez argentinos y muchos españoles. Nos tocó vivir una época muy buena del club, siendo finalistas de la Copa griega y jugando competiciones europeas. Allí jugué 75 de los 80 partidos de extremo izquierdo e hice 11 goles. Salió muy bien todo.
–De ahí se fue al Mainz alemán.
–Me enfrenté a ellos en Europa League, jugando de delantero centro. Y me compraron. Mainz es una de las ciudades más alegres de Alemania y es un club especial, con sabor. El choque cultural fue muy fuerte y en el primer semestre no jugué. Perdí confianza y sentí que no me daba. Creía que me faltaba nivel para la Bundesliga. Pero me salió un gran partido ante el Bayern de Munich de Pep Guardiola y ese día cambió todo. Fue un clic y desde entonces vivimos una historia de amor que duró cuatro años.
–¿Y qué tal en el Eibar?
–Es el equipo de más nivel en el que ha jugado. Y Mendilibar me voló la cabeza. No jugué todo lo que me hubiera gustado, pero lo hice en todas las posiciones y aprendí mucho junto a él.
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