Margarita, punto final
La cartagenera deja definitivamente la natación y cambia el agua por las aulas; ahora es maestra de Educación Física en Tenerife, donde encontró las oportunidades que no tuvo en la Región
JORGE FERNÁNDEZ-CARO
CARTAGENA.
Sábado, 28 de diciembre 2019, 01:47
Margarita Domínguez (Cartagena, 32 años) lo ha sido todo en el mundo de la natación. Figura destacada en la ciudad que le vio nacer ( ... nombrada mejor deportista cartagenera en el 2008), tocó el cielo en 2008 convirtiéndose en campeona de Europa en la disciplina de 25 kilómetros en aguas abiertas, hito que ampliaría, dos años después, subiendo al cajón de plata en el campeonato del mundo de la misma distancia, su favorita. Ha sido la mejor nadadora de la historia de la Región y la número 1 de todos los tiempos en aguas abiertas a nivel nacional. Nadie consiguió sus éxitos.
Domínguez está feliz por la decisión tomada, aunque confiesa que echa de menos el agua y por eso va a la piscina casi todas las mañanas
Innumerables fueron sus victorias. Campeona de España en casi todas las edades, Domínguez apuntaba muy alto. Llegó a la cima y solo le faltó completar un increíble currículum con la disputa de unos Juegos Olímpicos (se quedó a las puertas de asistir a Pekín, Londres y Río). Aun así, siempre ha sido una deportista ganadora que continuó con la tradición de su familia, muy arraigada al cloro.
Palmarés
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Oro español Campeona de España absoluta en 1.500 metros y en 10 km.
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Campeona de Europa En 2008 se coronó reina continental de los 25 km en aguas abiertas.
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Plata Mundial En Canadá, Margarita fue segunda en el Campeonato del Mundo del 2010.
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Platas en Europa Margarita sumaba dos segundas plazas en el Europeo de Israel e Italia.
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Sexta en Kazán Meritoria posición en el Mundial celebrado en 2015.
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Otros Medalla extraordinaria al Mérito Deportivo, mejor deportista de la Región y de Cartagena (2008).
Pero, tras tanto esfuerzo y sacrificio, a Margarita le surgieron dudas. Muchas. Se dedicaba a la natación, algo «de lo que viven las cuatro estrellas que hay, y más en nuestro país, donde no es deporte rey», según afirma ella misma. Por ello, llegó el momento en el que tuvo que decidir. «Un día entrenando pensé que no podía más y salí del agua llorando. Por mucho que me guste, no puedes vivir de una ilusión. En ese momento me preguntaron si tenía claro que quería abandonar y dije que sí», cuenta la atleta a LA VERDAD. Lo dejé y ni siquiera agotó este nuevo ciclo olímpico. No luchará por ir a Tokio.
Las frases
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Resignada «De la natación solo viven cuatro estrellas. Y más en nuestro país, donde no es deporte rey»
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Tocó fondo «Un día salí del agua llorando y pensé que no podía más. Tenía claro que quería abandonar»
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Un ritmo estresante «Entrenar seis horas al día, trabajar y estudiar la oposición era imposible. Con este ritmo de vida sufrí problemas de nervios»
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Dejó su casa «Me fui a Tenerife llorando. Fue muy duro abandonar Cartagena. Pero ahora no creo que vuelva. Estoy feliz»
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La decisión final «Tenía dos opciones: esperar una oposición en Murcia o buscarme la vida. Hice lo segundo»
¿Y qué hace a una deportista de élite tirar la toalla, dejar atrás todo por lo que ha luchado y reorientar su vida? «Me inculcaron que el deporte no era el plato principal para comer. Si me dedicaba a la natación, era porque me gustaba y no para ser un medio de vida. El tema de los estudios en mi familia se ha llevado muy severamente. Mis padres son profesores y, aunque nos unía mucho la rama del alto rendimiento, lo primero era la formación. Si te daba tiempo, venía el deporte. Sabían que eso es pan para hoy y hambre para mañana», relata. Y este pensamiento se repetía una y otra vez, en cada brazada, en cada día al despertar. «Era muy exigente. Desde que te levantas, el calzado, el bañador, el desayuno... todo gira alrededor del tu rendimiento. Hacía los trabajos del máster que estaba estudiando en los descansos de los entrenamientos y alguna entrenadora me dijo que no fuera al Mundial por cómo me veían. Era una vida llena de estrés», recuerda.
«Todo cuesta arriba»
Hasta que llegó el momento de decidir. Ella estudió Magisterio de Primaria y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Siempre le ha gustado la docencia y, cuando estaba preparando el Preolímpico en Setúbal (Portugal) en 2016, llegó el momento de enfocar su vida o por las oposiciones para ser profesora o por el deporte de máximo nivel. «Si quería hacer deporte, me costaba una oposición. Entrenar seis horas diarias, trabajar y estudiar era imposible. Cuando empecé a llevar ese ritmo de vida, terminé enferma con problemas de ataque de nervios. Soy docente bilingüe y siempre tienes que estar actualizándote. Al final, se te hace muy cuesta arriba. Los últimos años iba a las competiciones sin beca, los gastos en materiales corrían de mi cuenta. Pensé que estaba enfocando mal mi vida», admite.
Y todo se torció. La estrella deportiva se apagó y Margarita puso punto y final a una carrera ejemplar. La falta de patrocinadores fue la puntilla final para redirigir sus pasos. La natación perdió a una campeona. Pero la sociedad ganó a una gran maestra. Ahora, Margarita vive en Tenerife, donde imparte clases de Educación Física a los alumnos del colegio público Emeterio Gutiérrez Albelo y, todavía, le recorre el cuerpo ese gusanillo que lleva incrustado en su ADN. «Echo de menos la natación. Intento nadar todas las mañanas antes de ir al colegio. Voy cuando puedo, pero no es como antes. Nado un par de horas como mucho. Esos días, mi jornada empieza a las 06.30 de la mañana. Mis niños me dicen que llevo pelo de brujita», bromea.
Margarita, a día de hoy, es feliz. Salir de Cartagena no fue fácil pero, al final, ha encontrado su sitio. «Me vine para Canarias llorando. Era duro abandonar mi ciudad. Pero ahora creo que no voy a volver. Estoy feliz aquí y mi vida, seguramente, se desarrolle aquí. Mi región, la de Murcia, no me dio la oportunidad de trabajar, por eso me fui. Tenía dos opciones: o me quedaba esperando una oposición o me buscaba la vida». Y optó por lo segundo.
«No todos somos futbolistas o somos Mireia (Belmonte)», dice resignada. Por eso, dio un paso al frente, decidió emprender su propio camino fuera del mar, lejos de las olas que sorteaba con facilidad. Ahora, Margarita se siente como pez en el aula.
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