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Paco Ureña da un pase de muleta al segundo de su lote. KIKO HUESCA / EFE
Tarde de ovaciones en Vistalegre

Tarde de ovaciones en Vistalegre

Ureña cumple con un lote deslucido en una tarde en la que El Juli tira de oficio y Manzanares de garra

FRANCISCO OJADOS

MADRID.

Domingo, 16 de mayo 2021, 10:44

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La tercera corrida de la atípica Feria de San Isidro que la familia Matilla ha programado este mayo en el Palacio Vistalegre de Carabanchel presentaba un cartel de relumbrón. La afición madrileña esperaba con expectación a Paco Ureña, que se vestía por primera vez de luces este 2021. Se gustó en un acompasado quite por delantales rematado con una gran media en el tercero de la tarde. Se quedó el toro muy entero, al cambiar de tercio con un solo puyazo y la faena de muleta fue trabajada, de aguantar embestidas violentas y atemperarlas. Cuando lo consiguió llegó a los tendidos. Precisó del descabello para rematar su actuación. Saludó una ovación. Marcó el sexto una notoria querencia a tablas. Lo sacó al tercio Ureña, que dibujó buenos muletazos, metiendo en los trastos a un manso que se desentendió y pronto cantó la gallina. Lote deslucido de una corrida de Alcurrucén bien presentada y desigual juego.

Se lució El Juli en un quite por chicuelinas ante el colorado que abrió plaza. El madrileño tiró bien del astado en muletazos largos y mandones en una faena a más, en la que Julián se fue haciendo con el dominio de una res que terminó por sacar nobleza. Cayó trasera la espada al segundo intento, teniendo que usar el verduguillo y su premio quedó en una ovación. Pero cuando sacó todo su poderío fue frente al cuarto, toro violento en sus inicios al que Julián terminó por torear a placer en una faena de mucho oficio, en la que fue abriendo los caminos al de Alcurrucén. Faena de trofeo que perdió al no rematar con los aceros. La ovación fue rotunda.

La afición madrileña esperaba con expectación al diestro de Lorca, al que no respondieron los toros

Actuación meritoria firmó Manzanares ante un lote árido. Su primer toro no humilló ni se entregó nunca y, en cuanto pudo, marcó al torero con su pitón derecho lanzándolo con potencia por los aires. La seriedad del alicantino para afrontar el compromiso y el estoconazo con el que fulminó al de Alcurrucén llevaron al público a pedir la oreja. El presidente no lo vio como el resto de la plaza. El quinto fue toro exigente, al que el diestro de Alicante le plantó cara, en faena de garra, sin renunciar a sus principios artísticos. Esta vez pinchó y su esfuerzo quedó sin premio. Saludó dos grandes ovaciones.

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