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Sebastián López y Cristhian Meyer, en la sala Makro. Nacho García / AGM
Mil y un sabores tropicales

Mil y un sabores tropicales

Sebastián López y Cristhian Meyer explican cómo aplicar frutas tan exquisitas como desconocidas en platos y cócteles

Daniel Vidal

Murcia

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Martes, 21 de noviembre 2017, 10:35

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¿Sabe usted lo que es una granadilla? ¿Y un carambolo? ¿Y un kumcat? Seguro que la papaya y el maracuyá le suenan algo más. Precisamente la intención de Sebastián López (Food Passion, El 8 Club) y el 'barman gastronómico' Cristhian Meyer (Monin), que ayer ofrecieron un taller a dúo en la sala Makro, era que algunas de estas frutas tropicales, tan exquisitas como desconocidas, comiencen a formar parte de manera más habitual de la dieta mediterránea. O de la dieta de donde sea.

López y Meyer (consolidados y reconocidos cada uno de ellos por separado, pero con mucho futuro como pareja de 'fogones') explicaron ayer a una veintena de asistentes a Murcia Gastronómica cómo aplicar una variada y colorida selección de frutas tropicales a la cocina y la coctelería, sus dos respectivas especialidades, reutilizando además todos los ingredientes empleados en la ponencia que dieron juntos el sábado. Salmorejo de tomate de árbol fermentado; cebiche de tilapia (pescado de río colombiano) en semisalazón con leche de tigre de maracuyá y ají amarillo; y un postre a base de papaya conformaron los platos del menú «ancestral» que desplegó López, pero no por ello menos sorprendente.

Naranja enana

Además, los asistentes pudieron degustar frutas tropicales y prácticamente desconocidas para el común de los mortales a este lado del 'charco', como la fruta de la pasión, la granadilla, el carambolo o el kumcat, que en realidad es una naranja enana que se come directamente sin pelar. Meyer, experto en construir lo más parecido a una obra de arte bebible, elaboró un sirope casero en el que predominaba el sabor de la piña, pero en el que también se combinaban la carambola, el tomate de árbol y la papaya, y en el que aportaba el toque espirituoso (y fundamental) un mezcal 100% de ágave destilado en olla de barro. Lo más antiguo que se conoce a la hora de hacer alcohol. También enseñó Meyer a elaborar un 'cóctel base' de zumo limón y azúcar, al que en realidad se le puede añadir la fruta que a uno le plazca, y que puede servir para desarrollar «mil y un cócteles». Solo hay que ponerse... y tener la mitad de maña que Meyer para que el invento salga tan bonito como le queda a este genio del cóctel. Y que también se pueda beber, claro, que esa era la intención principal.

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