Silvia Lloris: «Me costó irme a Valencia con 16 años en plena pandemia, pero acerté»
«Llevo tatuada la palabra 'diferente' porque mi padre siempre dice que somos especiales y me sirve de unión con mi familia cuando estoy sola»
Tocar el cielo es algo destinado a unos pocos privilegiados. Hacerlo con solo 18 años, el más difícil todavía. Y conseguirlo por partida doble solo ... está reservado para esos deportistas tocados con la varita, especiales, que sacrifican su zona de confort por perseguir y lograr sus sueños. Este sería el prólogo de la historia de Silvia Lloris. La futbolista nacida en 2004 en El Palmar se ha proclamado, con unas pocas semanas de diferencia, campeona de Europa sub-19 y campeona del Mundo sub-20. Un hito que sigue celebrando a pesar del jet lag, los compromisos oficiales, las pruebas físicas con su club y los viajes hasta llegar a casa. Han sido dos meses frenéticos, sin parar un segundo a desconectar.
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Una montaña rusa de emociones en la que Silvia ha demostrado su madurez y humildad, cultivada por Pedro y Silvia, unos padres orgullosos que han guiado en el camino a la doble campeona palmareña. También su hermano Pedro. «Ella es humildad pura», dicen los emocionados padres de toda una campeona continental y mundial. Y no les falta razón. Mismas palabras, junto a las de «constancia y esfuerzo» añade José Martínez, su representante. Solo ellos, junto a Silvia, saben el trabajo que ha llevado estar hoy disfrutando de dos medallas de oro.
–La primera pregunta es obligada, ¿por qué el fútbol?
–Siempre andaba con mi hermano y mi tío, y un amigo mío (Iñaki). Y siempre estábamos con el balón en casa de mi abuela. Alguna que otra maceta se rompió (risas). Al criarme con ellos siempre he crecido con el balón. Yo iba con mi tío e Iñaki con mi hermano Pedro, ellos ya jugaban al fútbol y me picó el gusanillo. Así empecé.
–Creció jugando contra chicos al no haber equipos femeninos en categorías inferiores.
–Nunca he tenido ningún problema en eso, siempre me arroparon genial. Estoy súper contenta del grupo de chicos que he tenido en el fútbol, nunca podré tener una queja. Todo lo contrario, siempre les voy a agradecer cómo me trataron. Siempre fui uno más.
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Las frases
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Sus inicios «En el equipo de chicos de El Palmar siempre fui uno más. Me trataron de maravilla»
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El Palmar, de moda «Siempre digo que la comida que hace mi madre es la clave. No sé si Carlitos come lo mismo»
–La familia siempre ha sido un apoyo para perseguir este sueño, ¿no?
–Mi familia siempre ha normalizado todo, con los pies en el suelo. Es lo que me han inculcado. Por mucho que ganes tienes que ser humilde y tú misma allá donde vayas. Llevo tatuada la palabra 'diferente' porque mi padre siempre dice que somos diferentes, especiales, y me unía a ellos cuando tuve que irme a vivir sola a Valencia. El primer año siempre se pasa mal fuera de casa, adaptándote a una vida nueva lejos de tu familia.
–Con 16 años dio un paso más al recibir la llamada del Levante. ¿Cómo fue irse de casa siendo tan joven?
–Lo de jugar con chicos tenía un límite, sabíamos que antes o después llegaría el momento de ver cómo seguir mi carrera. Tenía claro cuando hablé con Jose (Martínez), mi representante, que quería acabar la ESO en Murcia y, en la ciudad que decidiéramos, empezar Bachiller. Era cerrar una etapa y abrir otra nueva. Barajamos todas las ofertas, la del Levante era una de ellas y a día de hoy sé que acertamos. Está siendo mi casa y estoy muy contenta de la elección que hicimos en su momento.
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–En Valencia se encontró con la yeclana Eva Navarro, que ahora ha firmado por el Atlético.
–Para mí Eva era como un referente cuando la conocí, alguien a quien admirar. Cuando llegué a Valencia yo estaba nerviosa pero ella me tranquilizó, se preocupó por mí desde el primer momento. A día de hoy la considero una amiga. Irme a Valencia fue un cúmulo de sentimientos. Estás contenta porque acabas de cumplir un sueño, ser jugadora profesional, pero soy muy familiar y me costó irme. Además pilló en plena época del Covid y mi familia no podía subir tanto a verme. Pero bueno, estoy feliz de pasar ese tramo que se tiene que pasar siempre. Ahora toca disfrutar.
–¿Cómo se gestiona el éxito siendo tan joven?
–Creo que no soy consciente de todo lo que estoy consiguiendo. Vivimos el día a día, el momento y lo disfrutamos. Poco a poco han ido llegando las cosas y no quiero dejar de tener la ilusión que tengo por el fútbol.
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–¿Fue más difícil ganar el Europeo o el Mundial?
–Creo que el Mundial, por la importancia que tiene una Copa del Mundo. En el Europeo éramos más favoritas, nos sentíamos favoritas y fue maravilloso. El Mundial de Costa Rica empezó mal, ya que perdimos dos de los tres amistosos de preparación y eso te genera dudas. Pero también creo que eso nos dio fuerzas para ganarlo después.
–Una vez sonó el pitido final frente a Japón, ¿qué se le pasó pasa por la cabeza?
–El primer pensamiento me pone los pelos de punta. Me fui con mis compañeras a gritar, creo que es una sensación inexplicable. Te ves allí, sientes que has conseguido algo que muchas veces sueñas y ahora era real. No éramos conscientes de estar allí. Alguna tarde nos parábamos a pensar y decíamos 'estamos en un Mundial, cuántas veces hemos soñado con esto'. Creo que eso fue lo que nos empujó a ganarlo.
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–¿A quién llamó primero?
–A mi madre, que estaba con toda la familia siguiendo la final. Con la diferencia horaria, aquí en España serían las seis de la mañana, y nos pusimos a gritar, cantar y celebrar tanto ellos como yo. Algún vecino se despertaría seguro (risas).
–Tiene un compañero de viaje que no suelta nunca, un peluche muy especial.
–Siempre me ha gustado Mickey Mouse. Representa una felicidad y una alegría que me describe. Aunque pasen los años sigo siendo esa niña que se ilusiona y no borra la sonrisa. Me lo regaló una persona muy especial y lo llevo desde entonces a todas partes. No es un amuleto, es como un compañero. El día que pierda también va a estar conmigo, siempre lo llevaré tanto en las victorias como en las derrotas.
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–El Palmar está de moda, por culpa de Carlos Alcaraz y suya.
–Para nosotros es un orgullo llevar a Murcia y a El Palmar a lo más alto, también para los vecinos. Todo el mundo pregunta que qué se come aquí en El Palmar para conseguir tantos éxitos. Si de mí depende, diría que la comida de olla que hace mi madre. No sé si Carlitos comerá lo mismo (risas). Lo que nos une es el corazón que tenemos todos los murcianos y palmareños.
–¿Una referente sobre el césped?
–Mapi León.
–Y un referente en la vida.
–Mi abuelo. Ojalá estuviera con nosotros, pero sé que siempre está conmigo.
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