Durante más de dos años he estado poniendo todo lo que tengo, mi experiencia y mi corazón, en Murcia Inspira, el proyecto en el que ... he intentado trabajar incansablemente. Y me he dejado la piel porque creo que el objetivo no solo era bonito, sino también necesario: poner en valor el talento artístico de nuestra Región y ser altavoz de todo lo que está sucediendo en esta tierra, que no es poco.
Pero ahora toca despedirse, pasar página y tomar otros derroteros. No es la primera vez que tengo que enfrentarme a una decisión laboral de este tipo, y los que me conocen saben que soy una persona que gusta de masticar las decisiones hasta que puedo tragarlas con facilidad. No es fácil dejar atrás algo a lo que te has acostumbrado y que te ha hecho feliz. Y pienso en esos grupos de música que, de la noche a la mañana, terminan rompiéndose. Pienso en los hermanos Gallagher yéndose cada uno por su lado tras tirarse todos los trastos que tuviesen cerca en la reina de todas las peleas; pienso en Enrique Bunbury tomando la carretera para empezar una vida en solitario dejando a los demás Héroes Del Silencio con cara de póker.
Hay un libro que se llama 'Feliz final', de Isaac Rosa, que les recomiendo encarecidamente. Es la historia de un divorcio contada con una sensibilidad especial, con un razonamiento que pocas veces puedes encontrar en una novela. Los dos personajes, él y ella, usan toda la fuerza de la razón y buscan en sus corazones justificarse. La trama, como el título ya indica, empieza en el dolor para terminar en esos momentos en lo que todo encaja y nada parece poder estropear una melodía perfecta. La vida, como esta novela, te arrolla de una forma vertiginosa y vas viendo cómo de una cerilla arde un bosque y ya no hay vuelta atrás.
Esta columna ha sido escrita mientras sonaba 'Puntos suspensivos', de Vetusta Morla; y 'Trash', de Suede
Pero no siempre es así, y a veces los relatos son al revés, empiezan tristes para terminar felices. En los procesos que usas para tomar decisiones ves los escenarios como realidades, y no dejan de ser meros lugares hipotéticos. Lo importante es que no has dejado cadáveres en el camino y que puedes terminar con un abrazo que reúna a todos los que se han cruzado contigo en estos años (te repites).
Toca cambiar, y todos los cambios generan incertidumbre y miedo. Pero qué sería la vida sin andar por el alambre, con los cocodrilos debajo. Les iré contando mis nuevas andanzas, espero que con una sonrisa en la palabra escrita. Mientras, como dice Vetusta Morla en Puntos Suspensivos: «Fin de la temporada, ¡adiós, queridos! Guardaos bien que viene el frío, ya nos veremos por allá». Que así sea.
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