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Jorge Pardo, Carles Benavent y Tino Di Geraldo en el Festival de Jazz de Madrid R. C.
Un homenaje a Camarón y Paco de Lucía con notas de jazz

Un homenaje a Camarón y Paco de Lucía con notas de jazz

El concierto de Jorge Pardo, Carles Benavent y Tino di Geraldo, se convierte en un homenaje a sus maestros, cuyas piezas reinterpretan en el álbum 'Flamenco leaks'

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Jueves, 28 de noviembre 2019

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Sobre el escenario, Jorge Pardo, Carles Benavent y Tino di Geraldo se colocan en ese orden de izquierda a derecha. En la primera pieza -titulada 'La leyenda'- que domina la flauta de Pardo, ya muestran la ambigüedad de su música, que se mueve en una gran franja fronteriza de jazz y flamenco. Con el primer compás Benavent arranca sonidos de guitarra a su bajo, gracias a los acordes en la octava más baja de su quinta cuerda, como si fuera un diapasón ronco de Paco de Lucía, de quien dice que aprendió trasladando a su propio instrumento lo que el maestro hacía. Un solo de ese bajo que se niega a un rol de compañía, y luego la atmósfera creada por la percusión que en ocasiones remite a claustrofóbico local oscuro y en otras a una costa abierta a las olas.

Si la primera canción es para Pardo y la segunda para Benavent, la tercera es de Di Geraldo, en ese equilibrio de roles que sostiene este proyecto musical y vital desde hace más de veinte años, cuando una noche fallaron tres de los miembros del sexteto flamenco que debía tocar en una sala de Barcelona, y ellos decidieron seguir sin los ausentes. Entronca la descarga de cueros con un popurrí de Camarón, Chick Corea y De Lucía, y al término Benavent señala al cielo, un gesto que repetirá algunas veces más durante la noche, como un homenaje a sus dos principales maestros, Camarón y De Lucía, de quienes aprendieron tocando con ellos.

Ni flamencos puros ni jazzistas puros, se define Pardo a sí mismo y a sus compañeros: él, un «vecino de Las Ventas (Madrid)»; Di Geraldo de «ya ni sé de dónde», y Benavent, del mismo centro de Poble Sec (Barcelona), quien se muestra como un 'rara avis' al emprender en solitario su tema 'Madrid', que precede un solo de tambores africanos y que conduce a un llamado arabesco, de inquietante liturgia de viaje por el sur mediterráneo. La música se desenvuelve como un sinuoso cuerpo que baila.

La hora del saxo

Di Geraldo, Benavet y Pardo forman un triángulo y en cada vértice hay dos ojos que intercambian miradas de unos a otros, en un entendimiento de viejas simbiosis, y que permite, sólo así, la pausa exacta de los tres instrumentos tras una larga pieza que podría parecer ensayada al milímetro. Excepto porque la atención extrema que la batería presta a los sonidos de la flauta delata que las notas se descuelgan por lo que la emoción dicta en ese instante. La improvisación sobre la frase. El sonido puro de la flauta se entremezcla con la respiración del músico reverberada por el micrófono de la mejilla. Se escucha así una voz bifurcada por el esfuerzo, se oye lo imposible: el sudor. En sus solos, Pardo saca a pasear distintos estados de ánimo, mientras recorre la moqueta con los ojos cerrados. Vienen temas de su álbum 'Flamenco leaks', como 'Indi' y 'Movidón'.

Aparece el saxofón, en un acercamiento lento escenificado desde el telón, para dialogar con las cuerdas. El concierto en la sala Fernán Gómez, dentro del Festival de Jazz de Madrid, llega a un punto que pareciera difícil de superar. Todo parece escrito con palabras mayores. Pardo señala el sendero con el índice de su mano derecha. El saxofonista pasa de una descarga intensa de be-boop a una bulería como quien pinta una línea de un trazo.

Di Geraldo asiente con un pestañeo, y va del 'fortissimo' al 'piano'. Benavent ya de pie recorre el mástil de madera oscura arrancando al instrumento desde agudos de guitarra eléctrica hasta graves de contrabajo clásico. Él y Pardo se retan en fraseos que repican por turnos hasta que el ritmo les lleva a un dúo sincronizado que precede el final. El público, de pie, pide un bis. Entonces, el asombro pasa a fiesta con 'Soy gitano', y el estribillo, cantando en voz baja por el público que llenó la sala, acompaña a los asistentes hasta la salida.

Antes del concierto

Comida de cuchara en una terraza de Madrid. Café, cerveza, agua. Viene el ensayo la tarde previa al concierto donde presentarán su nuevo álbum, cuyo título ya es una carta de intenciones: 'Flamenco leaks'. Por las distancias de las ciudades y por los compromisos individuales, Jorge Pardo, Carles Benavent y Tino di Geraldo, tres genios del jazz y el flamenco, ensayan en las pruebas de sonido. «Son muchos años, nos conocemos mucho», dice Benavent. «Tocamos lo que hemos mamado desde jovencitos, lo que hemos tocado con la gente que nos ha influenciado. Lo que hacemos no es un laboratorio de poner una cosita de flamenco, otra de funky. Nuestra música no es premeditada».

En esa casa que construyen cuando tocan juntos, los tres músicos han grabado tres discos, uno cada diez años. «Una curiosidad de la anarquía con la que creamos», dice Benavent. El último salió «a la antigua»: los tres en una sala de grabación, sin repertorio, por ratos en cuatro o cinco días, en Asturias, durmiendo en hoteles, tocaban. Quedaron cuatro horas de grabación. Las escucharon después. Lo que les gustó lo desarrollaron en las mismas sesiones, cuenta Di Geraldo. Guardaron esas cintas cuatro años. La mezclaron hace unos meses. El resultado asombra. «La casa más común de todos es el flamenco. A pesar de no ser músicos de cuna de flamenco ni de jazz ni de rock», dice Pardo, recién llegado de Yucatán (México) con jet lag. «Pero en los jaleos que nos hemos visto metidos, está más cercano el flamenco».

Jorge Pardo y Carles Benavent durante la actuación en el Festival de Jazz de Madrid
Jorge Pardo y Carles Benavent durante la actuación en el Festival de Jazz de Madrid R. C.

Como si fuera uno de sus temas, improvisa la respuesta para «explicar lo que tiene difícil explicación». En algunos solos coinciden con el comienzo de otro. Como cuando en el escenario interaccionan los metales de Pardo, el bajo de Benavent y la batería de Di Geraldo, dialogan, se respetan, coinciden. Dicen que «Tocamos lo que llevamos en la mochila», «Es una selección natural», «Nada está premeditado». Ellos demostrarán, en un concierto a casa llena -dentro del marco del Festival de Jazz de Madrid-, la evolución del jazz hacia los espacios del flamenco, o viceversa, con la total fluidez de los virtuosos, donde transpira la propia diversión y experimentación. «El trabajo del músico es un oficio que tiene la magia de transmitir emociones», reflexiona Benavent. «Ahí es donde se produce la mística o el arte».

Hay, para Pardo, dos terrenos comunes en los que se mueve el trío. Uno, el «salvajismo». «Nos hemos caracterizado desde nuestra juventud por romper esquemas. Hemos estado siempre en bandas que han roto esquemas y hemos trabajado con libertad funcional». El otro, esa «libertad», la «música libre». «Improvisamos y hacemos todo lo que sabemos hacer». Esa libertad, no obstante, coinciden los tres, se ha conseguido «duramente». «Muchas veces has sido rechazado por los talibanes de tu estilo y por tu entorno social, porque llevas el pelo largo, te levantas tarde, te fumas un porro. Es el retrato».

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