«Un tiempo de recogimiento siempre viene bien»
El artista cartagenero Pérez Casanova acaba de exponer su obra en dos muestras colectivas en Suecia, donde también tenía previsto inaugurar una individual, aplazada por el virus
Fue el azar, ese impulso fortuito capaz de armar grandes historias, el que llevó a Pérez Casanova (Cartagena, 1968) hasta Suecia. Fue, cuenta el pintor cartagenero, «hace seis o siete años». La visita casual a la Región de una galerista procedente del país escandinavo le abrió entonces las puertas de un mercado, el sueco, en el que hoy está «felizmente» asentado. Aquella mujer, recuerda el artista, acudió a su estudio. Allí estuvieron hablando: «Le había interesado mi obra y decidimos empezar a trabajar juntos». Una vez en Suecia, ella le ayudó a dar a conocer su pintura, rememora. Allí trabaja ahora Pérez Casanova con varias galerías. Le «va bien», afirma, y ello también le ha permitido «resistir bien» la crisis que años atrás «hemos vivido los artistas», y que la Covid-19 podría traer de vuelta: «Es lógico. Si no hay dinero para subvencionar ciertas causas, por supuesto no va a haber para algunos capítulos culturales, y a nivel de usuario, nadie se va a gastar dinero en ciertas cosas si no tiene para otras más urgentes».
Habla Pérez Casanova desde su estudio en Cartagena, donde los lienzos pueblan el espacio. En ellos hay paisajes, estampas de urbes cercanas como la propia ciudad portuaria y horizontes lejanos traídos de Suecia. De ellos dice estar enamorado. También le acompañan los cuadros que estos días tenía previsto presentar en una exposición individual en Sjöhästen, una galería de la ciudad de Nyköping, próxima a Estocolmo y cercana a los cuarenta mil habitantes a la que había planeado viajar para presentar su obra.
El trayecto lo ha impedido el coronavirus, al igual que la muestra, aplazada por temor al contagio. En Suecia, afirma el artista, las medidas para combatir la pandemia son «más relajadas» que en España. «Afortunadamente &ndashcuenta&ndash es una sociedad bastante civilizada; la gente va acatando las normas de buen grado, y está abierto prácticamente todo». También las galerías de arte. Si bien no ha podido mostrar su trabajo en Nyköping &ndash«mi galerista es bastante mayor y, por prevención, decidió posponer el proyecto»&ndash, sí lo ha hecho en las ciudades de Lund y Astorp (galerías Jager & Jansson y Hultman), más al sur, donde acaba de exponer obra en dos colectivas que le han granjeado alguna que otra venta.
«Privilegiado»
La pintura es, dice Pérez Casanova, «mi forma de vida. Dependo de ella y sin ella ya no sé vivir. Mi mente necesita proyectar cada día nuevos retos pictóricos y pensar continuamente en pintura». Antes de entregarse por completo a la creación artística, desempeñó, apunta, «otros trabajos y negocios familiares que fui compaginando con la ilusión de dedicarme al arte. He pasado por momentos duros; sé el trabajo que me ha costado llegar hasta aquí, y por eso, cuando no termino de encontrarme bien o vienen épocas de desasosiego en las que todo se tambalea, echo la vista hacia atrás, y me acuerdo de aquellos días en los que solo ansiaba poder estar pintando». Por eso, afirma en una entrevista a LA VERDAD, a pesar de todas las malas circunstancias, «debo sentirme un privilegiado».
«Sé el trabajo que me ha costado llegar hasta aquí, y por eso, cuando no termino de encontrarme bien, me acuerdo de aquellos días en los que solo ansiaba pintar»«
Su estudio es su refugio. El lugar al que acude tanto en los momentos buenos como en los malos. La extrañeza que la pandemia ha impuesto a cada jornada, «afortunadamente» no ha logrado, dice, penetrar en «su mundo», en «las cuatro paredes que forman mi estudio y en las que felizmente paso mis días». «Es cierto que no he podido hacer esta exposición y viajar a Suecia, donde tenía pensado quedarme unos cuantos días para terminar de recorrer el país, sacar fotos y tomar apuntes, pero también un tiempo de recogimiento siempre viene bien, es una oportunidad para repensarse y tener otra perspectiva de las cosas. Lo que no mata, engorda, y toda circunstancia tiene su lado positivo».
Mi mente necesita proyectar cada día nuevos retos pictóricos»
Ocupa su tiempo en dar color a algunos encargos y en perfilar próximas exposiciones que, en teoría, señala con la incertidumbre que imprime la pandemia, «deberían tener lugar dentro de un año». Destacan en su caballete los paisajes, poblados de edificios o naturaleza; lugares, precisa, que conoce en sus viajes y que por una u otra razón «me sugieren o motivan». Y en ellos, además de Suecia y Cartagena, también está Roma, ciudad hoy vacía de transeúntes y turistas a la «que también me gusta ir bastante».
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